Quién fue José Moldes, el primer gobernador patrio de Mendoza

El rebelde que mató al embajador de Napoleón en Europa, y al que mataron por decir su verdad. Gustavo Capone se sumerge en el túnel del tiempo para traer esta historia al presente.

Otra historia de novela. José Atanasio de Moldes (1785 - 1824); salteño e hijo de españoles. Su padre fue un millonario comerciante que se expandió empresarialmente con una cadena de mercados y ferias desde Salta hacia todo América del Sur y su hermano Eustoquio fue un "peleador" tan bravo como él.

Guapo, criollo y bien patriota, José de Moldes. Con indiscutida fidelidad a la causa independentista. Famoso por su pésimo carácter y por su escaso tino diplomático. Para muestra alcanza un botón: en una importante reunión social y política en Madrid desafió a todos por igual. Insultó a franceses, ingleses y españoles. "No se salvó nadie". Y así fueron las consecuencias.

Moldes además fue el primer teniente gobernador mendocino designado por la Primera Junta de Mayo. Su gestión en Mendoza fue transitoria, aunque marcó hechos importantes en el poco tiempo que ocupó el cargo.

A lo largo de su vida se peleó con todos "los grandes": Pueyrredón, Belgrano, San Martín, Alvear, Godoy Cruz, Güemes, Posadas. "No andaba con chiquitas". Intransigente con sus posturas, rozaba la tozudez. Republicano y con fuertes reparos al centralismo porteño. Fue amigo de Dorrego.

Desinteresado como pocos. Gran parte de los gastos que originó el éxodo jujeño en agosto de 1812 los pagó él de su bolsillo y sin miramientos. De "un solo saque" trajo 5.500 pesos fuertes, los puso sobre la mesa y solo dijo: "para la campaña". Sabía con quién trataba. Se los dejó a Belgrano. Tan honesto como él. Después discutirán entre ellos por otros temas, pero la patria y el pueblo estaban primero.

Era también un "denunciador serial". Acusó a la gestión gubernamental bonaerense de Martín Rodríguez (entre 1820 - 1824) por malversación de fondos (con nombres y apellidos) y murió misteriosamente. Presumiblemente envenado. Aunque en los registros oficiales figuró como un suicidio. Raro y muy dudoso, aunque esto pareciera una fresca historia repetida en nuestra memoria nacional. Tenía 39 años.

"La víbora" Moldes

Moldes era un personaje singular. Valiente; pero de esos famosos "mal llevados" que todos conocemos en nuestras vidas. Ácido a extremos, y con una enorme capacidad para acarrearse enemigos. "Que se mueran todos los porteños", gritaba en cualquier simposio u ocasión. Imagínate.

Para componer la imagen de una de sus facetas nos saltamos un tiempo en su historia. Aquel tiempo de formación en España y presentaremos ahora una semblanza sobre Moldes ya en nuestra patria escrita por Fray Cayetano Rodríguez (agregaremos también, que el fraile odiaba a Moldes), redactor de las crónicas y diarios de sesiones de la Asamblea del Año XIII (1813) después de verlo desenvolverse en ese congreso.

Escritos de José Moldes.

Porque digamos que Moldes fue congresal en dicha Asamblea histórica, como también fue integrante de la Logia Lautaro desde un principio, allá desde los incipientes albores en Europa cuando nacieron las logias americanistas. Y añadiremos: fanático republicano independentista en mayo de 1810; destacadísimo por la acción militar en las batallas de Salta y Tucumán; Teniente Coronel del Ejército Auxiliar del Perú, Intendente de Cochabamba; con participación en el éxodo jujeño; Jefe de Granaderos de Infantería; actuó en el Sitio de Montevideo; congresal electo para Tucumán durante 1816; Jefe de la Policía de Buenos Aires, y lo dicho: gobernador mendocino. Estuvo en todas.

Pero volviendo a Fray Cayetano y al concepto que tenía de Moldes, esto escribía confeccionándolo en un soneto: "Moldes, joven procaz, desvanecido,/ Narciso de ti mismo enamorado;/ Joven mordaz, de labio envenenado,/ Enemigo del hombre decidido./ Caco desvergonzado y atrevido;/ Ladrón de famas; genio preparado/ A tirar piedras al mejor tejado/ Siendo el tuyo de vidrio percudido./ Víbora de morder, nunca cansada;/ Sanguijuela de sangre humana henchida;/ Espada para herir, siempre afilada;/ Sabe que una cuestión hay muy reñida/ (De tu alma negra, claro testimonio)/ Cuál de los dos es peor: tú o el demonio".

