En 1966, Rattín humillaba a la reina Isabel II y crecía la rivalidad con Inglaterra

Fue durante la Copa del Mundo en la que la Argentina cayó en cuartos de final contra quien sería finalmente el ganador del torneo: Inglaterra.

Era la tarde del 23 de julio de 1966. El viejo y mítico estadio de Wembley rebalsaba de gente. La gran mayoría eran ingleses. Si bien aún faltaban 22 años para la guerra de Malvinas, la rivalidad con Inglaterra comenzaba a palparse. Aquel día no fue un partido más de la Selección Argentina: se trataba nada menos que de un encuentro decisivo del Mundial '66 y el palco de la reina Isabel II era toda una novedad. Sin embargo, el gran protagonista de aquella jornada histórica fue el gran Antonio Rattín, quien humilló a la monarquía británica ante la mirada de miles de personas. 

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Hasta el minuto 36 del primer tiempo, el encuentro entre Argentina e Inglaterra era muy peleado y marchaba 0-0. Sin embargo, un hecho inesperado sorprendió a todo el estadio e incluso a las cámaras de televisión, que apuntaban al recorrido de la pelota. De manera brusca, los flashes se posaron en Rattín, capitán del seleccionado que en aquel entonces dirigía Juan Carlos "El Toto" Lorenzo.

El árbitro alemán Rudolf Kreitlein alzaba su mano hacia afuera del estadio. Rattín había sido expulsado del encuentro. Sin embargo, el entonces mediocampista de 29 años se negó a salir y discutió con el árbitro durante más de diez minutos.

Como el futbolista del seleccionado no comprendía la decisión de su expulsión, optó por no irse del campo de juego. Como consecuencia, un traductor ingresó para hacer de mediador entre el jugador y el juez. Y para colmo, un grupo de policías también se atrevió a pisar el césped para evitar cualquier tipo de disturbio.

Idas y vueltas. Había bronca y resignación entre los jugadores argentinos. Rattín estaba consternado por la decisión. Y finalmente abandonó el terreno de juego acompañado por Ken Aston, miembro del Comité Arbitral del Mundial '66. En su largo, aunque lento, camino hacia los vestuarios, pasó cerca de un córner. Al notar que había un banderín con un distintivo de Gran Bretaña, la tomó con un poco de desprecio y se marchó. La respuesta del público inglés no demoró en aparecer: silbidos y abucheos. De pronto, y luego de que se reanudara el partido, los espectadores comenzaron a cantar al unísono: "¡Off!, ¡off!, ¡off!".

El show continuó. Mientras la Argentina dirigida por "El Toto" Lorenzo intentaba no sufrir en el juego con un hombre menos, Rattín buscó un lugar para sentarse y seguir atentamente el enfrentamiento, que tenía un clima muy caldeado. De repente, vio una alfombra roja. Era el palco de la reina Isabel II y también su mejor oportunidad para lograr una suerte de "venganza" por la injusta expulsión.

Consciente de que había muchos espectadores ingleses observando, el entonces futbolista de Boca se sentó en la alfombra roja del palco de la Reina. Esta última no estaba presente, pero la acción significó una falta de respeto según los británicos, quienes no dejaron de insultarlo y arrojarle tanto helados como latas de cerveza. Pasados unos cinco minutos, y ante el ataque recibido por las tribunas inglesas, se fue a seguir el partido desde una pequeña ventana del vestuario. La bronca se triplicaría con el correr del tiempo, ya que a los 22 minutos del segundo tiempo, Geoff Hurst convertiría el 1-0 con un cabezazo que descolocó al arquero Antonio Roma. Invadido por la impotencia, Rattín jamás pudo olvidar aquella jornada que daría inicio hacia la histórica rivalidad que hoy hay entre argentinos e ingleses.

Luego del encuentro escandaloso, el técnico británico Alf Ramsey dialogó con la prensa y calificó de mala manera al seleccionado nacional. "Los argentinos jugaron como animales", sostuvo. Pese a que hubo versiones de que durante el duelo hubo gritos del público hacia los jugadores como "¡Animals!, ¡animals!, ¡animals!", lo cierto es que dicha definición surgió a partir del testimonio del entrenador.

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