"El juego del Ardilla": Un sistema que no anticipa el peligro
Condenado a prisión perpetua por asesinar a un policía y con un historial de evasiones que eriza la piel, Fabián "Ardilla" Cedrón escapó de la prisión domiciliaria rompiendo su tobillera electrónica.
¿Qué se necesita para que un sistema aprenda de sus errores?
La reciente fuga de Fabián "Ardilla" Cedrón, uno de los delincuentes más peligrosos de Mendoza, no es un simple incidente. Es un recordatorio brutal de que nuestro sistema penal sigue fallando en anticipar el riesgo, incluso cuando las señales de alarma son claras y persistentes.
Condenado a prisión perpetua por asesinar a un policía y con un historial de evasiones que eriza la piel, Cedrón escapó de la prisión domiciliaria rompiendo su tobillera electrónica. Se encontraba en una vivienda del barrio San Martín, cumpliendo condena con un beneficio otorgado por motivos de salud. Aunque se desplazaba en silla de ruedas, eso no impidió su audaz huida.
Un historial que gritaba peligro
Cedrón ya había protagonizado dos fugas: una en la cárcel de Boulogne Sur Mer en 2005 y otra en Santa Fe. Fue cabecilla de motines, ejecutó asaltos a mano armada y mostró reiteradamente desprecio por la ley y la vida ajena. Su prontuario no solo alertaba, exigía una respuesta excepcional.
Sin embargo, medidas como la tobillera electrónica resultan insuficientes si no se complementan con un seguimiento más cercano y constante que permita detectar a tiempo cualquier incumplimiento o riesgo.
Un patrón que se repite: el caso de la "descuartizadora"
La mujer conocida como la descuartizadora de Dorrego también cumplía prisión domiciliaria cuando cometió el crimen. En su entorno ya había señales de alerta, como la reiterada inasistencia escolar de sus hijos, que no fueron debidamente atendidas. Una intervención a tiempo podría haber evitado que los menores presenciaran uno de los hechos más aberrantes de los últimos años.
Al igual que en el caso de Cedrón, las advertencias estaban a la vista, pero el sistema no supo leerlas ni actuar.
¿Qué es "El juego del Ardilla"?
La metáfora del título alude tanto al apodo del prófugo como a la lógica perversa que lo favoreció. Como en "El juego del calamar", no gana el más fuerte, sino quien mejor entiende las fallas del sistema. Cedrón no burló la justicia por su fuerza o astucia únicamente, sino por las vulnerabilidades del sistema penal argentino.
Fortalecer el sistema, recuperar la confianza
Cada fuga de un preso de alta peligrosidad no solo pone en riesgo a la comunidad, sino que también aumenta la sensación de impunidad y debilita la confianza de la sociedad en sus instituciones. Es una herida directa para la ciudadanía.
Por eso, es crucial que todos los organismos trabajen juntos para crear un sistema de alerta temprana y gestión de riesgos que deje atrás la burocracia y promueva una verdadera cultura de prevención.
Porque si el "juego de la Ardilla" continúa, lo que está en juego no es solo la seguridad colectiva, sino también la credibilidad misma de la justicia.