Moldes. "O lo tomas o lo dejas"; decían ayer en nuestros barrios. Ahora, nadie podrá negar su entrega y fiel patriotismo.

El patriótico duelo contra el enviado de Napoleón

Como a casi todos los hijos de familias pudientes, su padre lo mandó a estudiar abogacía a España. Nada; apenas llegó colgó la abogacía y se inscribió en una academia militar. No había nacido para litigar, él era un peleador.

Así fue que ingresó al selecto cuerpo de élite: el Cuerpo de Guardias del Rey, llegando a ser teniente primero. En combate contra Francia fue tomado prisionero por el temible Mariscal Murat, pero pudo escapar y fugarse a Cádiz y de ahí a Londres.

No sería la única vez que con astucia lograría fugarse. Ya metido de lleno en las logias emancipatorias americanas que empezaban a funcionar en España, fue detenido y acusado de espionaje por la inteligencia española junto a Francisco de Gurruchaga y Juan Martín de Pueyrredón. Se escaparon porque sobornaron a un guardia. Gurruchaga y Moldes se disfrazaron de cocheros de una galera, falsificaron una credencial y escondieron a Pueyrredón en un baúl. (otro viejo truco, siempre vigente).

Otra imagen de Moldes.

Lo cierto es que pudieron zafar, llegar al puerto y escaparse en una fragata que los llevó a Buenos Aires en 1809, aunque Pueyrredón tuvo que quedarse en la parada previa de Montevideo detenido por el gobernador español Francisco de Elio.

Pero un hecho que lo pintará de cuerpo entero fue en 1808 cuando en Madrid, y ya incorporado al Cuerpo de Guardias del Rey, fue invitado a un ágape organizado por la Corte española y por el mismo ministro "afrancesado" Manuel Godoy (el hombre fuerte en las sombras de la corte de Carlos IV), para rendirle honores de bienvenida al comisionado oficial del imperio francés, recientemente nombrado por Napoleón, el General Requiers. Este general era un personaje de amplia trayectoria y proveniente de una histórica familia francesa plagada de millonarios, militares, artistas y académicos.

"Durante la conversación, el general agasajado se deshizo en toda clase de fanfarronadas sobre el poderío de Francia e incluso llegó a afirmar, bien compadrito, que si su emperador lo deseaba podría sojuzgar en un instante a España y sus colonias y nadie en el mundo podría impedirlo.

-Difícil lo creo (respondió Moldes, herido en lo más vivo su sentimiento criollo). Dos veces intentaron los ingleses apoderarse de Buenos Aires, y de ambas conservan amargo recuerdo.
-Poco valen los ingleses (dijo despectivamente el francés, que había encontrado la horma de su zapato). Pero, así y todo, nunca logré comprender cómo pudieron ser vencidos por una plebe amodorrada e inculta.

-Esto se explica, caballero (repuso Moldes en voz alta y concentrando la atención de todos) en que esa plebe tiene un pecho más noble y fuerte que el de todos los serviles esclavos del tirano de Europa (o sea Napoleón, su jefe), como voy a probárselo a usted. Y a continuación le encajó una trompada al embajador y lo tiró al piso.

Horas después se concertaba un duelo en condiciones muy duras y, al amanecer del día siguiente, el francés recibió dos heridas del argentino que le ocasionaron la muerte. Esa fue la primera sangre vertida por el impetuoso y bravo José de Moldes en defensa de su Patria". (EN: "Memorias del coronel" - Instituto González Balcarce)

El primer gobernador patrio de Mendoza

El grito libertario de mayo de 1810 se había escuchado en todos lados. A Mendoza la noticia llegará recién en junio traída por el Comandante de Frontera, Manuel Corvalán, y no estará exenta de problemas. Algo nuevo estaba naciendo y las dudas corrían "como reguero de pólvora". En paralelo, el gobierno de la Intendencia de Córdoba del Tucumán de quien dependía Mendoza intima al Cabildo mendocino a no reconocer la Junta del 25 de mayo y mantenerse fiel al poder real español.

En ese conflictivo escenario se producirá la llegada de Moldes a Mendoza. Previamente y tras varios días de idas y venidas serán detenidos los funcionarios españoles que se oponían al reconocimiento del gobierno patrio de 1810: Faustino Ansay, hasta ese momento a cargo del Cabildo mendocino y otros dos funcionarios reales: Domingo Torres y Harriet, Tesorero de las Reales Cajas de Mendoza y el contador Joaquín Gómez de Liaño, Ministro Contador de las Reales Cajas. Los tres serán enviados a Buenos Aires.

