El "aumento" del salario mínimo que en realidad busca ajustar jubilaciones

El Gobierno fijó por decreto el nuevo salario mínimo vital y móvil con aumentos escalonados que no superan el 2% mensual. Ismael Bermúdez, en su columna para Radio Post, advierte que el haber mínimo perdió todo sentido práctico: no alcanza ni para un kilo de bananas y su retraso es funcional a una política que busca contener el gasto en jubilaciones. A esto se suma un escenario de caída de la actividad industrial, alta inflación y expectativas de precios al alza para el resto del año.

El salario mínimo vital y móvil pasó a ser, según el periodista Ismael Bermúdez, una cifra "ridícula" que ilustra el rumbo de la política salarial del Gobierno. Fijado por decreto y no por acuerdo con gremios y empresarios, el nuevo esquema establece incrementos desde abril hasta agosto que no superan el 2% mensual y, además, son decrecientes: comienza con un 1,94% en abril y termina con apenas un 1,3% en agosto.

Bermúdez no duda en calificar este monto como simbólico y desconectado de la realidad. "Con 1.541 pesos la hora no comprás ni un kilo de bananas", ironizó. Para el periodista, el deterioro del salario mínimo viene desde los últimos gobiernos, pero ahora se acentúa como parte de una estrategia deliberada.

El motivo detrás de esta política es fiscal: el haber jubilatorio para quienes se retiraron sin moratoria equivale al 82% del salario mínimo. Es decir, un aumento de este índice impactaría directamente sobre al menos 1,5 millones de jubilados. Para evitar ese ajuste en la base previsional, el Gobierno deprime el salario mínimo, lo que termina afectando también a miles de trabajadores informales, beneficiarios de planes sociales y otros sectores cuyas asignaciones se ajustan con este parámetro.

A este cuadro se suma el deterioro de la economía real. Según datos del INDEC, en marzo cayó la actividad tanto en la industria como en la construcción, con retrocesos del 4% al 4,5% en comparación con febrero. "Marzo suele ser un mes de repunte, pero esta vez fue muy negativo", señaló Bermúdez. A esto se le suma la inflación: mientras el Gobierno busca contenerla, los datos oficiales de marzo marcaron un 3,7% y las proyecciones para abril rondan el 3,2%, acumulando más de un 7% en solo dos meses.

En ese contexto, los aumentos salariales pactados por decreto no alcanzan ni la mitad de ese ritmo inflacionario. Bermúdez lo resume con crudeza: "Lo que se está haciendo no es aumentar el salario, sino licuarlo". A la par, el Gobierno presiona a empresas para evitar remarcaciones, en un intento de sostener el plan económico sin grandes sobresaltos cambiarios. Por ahora, el dólar oficial sigue estable y, según el análisis de las consultoras, no se esperan devaluaciones bruscas, aunque el descongelamiento del tipo de cambio genera incertidumbre.

El panorama para el resto del año no es alentador. Las consultoras que relevan sus proyecciones ante el Banco Central corrigieron al alza sus expectativas de inflación: pasaron del 27,5% al 31,8% anual. Es decir, más de cuatro puntos por encima del objetivo oficial. Aún sin una nueva paritaria formal, el salario mínimo funcionaría como una "ancla" para limitar las demandas de otros sectores. Pero lejos de ser una referencia de bienestar, se consolida como un símbolo de ajuste silencioso.


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