José de San Martín, un cóndor de los Andes: a 205 años del cruce cordillerano

La visión estadista de San Martín, que tenía como absoluta premisa llevar adelante la conjugación de acciones desde Mendoza que contemplaron todo América del Sur como su escenario de operaciones.

Aunque parezca mentira, cruzar la cordillera de los Andes no era suficiente. Mucho se ha escrito y comentado sobre esta grandiosa gesta sanmartiniana, aunque todo hubiera sido circunstancial (más allá de la proeza) si no hubiera estado enmarcado dentro de un plan estratégico continental que contempló cruzar los Andes como un eslabón imprescindible para conseguir la emancipación americana, pero que precisamente representaba solo un eslabón más.

Lo virtuoso del cruce andino radicará en todo lo qué, cómo, cuándo y por dónde se movilizó un ejército de algo más de 5.000 hombres y un puñado de heroicas mujeres, pero también en la convicción y visión estadista de San Martín que tenía como absoluta premisa llevar adelante la conjugación de acciones desde Mendoza que contemplaron todo América del Sur como su escenario de operaciones.

Es ahí donde cobrará valor cruzar la cordillera para liberar a Chile, pues era el paso ineludible para cumplir el objetivo político final: emancipar medio continente.

Enero de 1817: "Volar alto para mirar desde otra estatura"

Resulta imposible desprenderse de lo hecho en enero de 1817. El cruce de los Andes y sus exitosas consecuencias fueron una bisagra en el cumplimiento de los planes de San Martín, aunque reitero que todo estaba integrado a un programa superior que había comenzado a desarrollarse mucho antes que las tropas se movilizarán desde El Plumerillo.

Me confieso un admirador de lo generado en esas semanas de enero y febrero de 1817 por el ejército libertador a lo alto y ancho de los Andes. Peleando desde el arranque en Picheuta y Potrerillos (24 y 25 de enero) hasta después de 25 desgastadores días de viaje para lograr el trascendental triunfo en Chacabuco (12 de febrero).

Seré reiterativo en resaltar la certera planificación y su cumplimiento a rajatabla: lo hecho hasta el momento del consagrado cruce fue magnífico, pero resultó un peldaño para poner en práctica (inspirado por el Plan Maitland) lo que la grandeza de San Martín diseñó. Primero, liberar Chile, luego atacar Lima por el Océano Pacífico, y recién con Perú libre el objetivo estaría cumplido.

Mendoza, nervio y motor del plan sanmartiniano. Antes y después del cruce

También mucho hemos escrito de lo que implicó el paso de San Martín como Gobernador mendocino. Cambió radicalmente la matriz productiva, económica y cultural de la provincia. Y aunque siga pareciendo increíble, muchos de sus rasgos e impronta siguen imperando en el imaginario provincial y en los comportamientos públicos y ciudadanos de los mendocinos. "Mendoza, la corajuda, donde todo se puede", sostendrá San Martín.

Pero no ahondaremos la faceta del gobernante, y sí resaltaremos brevemente cuatro ejemplos diseñados en Mendoza que pintarán su sagacidad y liderazgo, teniendo como vértice de los objetivos el cruce de los Andes. El antes y el después de la gesta.

1) Cuando San Martín llegó Mendoza, Chile estaba gobernada por una Junta patriótica (algo similar a lo que sucedía en el Río de la Plata desde el 25 de mayo de 1810). Lo planificado (cruzar los Andes, y desde Chile por mar llegar a Perú) no ofrecería la terrible adversidad de enfrentar un ejército enemigo con todo lo que la guerra implicaría, más allá de lo duro que significaría cruzar la cordillera. En Chile habría un ejército patriota entrenado y eso ayudaría a complementar la preparación del Ejército de los Andes. El cruce se haría en el marco de otra situación, con muchos menos riesgos y por menos pasos cordilleranos, mientras todos estarían exclusivamente concentrados en preparar la flota que liberaría Perú.