En concreto, Moldes llegará a Mendoza como Teniente Gobernador el 18 de agosto de 1810. No estará mucho tiempo en el gobierno, solo cinco meses, pero tomó una serie de medidas interesantes. Por ejemplo: regularizó el sistema de pesas y medidas y transformó el convento franciscano en el cuartel militar "La Caridad". Trazó un plan de construcción de veredas en la ciudad y tenía como norma escuchar una vez a la semana a los vecinos. Caso curioso: sacaba una mesa y una silla al patio e iba escuchando las quejas o sugerencias de los vecinos que en fila esperaban su turno para hablar con Moldes.

Lo relevante fue que apenas llegó efectuó un censo de población. En Mendoza habitaban aproximadamente 12.000 personas por ese tiempo. El censo determinaba cuántas casas había en cada poblado y cuántos residentes tenía cada morada. Por ejemplo: según una investigación sobre el censo de 1810 en "Las Ramadas" (futuro departamento de Rivadavia) existían 14 casas por ese tiempo. Ahondando solo con un ejemplo más, expresamos que "la casa número 12" era propiedad de Agustín Sotomayor, oriundo de Ciudad de Mendoza, y en cuyo paraje que funcionaba un residencial donde vivían como inquilinos: Nicolás Corvalán, de profesión maestro y Casimiro Muñoz, capataz de arreos. Además, habitaban la casa, Juan Segovia, encargado de la posta del lugar, y Paulino Amaya, "pulpero" de la posta. Esta sería la primitiva "Posta de Las Ramadas" en la intercesión de las vigentes Balcarce y Comandante Torres (o calle "chañar"), centro neurálgico de la aldea que luego sería San Isidro y posteriormente la ciudad de Rivadavia.

A la guerra independentista

Los avatares políticos debilitarán el poder central porteño. Una nueva organización interna dará paso a la "Junta Grande", lo que hará que caduque el tiempo de Moldes en Mendoza durante enero de 1811.

Pero Moldes era un guerrero y la pelea por la emancipación en 1811 ya se había largado. Empezarán ahí los años de trotamundos y de bravo soldado de la patria. Ese era su destino. Cuesta creer una imagen de Moldes, sentado a la sombra de un árbol, en una silla, escuchando los pedidos de un vecino. Ese no era él. La lucha lo llamaba. Y hacia ahí fue.

Quedarán para después los vericuetos de porqué se peleó con su íntimo amigo Pueyrredón cuando le disputó el poder para ser Director Supremo. O qué le reprochó virulentamente a Güemes y Belgrano cuando estos acordaron proponer una monarquía constitucional y que un Inca gobernara en está tierras. O porqué le dijo traidor a Posadas por ser benevolente con los españoles, costándole un exilio en la Patagonia. O con qué argumentos refutó a San Martín, lo que le valió que lo deportarán y el General lo encarcelará en Valparaiso.

Ese era Moldes

Un tipo necesario e imprescindible en la gesta americana. Moldes; el que estuvo al lado de Juan Bautista Bustos en Córdoba en los comienzos de la anarquía durante la década del '20 y como sostuvimos, fue incondicional a Dorrego.

Después cuando la guerra bajó el tenor y tuvo que volver a la función administrativa en Buenos Aires, daría la impresión que se aburrió (obviamente estoy ironizando). Y si bien eran tiempos muy complejos, tomó la denuncia como su arma para seguir peleando contra lo que creía que era injusto.

Ya no le entusiasmaba la puja entre criollos. En el fondo, más allá de no haberle perdonado nunca a San Martín el hecho que éste optara otra postura política en el Congreso de Tucumán, sobre todo en la voz de Tomás Godoy Cruz apoyando a Pueyrredón y no dejándolo asumir su banca de congresal, tenía un sesgo sanmartiniano al no querer desenvainar su espada contra hermanos de la patria.

Para "despuntar el vicio" de peleador intransigente les dijo a algunos de sus pares que ostentaban el poder en Buenos Aires: "traidores, coimeros, perversos, mentirosos, delincuentes, ladrones, estafadores", y vaya a saber cuántas cosas más.

Murió envenenado. Estaba solo en su casa. Fue el 18 de abril de 1824. Dijeron que fue un suicidio, aunque todos sabían que lo mataron por decir francamente su verdad.

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