Aprovechar el miedo para cambiar la Justicia

La comisión, nombrada al efecto por el Presidente, se integra -entre otros- con el abogado defensor de Cristina, en las causas en las que es perseguida penalmente. El manifiesto "interés de parte" en el asunto no parece ser para "quienes van por todo" obstáculo alguno.

Roberto Grillo

Como si el tiempo girara en una eterna noria o, lo que es peor, nos atrapara en un presente eterno, que ya lleva en nuestro bendito país más de 70 años, el gobierno nacional persigue -aggiornando la escenografía- la finalidad de amancebar la justicia, como aquel peronismo del '47.

Esto, en medio de una pandemia que no tiene antecedentes en los últimos 100 años.

Cuando se propaga el pánico a media que arrecian los contagios, por toda la geografía del país y la mayoría de nuestros conciudadanos encuentra restringida su libertad ambulatoria, el binomio presidencial Fernandez -Fernandez lanza su plan de reforma judicial, designando por decreto una comisión de "notables" para reformar la Corte Nacional.

"No se puede hacer política con inocencia", decía Robespierre.

Nadie de buena fe puede dudar que la única finalidad es la de desactivar las causas en contra de Cristina Fernández por corrupción. Temiendo que las causas avancen y las condenas sean inevitables, el control de la Corte es la llave que garantizará la impunidad.

La comisión, nombrada al efecto por el Presidente, se integra -entre otros- con el abogado defensor de Cristina, en las causas en las que es perseguida penalmente. El manifiesto "interés de parte" en el asunto no parece ser para "quienes van por todo" obstáculo alguno.

El resultado de las últimas elecciones provocó una situación inédita en Argentina. La valoración de nuestra calidad democrática será motivo de otro análisis. ("Si no alejamos la indigencia de los procesos electorales, la democracia, se devalúa", decía, Alberdi. ¿Alguien con más méritos?)

Lo cierto es que los imputados por obscenas causa de corrupción están hoy en cargos en los que pueden influir decisivamente sobre sus propias causas.

Hasta quienes han realizado las denuncias y los testigos de esos procesos, dependen hoy de su protección. A pesar de que la prueba que sostiene las acusaciones, es de una contundencia extraordinaria, se busca evitar que los procesos continúen y que la ciudadanía -única pretensora, interesada y destinataria de la independencia de los jueces- pueda conocer la verdad.

"Los Estados sin justicia -advertía San Agustín de Hipona- son como bandas de ladrones".

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