El vínculo entre los asesinatos de Peñaloza y Urquiza

Dice la historiadora Luciana Sabina sobre Chacho Peñaloza: "Aunque se romantice a los caudillos, su montonera protagonizó espectáculos atroces donde no faltaron robos, violaciones y asesinatos". Qué sucedió un día como hoy.

Luciana Sabina

Hoy se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Chacho Peñaloza. Era este caudillo "un distinto", pues se enfrentó a Rosas y -en un principio- adhirió a la política nacional del presidente Mitre. Apoyo que no dudó en retirar cuando sus intereses se vieron en jaque. 


Cuando Rosas hizo fusilar a un niño y a una mujer embarazada de ocho meses

Tras la ruptura con el naciente Estado Nacional, el Chacho invadió las provincias de Catamarca y Tucumán, debido al apoyo que éstas prestaban a Mitre.

  

Debemos aclarar que aunque se romantice a los caudillos, su montonera protagonizó espectáculos atroces donde no faltaron robos, violaciones y asesinatos.

Con el correr de los meses, Peñaloza mutó en un agente de permanente belicosidad, acechando sobre las fronteras de San Juan, San Luis y Córdoba.

Tras ser vencido por las tropas nacionales, obtuvo una tregua -Tratado de la Banderita, 1862- con la condición de reconocer a las autoridades residentes en Buenos Aires. Pero el Chacho no cumplió con su palabra y siguió ordenando invasiones, saqueos, revueltas, crímenes, etcétera. Aunque buscó no exponerse directamente, debido al compromiso.

Por entonces era ya un hombre de más de sesenta años, el contemporáneo Salvador de la Colina lo describió de esta manera:

"Lo vi, al pasar una tarde por mi casa, a caballo y seguido de un grupo de gauchos. Llevaba montura de plata, con pretal, freno de grandes copas y riendas del mismo metal. Su traje era: pantalón doblado para lucir los calzoncillos bordados; chaleco de terciopelo negro, sin saco, desabrochado y con botones amarillos; la cabeza atada con un pañuelo de seda de flores punzó y encima un sombrero blando de felpa color marrón (...). El Chacho era blanco y de ojos azules. Su cabello y su barba debieron de ser rubios, peor ya estaban blancos. Usaba la barba afeitada en el medio, formando U como la tenía prohibida Rosas, porque U quería decir unitario".

El Chacho constituyó una verdadera pesadilla para las autoridades nacionales durante largo tiempo. Todo esto no justifica el cobarde y espantoso asesinato que dio fin a sus días.

Peñaloza fue acribillado, pese a haberse rendido, y posteriormente las tropas nacionales se ensañaron salvajemente con el cadáver del Chacho.

Separaron la cabeza para exponerla sobre una pica, las orejas fueron apartadas y una llegó como presente a La Rioja. Sarmiento, sin ser parte del asesinato ni jefe de las tropas que lo ejecutaron, festejó de manera desmedida esta muestra de barbarie. Semejante algarabía le valió ser vinculado con el hecho años más tarde, pero pudo demostrar su inocencia en el Congreso.

Justo José de Urquiza.

Los federales consideraron que el verdadero culpable no fue otro que el General Urquiza por su inacción y buena relación con el Estado Nacional. Hacia 1863 José Hernández escribió al respecto:

"La sangre de Peñaloza clama venganza, y la venganza será cumplida, sangrienta, como el hecho que la provoca, reparadora como lo exige la moral, la justicia y la humanidad ultrajada con ese cruento asesinato. La historia de los crímenes no está completa. El general Urquiza vive aún, y el general Urquiza tiene también que pagar su tributo de sangre a la ferocidad unitaria, tiene también que caer bajo el puñal de los asesinos unitarios como todos los próceres del partido federal. Tiemble ya el general Urquiza; que el puñal de los asesinos se prepara para descargarlo sobre su cuello, allí, en San José, en medio de los halagos de su familia, su sangre ha de enrojecer los salones tan frecuentados por el partido unitario".

El resto de la historia es bien conocida y no hace falta agregar nada.

El cadáver de Urquiza, una célebre y macabra fotografía.

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