Veinte años de historia de perseverancia e innovación en Mendoza
En memoria de Carlos Caselles, fundador de Bodega Sin Fin, Juan Marcelo Calabria nos trae este sábado otra columna "Vinos & Comidas".
En diversas ocasiones hemos ponderado la innovación y los procesos de transformaciones en los sectores de la gastronomía y la vitivinicultura, aliadas al turismo como pilares fundamentales en la vitalidad de la economía mendocina. Estos procesos de mejora no solo se manifiestan en la mejora constante de los procesos de elaboración o en la introducción de nuevas variedades, sino también en la creatividad para reinventar las experiencias que se ofrecen a los visitantes. Ejemplos como la aparición de nuevas iniciativas emprendedoras, la renovación de tradiciones ancestrales y la puesta en valor del patrimonio natural y cultural, que potencia las rutas vitivinícolas, son prueba de cómo la pasión por el vino y la creatividad están transformando el enoturismo y los mercados actuales ante los grandes desafíos que se presentan en el mundo.
Este dinamismo innovador tiene un impacto directo y significativo en el turismo de la provincia. La oferta diversificada y de calidad, que va más allá de la simple degustación de vinos y platos, atrae a un público más amplio incluido el local, generando un círculo virtuoso de beneficios. Cuando una bodega o un restó ofrece almuerzos con chef´s locales, actividades para jóvenes, o experiencias inmersivas, no solo se beneficia a sí misma, sino que eleva el estándar de todo el destino, consolidando a Mendoza como un referente en la materia, un lugar donde los paisajes enamoran y los sabores conquistan.
El impacto de las rutas del vino y los programas culturales, que resaltan experiencias únicas en nuestra provincia se convierten, también, en un motor de desarrollo que genera empleo en múltiples eslabones de la cadena, desde el viñedo hasta la gastronomía y los servicios turísticos. La posibilidad de que mendocinos y turistas disfruten de propuestas con sello local en espacios abiertos, casas, casonas y residencias tradicionales, o a través de paisajes y sabores, por ejemplo, no solo deleita el paladar, sino que fortalece la cadena de valor, promueve el consumo de productos regionales y estimula la economía en su conjunto, demostrando que la pasión por el vino y la gastronomía, como sucede en muchos lugares del mundo, se traduce en oportunidades concretas para toda la provincia.
Muchos son los ejemplos concretos que a los largo de estos años hemos resaltados desde Vinos y Comidas & Vinos e Historias, en este caso nos parece oportuno rescatar la historia de Bodega Sin Fin, que está cumpliendo sus 20 años de vida y es un fiel reflejo de este espíritu emprendedor que destacamos. Fundada en dos mil cinco por Carlos Caselles, un visionario muy querido por toda la industria del vino, continúa hoy su desarrollo en manos de sus cinco hijos que continúan y amplían ese legado. Esta continuidad familiar no es meramente una sucesión, sino una renovación constante que impulsa la calidad y la calidez en cada botella.
Carlos Caselles.
Es la innovación el motor que les permite, por ejemplo, presentar novedosos almuerzos en su espacio familiar, a cargo del chef Franco García, transformando la visita en una experiencia gastronómica auténtica y hogareña. Así Juan Carlos Caselles, CEO de la bodega, ha destacado en diferentes referencias la gran responsabilidad de celebrar dos décadas de compromiso con la producción de vinos de alta calidad y recibiendo a los visitantes para que se sientan como en casa.
Y es que Mendoza, con sus viñedos, sus caminos del vino, sus experiencias culturales y espacios únicos que se extienden al infinito y más allá con su rica oferta gastronómica y momentos inolvidables. La gastronomía de identidad, que tanto valoramos en estas tierras, es un maridaje perfecto con nuestros vinos, y Bodega Sin Fin lo comprende a la perfección. La propuesta de su quincho familiar no solo deleita el paladar, sino que también enriquece la oferta turística, atrayendo a más visitantes y fomentando un círculo virtuoso.
Estos veinte años de Bodega Sin Fin son, en esencia, un brindis por todo lo que se ha logrado, por los lazos de amistad forjados y por los sueños que aún quedan por cumplir. La bodega se muestra emocionada de seguir creciendo y mejorando, y de continuar compartiendo su pasión por el vino con quienes los eligen, siempre manteniendo esa calidez y calidad que los caracteriza. Es una empresa familiar que ha sabido honrar el legado de sus fundadores al mismo tiempo que se adapta y lidera con nuevas propuestas, reflejando ese espíritu emprendedor que está impreso en la identidad de Mendoza.
Es una invitación a sumergirse en el alma de Mendoza, donde cada sorbo de vino es un viaje de sabores, colores, música y tradición, y cada visita, una celebración. Los veinte años de Bodega Sin Fin son "veinte años llenos de motivos para brindar", un lema que encapsula el espíritu de una provincia donde el vino y la gastronomía son una manifestación cultural y económica que une a las personas y proyecta un futuro para el desarrollo de nuestra provincia, que entrelaza historia de emprendedores con sus sueños y visiones. Por que como siempre decimos nada mejor que un buen vino para contar una buena historia. ¡Salud y a disfrutar Mendoza!