Pero la situación cambió abruptamente cuando los realistas después de la batalla de Rancagua (1 y 2 de octubre de 1814) reconquistaron Chile. Entonces lo pensado en un primer momento se trastocó notoriamente obligando a rediseñar las acciones y los tiempos, pero no modificando para nada el objetivo final. La fortaleza de la convicción y la tenacidad para cumplir los objetivos finales no hicieron dudar a San Martín, ya que claudicar a lo programado sería una verdadera sentencia de muerte.

2) El cuidado de la frontera norte era imprescindible, es por eso que San Martín dedicó tanta atención al teatro de operaciones que debía defender Güemes.

Y otra vez: "cruzar los Andes no era suficiente". Pasar a Chile implicaba dejar descuidado a Cuyo y el centro de las Provincias Unidas. Además, los españoles eran fuertes y dominaban el Alto Perú, por lo cual la conquista de Jujuy y Salta sería catastrófica para la concreción del plan continental. Por consiguiente, San Martín le brindó el máximo apoyo a Güemes y así la extraordinaria "gesta salteña" liderada por el caudillo salteño y sus "gauchos de fuego" fue pieza fundamental para terminar con el poder realista.

3) Un dato previo y relevante también fue la Declaración de la Independencia en Tucumán el 9 de julio de 1816. La mano de San Martín empujó claramente la sanción de la independencia. Fue el operador político de la declaración.

"La Declaración" era una urgencia, pues el proceso emancipador iniciado en mayo de 1810 demandaba una forma republicana para poder decidir sobre un sistema político propio y un nuevo marco de alianzas en el plano de las relaciones internacionales. Pero sobre todo San Martín necesitaba "un documento oficial" que lo legitimara ante la lucha emancipadora, permitiendo el reconocimiento externo de las Provincias Unidas, herramienta imprescindible para poder movilizar el ejército fuera de las fronteras de nuestro país.

Pero además de no declararse la independencia en esa época de 1816, se perdería la posibilidad de cruzar los Andes en el inmediato verano, por lo cual habría que esperar un año más, lo que aumentaría notoriamente los consiguientes riesgos externos por el posible reacomodamiento militar realista y podría ahondar las habituales y oscilantes crisis internas de las cuales San Martín padeció siempre.

4) Ahora "el después". Todo lo logrado desde el cruce andino y la emancipación chilena fue positivo. Durísimo; pero lo lograron. Bueno, ahora había que armar una flota para liberar el Perú.

Es ahí donde aparecerá otra faceta que no siempre nuestra historiografía realza del General, no debiendo desprenderla jamás del análisis global del momento. San Martín logró lo que ninguno al cruzar los Andes, pero algunos olvidan que inmediatamente debió "cambiar el chip" y convencer a todos que lo magníficamente logrado era solo la mitad de lo planificado.

Por ende, al poco tiempo, tras el decisivo triunfo en Maipú (5 de abril de 1818), pasó a dirigir una fuerza naval, anfibia y terrestre para liberar el Virreinato del Perú.

Así, al mando de San Martín, el Ejército Libertador del Perú con 25 naves y 5.000 combatiente zarpó desde el puerto de Valparaíso, el 20 de agosto de 1820. Luego de dos semanas de navegación, el 8 de septiembre la expedición libertadora desembarcó en la bahía de Paracas, cerca de Pisco. Al poco tiempo será declarado Protector de "los departamentos libres" tras la declaración de la independencia peruana.

Una primera lectura podría ser: El genio de San Martín se realzará tras la gesta de los Andes, pero se hará más grande aún luego de demostrar su formación profesional (militar y política) destacándose también al conducir una expedición por el océano.

Ahora sí algunos datos del cruce

Luego de contextualizar la situación podremos esgrimir algunas notas del cruce andino. Todo lo previo pretendió ser un ejercicio para realmente tomar medida justa de lo mucho más que implicó pasar los Andes para San Martín y su ejército.

1. A principio de 1815 San Martín escribió una proclama: "tengo 130 sables arrumbados en el cuartel de Granaderos a Caballo por falta de brazos que los empuñen". Dos años después, al momento de partir en enero de 1817 el ejército libertador estaba formado por un total de 5.424 integrantes. Compuesto por 3 generales, 28 jefes mayores, 207 oficiales, 15 empleados administrativos, 3.778 soldados de tropa y 1.393 civiles encargados de la maestranza y logística. Y como expresamos antes, entre los que viajaban algunas mujeres.

