Cómo envenenar lo que podría ser un buen debate

No se está debatiendo sobre la importancia del agua, sino negando la posibilidad de hacerlo. No hay originalidad ni novedad. ¿Quiénes están detrás de los grupos de escrache que repiten mentiras, hasta que alguien se las crea?

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

El debate siempre latente sobre cómo usar el agua de Mendoza, zona en donde es un bien muy preciado, y el otro, en torno a las actividades económicas que la utilizan para generar los recursos con los que vivimos todos, se envenena constantemente. No lo dejan fluir. 

Sería fundamental poder poner todas las cartas sobre la mesa y, con ellas, barajar y dar de nuevo: es decir, revisar quiénes usan el agua y cuánta, a qué costos, con qué beneficios y perjuicios para el resto.

Sin embargo, hay algo que impide que se produzca con seriedad, porque cada vez que se quiere (y necesita) profundizar la discusión, con el fin de eficientizar su uso y, también, buscar salidas al estancamiento económico de Mendoza, el Diablo mete la cola.

Se miente tanto con afirmaciones tan categórica como falaces, que algo queda. Para delicia de Göebbels y el nazismo, la práctica ha perdurado en el tiempo y eso genera que se pierdan oportunidades constantemente.

Algo similar a lo de ahora con respecto a la habilitación del desarrollo minero, sucedió en 2019 cuando se intentó cambiar una absurda ley 7722, que satisfizo a políticos asustados y error legislativo que embandera a grupos de acción sin mayor proyección que el escandalismo constante. Le hacen creer a la gente que se envenenará el agua. y muchos caen en esa. Es más: como el público se renueva, grupos de gente que no se enteraron de la mentira anterior, la vuelven a usar sin mayor profundidad, motivados por lo que fuere: rebeldía, ideología, enojo con una o varias cosas de la vida y la políticas, etc.

Pero no es la verdad. El asunto es que es muy difícil el diálogo con personas que incapaces de reconocer que se equivocan, ya que no se rinden ante la evidencia científica y persisten en su posicionamiento, por más terraplanista que sea y mientras más escándalo produzcan a su alrededor, más felices hacen a los que promueven que todo siga igual, que nada cambie en lo económico y en lo social, que los privilegios de siempre no se toquen y que el agua se siga contaminando como siempre ocurrió y nunca se enteraron, controlaron ni denunciaron.

¿Los empujan desde afuera? Además de un par de políticos que se respaldan en el protocaos ante la falta de votos en las urnas, ya en 2019 se conoció que detras de los activistas estaban los recursos de la organización británica Extinction Rebellion, abolicionista de la democracia. Se supo también de una instrucción de la base internacional de los partidos verdes en Suecia a sus socios locales en el Green Forum. NAda es casualidad. Ni tampoco se hace con originalidad.

El escrache a los que no piensan como ellos es una herramienta que se destaca por ser lo único que queda por hacer cuando no se carece del principal condimento de una protesta: la verdad.

Así es que se juntaron en el Canal 9, o en la casa del legislador Mauricio Torres y lo hacen en las redes sociales fulminando a quienes los llaman al equilibrio.

Desequilibrados, al final, hay que leer las barbaridades que ponen y que los describen como persona. Por ejemplo, recientemente la ministra de Ambiente y Energía, Jimena Latorre, fue al programa "Tenés que saberlo" por Radio Post 92.1. muchos de los oyentes hicieron preguntas serias y concretas, tal vez críticas, pero con calidad. En las redes sociales hasta le desearon la muerte y le recordaron el cáncer que superó hace tiempo.

Por eso, el debate va a seguir pendiente, porque lo están envenenando. Quién sabe en nombre de quiénes y con qué otras intenciones. Porque el agua es lo que menos parece importarles.

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