"Espumantes y música clásica": un cierre con calidad, calidez y mejor, en los jardines

El corazón de un populoso distrito guaymallino vibró con la gran gala lírica que protagonizó con calidad y humildad, pero sobre todo con vocación didáctica, el director venezolano Rodolfo Saglimbeni.

Guaymallén cerró su ciclo "Espumantes y música clásica", en su ya emblemática agenda de "Burbujas y sabores", con una gran velada musical a cielo abierto en los jardines de la bodega Vientos Cruzados, en Rodeo de la Cruz.

Las colectividades catalana, hindú y brasilera fueron las responsables de los sabores, que maridados con los vinos de la casa y un espumante de la bodega Familia Valencia.

El corazón de un populoso distrito guaymallino vibró con la gran gala lírica que protagonizó con calidad y humildad, pero sobre todo con vocación didáctica, el director venezolano Rodolfo Saglimbeni.

El maestro Sanglimbeni en movimiento.

Marcelino Iglesias, creador y soporte de un ciclo itinerante que pone en valor a la mejor música y los vinos y espumantes.

"Es un gran pedagogo que enseña y hace amar la música clásica", destacó el intendente Marcelino Iglesias. 

Abajo, sus palabras en donde hizo un balance en torno a la búsqueda de equilibrios entre pandemia y economía, y en las que puso en valor la necesidad de abrir las propuestas culturales amplias, como es "Burbujas y sabores":

Al ritmo de su batuta se presentó el Vivero Musical de la Universidad Nacional de Cuyo, junto al maestro preparador Héctor Colombo y su coordinadora Denise Telli; y las voces de Mariana Rodríguez Rial (soprano), Gloria López (mezzosoprano), Marcelo Zelada (tenor) y Rubén Caparotta (barítono), que deslumbraron al público, que no se privó de aplaudir a rabiar ni se calló a la hora de definir su actuación con reiterados y merecidos "¡bravo1".

El mal tiempo hizo que todo terminara antes. Primero, un fuerte ventarrón se llevó las partituras y los músicos permanecieron incólumes junto a sus instrumentos y en una tarea titánica, continuaron con el concierto. Luego, una repentina lluvia frenó a la música.

Pero los brindis y los postres siguieron en los salones de la bodega, cuyos propietarios gentilmente invitaron a ocupar y conocer hasta que el chaparrón cesó y los jardines volvieron a lucir la frescura de la noche mendocina.

Así y todo, la realización al aire de este evento que engalana a Guaymallén, "la capital del espumante", representó una ganancia total: mejor así; más sano y abierto, además, a la comunidad.

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