2. El ejército español contaba desde el límite norte del Virreinato del Perú hacia sur con más de 70.000 soldados. Solamente en la Capitanía General de Chile: 6.050. Si lo contraponemos a los 5.000 patriotas que pasaron a Chile daría una proporción de casi 14 a 1.

3. El ejército libertador poseía 21 cañones (2 obuses de 6 pulgadas, 7 cañones de batalla de 4 pulgadas, 8 cañones de montaña, 2 cañones de hierro y 2 cañones de 10 onzas), además de 2.000 tiros de cañón, 1.129 sables y 5.000 fusiles de bayoneta. Los cañones obús pesaban más de 1.000 kilogramos y necesitaban 2 mulas y 10 hombres para trasladarlos "a la rastra". Mientras que el ejército español contaba con una artillería pesada desde Perú a Chile de más de 700 cañones.

4. Los civiles del ejército patriota iban en su totalidad montados. Entre ellos: 120 "barreteros de minas" que facilitarían el tránsito por los pasos cordilleranos, 25 baquianos y 47 miembros de sanidad que conformaban el hospital móvil de campaña creado por Paroissien, con el acompañamiento de los doctores Candía, Juan Zapata (el único médico "fiel", aunque empírico, que residía en Mendoza) y Anacleto García. Como novedad, Fray Luis Beltrán había diseñado un puente mecánico móvil para cruzar los pasos de aguas y quebradas, construido con maromas de 12 vetas resistentes, de 40 metros de largo, que se podía desplegar rápida y fácilmente para el cruce de soldados y animales.

5. Mendoza aportó 3.000 personas al grueso del ejército sobre un total de sus 12.000 habitantes. (1/4 de su población; la amplísima mayoría hombres adultos). La mujer mendocina (por ende) asumió en gran medida la responsabilidad económica y social de sostener en pie la provincia.

6. Entre el 40 y 50 % de los soldados eran negros. Es decir, cerca 2.500 afrodescendientes, aproximadamente, formaron parte del cruce andino. Únicamente fueron repatriados con vida 143.

7. El presupuesto económico y financiero de gastos de la organización se triplicó en 2 años, pasando de casi 10.000 pesos mensuales (mediados de 1815) a casi 40.000 hasta la partida, con un gran aporte de la sociedad mendocina. Los traficantes en vinos y aguardientes abonaron, por propia iniciativa, un derecho de extracción calculado en 2.300 $ mensuales. El gremio de carreteros aportó una contribución voluntaria de 1 $ por cada viaje de carreta.

8. El ejército libertador contó con un soporte extra de 1.600 caballos y 9.281 mulas. (7.359 de silla y 1.922 de carga). Una mula puede transportar una carga de 150 kg. Los mulares del ejército transportaron 113.000 litros de vino mendocino en dos bordalesas de 5 litros a cada costado.

9. El promedio de avance del ejército libertador por día fue de 28 km. La altitud promedio del cruce cordillerano fue de 3.000 metros sobre el nivel del mar, mientras que la altitud máxima de una fracción del ejército que pasó los Andes fue de 4500 msnm. Con una diferencia térmica diaria promedio de 45 °C, entre la temperatura más elevada del día (30 °C) y la temperatura más baja de la noche (-15 °C), considerando que cada soldado llevaba un peso extra de 13 kg. en sus mochilas (armas, abrigos y provisiones).

10. La base de la alimentación del ejército fue "el valdiviano": carne seca (charqui) machacado, grasa, rodajas de cebolla cruda, ajo y agua hirviendo. Muy rica en calorías. La cebolla y el ajo contrarrestan "el apunamiento" y se podía llevar en el morral. No generaban peso y también servían de alimento a mulas y caballos.

11. Además, se llevó aguardiente para disminuir el frío nocturno. También 600 reses para la provisión de carne fresca, 400 kg de queso y 100 barriles de ron.

