Michel Rolland: "El vino sin alcohol no es vino", y otras definiciones categóricas del enólogo más influyente del mundo
El emblematico Michel Rolland mantuvo un encuentro con periodistas e invitados en Francesco Ristorante, con Beatriz Barbera y María Teresa Corradini como anfitrionas. Un extenso y bien "regado" momento para hablar de vinos, sus vinos, los otros y los que en su definición, no lo son. La crisis del sector y su superación.
Michel Rolland, el enólogo francés más influyente del mundo, con presencia en los cinco continentes, habituado a la sistematización de su tiempo para atender cada uno de sus múltiples compromisos, dedicó más de tres horas al diálogo con un grupo de mendocinos por iniciativa de Beatriz Barbera en Francesco Ristorante, en donde presentó sus vinos, contó anécdotas jugosas y pronunció sentencias sustanciales sobre el pasado, el presente y el futuro del vino, además de anunciarse que están a disposición para la venta en Il Mercatino.
Rolland hizo vinos en 23 países, pero fue tras llegar a la Argentina, invitado por Arnaldo Echart, de Salta, en 1989, que empezó a hacer de este país su segundo país en el mundo, después de Francia.
Entre decenas de anécdotas en Argentina dio cuenta de los cambios que ve en Mendoza desde aquella primera vez: "Es otra", dijo, en referencia a cómo la ciudad es menos pueblo y más cosmopolita en lo que ofrece al visitante.
"Mendoza es parte de mi vida. Llegué hace 37 años y asesoré a muchas grandes bodegas hasta el día en que yo decidí encarar un proyecto. Al principio lo pensé un poco modesto, pero encontramos un terreno que me gustaba y dije: 'Es este'. No había nada, no había viñas. Eran 850 hectáreas e invité a inversores amigos míos y desde 1998 todavía estamos. Después de la crisis, vinieron problemas y nos dimos cuenta que una vida sin problemas sería muy aburrida. Estamos muy contentos. Argentina es mi segundo país y yo he hecho mucho aquí. Me encanta Argentina, me encantan los argentinos, me encantan los paisajes de la Argentina. Ahora hace un mes que estoy aquí y tendré que volver en algún momento. Pero Argentina es mi vida", contó.
"He peleado mucho, tengo un mal carácter pero siento que finalmente me aman", dijo, antes de recibir la aprobación de los presentes y tras la bienvenida que le diera un verdadero ícono gastronómico como es María Teresa Corradini de Barbera, que está cumpliendo 91 años de vida.
Lo nuevo, lo de siempre
Prefirió el suspenso cuando se le consultó sobre si tendrá un capítulo gastronómico en Mendoza, como lo protagoniza en Puerto Madero con Rolland Grill & Wine, pero sí contó que pronto inaugurará en el hotel Radisson de Bariloche un wine bar con su emblematica marca, su nombre.
"Siempre me preguntan qué es lo nuevo que estoy haciendo y la respuesta es simple: no siempre hay que empezar de nuevo, hago vino, tal vez intentando que sean mejores cada vez", bromeó y reafirmó su lugar.
Desconfiado de los agoreros que dan cuenta del fin de la vitivinicultura debido a ciertos datos de cambio o baja en el consumo, Rolland, por ejemplo, es partícipe de la idea de que "ya va a pasar".
En ese sentido, sin negar la crisis, sostuvo que "ha habido muchas", pero que los argentinos y los EEUU no las vivieron porque no estaban en el mundo con sus productos, sino que en otros momentos producían para sus propios consumidores y, por ello, no se enteraron.
Con más de 50 años en la industria, asesor de las más rutilantes bodegas del mundo y con emprendimientos propios en Mendoza como Bodega Rolland y Clos de los Siete, sostuvo que "muy lentamente, pero el consumo está subiendo". No se mostró simplemente "optimista", sino que preferente de los datos en perspectiva.
"La crisis del vino -definió, copa en mano- es como la guerra: estamos todos esperando que sea lo mas corta posible".
"Tengo 53 años de vinificación y en el mundo del vino he visto muchas crisis. Hay gente que se queda en el camino y gente que empieza de nuevo", dio testimonio, acompañado por parte de su staff en Argentina.
¿Es vino si no tiene alcohol?
En otro punto fuerte de su intercambio, fue categórico al afirmar que "nunca voy a hacer vino sin alcohol. No es vino. Es otra cosa".
El tema discurrió por las "modas" y la presunta demanda de vinos menos potentes en materia alcohólica. En ese punto, Rolland sostuvo que "es diferente hablar de vino con menos alcohol. Un vino bueno puede tener 16 de alcohol, pero si se discute su efecto en la salud, pues hay que tomar menos. El alcohol no tiene nada que ver con la calidad del vino", indicó.
Con Michel Rolland en Francesco Ristorante. Y sus mejores vinos. Y sus mejores platos pic.twitter.com/F7G04mr7zc
— Gabriel Conte (@ConteGabriel) December 5, 2025
"Hace 70 años que estoy tomando vino, pero razonablemente. Entonces, ¡aquí estoy!", exclamó, para embarcarse en anécdotas familiares en torno al consumo de vino en su Francia natal.
Desmintiendo el fin del alcohol en las bebidas y tras definir que "el vino sin alcohol no es vino, es una bebida, es otra cosa", destacó que "nunca como ahora se tomó tanto whisky, tanto tequila, tanto vodka. No veo por qué los jóvenes no van a tomar vino". Y sobre el reclamo en torno a vinos menos alcohólicos, buscó complicidad en quienes lo acompañaban en la mesa: "Nadie va a pedir un whisky de 13 grados, ¿o sí?".
Sobre el final, indicó algo más: "El vino argentino en el mundo tiene 25 años. Es un bebé. Tiene todo un camino por delante. Después de la crisis del 2001 la Argentina empezó a hacer vinos para exportar".
En ese punto, señaló que "Argentina ha conocido el mayor crecimiento del mundo en exportaciones" por lo que "el futuro es grande". Y sobre su propio emprendimiento local, especuló: "Se toman 200 millones de hectolitros en el mundo, por lo que si no podemos vender 30 mil cajas, nos tenemos que dedicar a jugar a la petanca".