12. El soldado debía consumir más de 3.000 calorías diarias. Además de obligatoriamente beber por día 3 litros de agua y ½ litro de vino. Como no había cantimploras para todos se adaptaron 8.000 cuernos de vaca como recipiente.

13. Se llevaron 5.000 ponchos de San Luis, más de 10.000 frazadas, 1.000 pellones de oveja y más de 20.000 mantas de franela. Los animales también se cubrían con mantas.

Algunas comparaciones que no son antojadizas

"Para la inmensa mayoría de los que estudian y enseñan historia argentina, el Paso de los Andes es un hecho de gran realce, una empresa difícil, penosa y peligrosa, pero estamos muy lejos de imaginar lo arduo y sobrehumano que fue aquel cruce, único en los anales de la historia nacional y universal. Si exceptuamos a los cuyanos que contemplan, día tras día, ese imponente muro de proporciones gigantescas, y oyen las infinitas peripecias y mortales accidentes que allí tienen lugar, bien pocos han de ser los argentinos que tengan una idea, ni siquiera aproximada de lo que debió costar a San Martín cruzar la Cordillera". (G. Furlong - Instituto Nacional Sanmartiniano).

El viaje actual, ya sea en automóvil u ómnibus, y ni hablar en avión, solo muy ligeramente nos dará una pista para que podamos formarnos alguna idea de lo que, otrora, significó cruzar aquellas montañas. Tengamos en cuenta además que desde el llano mendocino hasta la capital chilena el relieve ofrece tres grandes bloques montañosos por sortear, no solo uno: a) precordillera, b) cordillera frontal y c) cordillera principal o de las altas cumbres.

Pero para comprenderlo con mayor aproximación a la realidad histórica, es necesario eliminar, mentalmente, la amplia carretera que hoy existe. Sería lógico entonces suprimir la mayoría de los puentes que fueron construidos por los departamentos de vialidad de cada país. Y es menester prescindir del túnel internacional, o de los cobertizos de que se valen los autos, o de "los caracoles" para evitar terribles ascensos y descensos. Será pues imprescindible olvidarse también por un instante de los más de 120 pueblos que atravesamos entre la Ciudad de Mendoza y Reñaca (por frivolizar con un ejemplo).

En 1817 nada de eso había. La carretera no era tal. Solo era un camino, de treinta a cincuenta centímetros de anchura, desigual y pedregoso. Camino de mulas en el que había que viajar con la lentitud propia de estos animales. Uno tras otro. Y sin un solo poblado hasta llegar a destino, contemplando además que el ejército y sus 6 columnas se desplazaron en un ancho de 800 km. entre el norte riojano y el sur de Malargüe.

Conclusión: San Martín y la grandeza libertaria de la gesta

Suponemos que el ejército partió con la terrible angustia de pensar que atrás quedaban madres, esposas e hijos que probablemente jamás se volverían a reencontrar y que debían enfrentarse a uno de los ejércitos más poderosos del mundo. Las noches se deberían haber hecho muy largas atravesando los Andes. Por el frío, y también por la responsabilidad y la nostalgia.

Pero para finalizar agregaremos que dicha gesta libertadora, era precisamente eso: "liberadora"; y que a diferencia de las otras proezas rescatadas en la historia universal con la que se la comparará a San Martín y su ejército (las expediciones de Aníbal, Nabucodonosor, Atila, Carlo Magno, Alejandro Magno, Escipión "el africano", Julio César, Saladino, Khan, Guillermo "el conquistador", Hernán Cortez, Napoleón, Federico II, Wellington; por ejemplo) sostendremos que éstas fueron expediciones conquistadoras e imperiales que buscaban tierras o sometimiento. Lo que esos jefes y ejércitos conquistaron era repartido inmediatamente, tomando posesión para su imperio.

En cambio, el ejército libertador peleará por lo que recién disfrutaran sus descendientes: la libertad propia y de los pueblos liberados. Eso es lo que hace inigualable e incomparable a la heroica proeza del cruce andino y al mismo General San Martín. Las otras expediciones sojuzgaron a los pueblos. San Martín los liberó.

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