Juan Vucetich

Una nota de Eduardo Da Viá en homenaje a los descendientes de croatas. Vucetich forma parte de la corriente migratoria llegada entre los años 1857 y 1918, identificados como austríacos o austrohúngaros, ya que en ese entonces Croacia formaba parte del imperio Austro Húngaro.

Eduardo Da Viá

Facsímil de la estampilla que en su honor editara el Correo Argentino en 1962 y que, gracias a mi pasión temprana por la filatelia, me permitió conocer a este destacado científico croata argentino.


En homenaje a los argentinos descendientes de croatas

Iván Vucetic, (nombre real) nació el 20 de Julio de 1858 en Lesina, localidad de la isla de Hvar, perteneciente al archipiélago dálmata, región marítima extendida de NO al SE a lo largo del Adriático, hijo de Víctor y de Vicenta Kavacevic. En 1882, procedente de ultramar, llegaba a Buenos Aires, se sabía que el arte de su predilección era la música. Si bien no tenía pretensiones, deseaba iniciarse de inmediato en alguna tarea.

Vucetich forma parte de la corriente migratoria llegada entre los años 1857 y 1918, identificados como austríacos o austrohúngaros, ya que en ese entonces Croacia formaba parte del imperio Austro Húngaro. A su vez, los arribados luego de la Primera Guerra Mundial (desde 1918 en adelante) figuraron como yugoslavos o italianos. Incluso los que llegaron como apátridas amparados por la Cruz Roja durante la inmediata posguerra fueron anotados como yugoslavos, porque las leyes argentinas no registran diferencia entre ciudadanía y nacionalidad; diferencia que sí existe en Europa.

En realidad era croata por linaje pero no por nacionalidad, dado que Croacia en esa época pertenecía al Imperio Austro- Húngaro.

Poco después, aquel joven comienza a trabajar para Obras Sanitarias, donde se desempeñaba como capataz; tenía a su cargo la vigilancia de los trabajos de un determinado número de obreros, demostrando celo en el cumplimiento de su deber.

En 1888, Vucetich, se radica en La Plata, ingresando en los cuadros de la Policía Bonaerense, con la asignación mensual de $ 30 moneda nacional. Se dice reiteradamente como meritorio, dato verídico; aunque es preciso aclarar que lo de tal meritorio constituía entonces una cierta designación pseudo oficial que se atribuía al vigilante o agente de policía alfabeto, ya que sabía leer y escribir, sin plus ni suplemento remuneratorio alguno.

El meritorio Vucetich, entonces, y por orden del Jefe de Policía don Carlos J. Costa, fue destinado a la oficina de Contaduría y Mayoría, a cargo de don Ernesto M. Boero. Y a partir del mes de mayo del año 1889, recibe el nuevo destino en la oficina de Estadística, quedando designado encargado de ella, a partir del 16 de septiembre evidenciaba estar dotado de cierto talento, o al menos, facilidad para las matemáticas.

Como de dicha oficina dependía la sección de Identificación Antropométrica, Vucetich se abocó de inmediato a la redacción de un anteproyecto de reorganización total de la misma (la que comenzó a operar a partir de 1890). Y en el mes de enero del siguiente año, se inicia la publicación del Boletín de Estadística, a su inspiración e iniciativa.

Se puede recordar que a mediados de este año de 1891, Vucetich tendrá la edad de treinta y tres años. Y también resulta oportuno advertir que dicho año está llamado a constituirse en un hito de singular e indiscutible trascendencia científica, de cuna bonaerense y con proyección mundial.

A mediados de 1891, el Jefe de Policía, capitán de navío don Guillermo J. Nunes encomienda a Vucetich la organización de un servicio de identificación por el sistema antropométrico, basado en dos supuestos o leyes: la primera la de inmutabilidad de las dimensiones y relieves de ciertos huesos (durante la edad adulta), y la segunda, la variabilidad de dichas dimensiones en las diferentes personas (motivo por el cual era muy difícil la coincidencia). Las tales dimensiones básicas se reducen a las siguientes (cinco): uno, longitud de la cabeza; dos, de su anchura, tres, longitud del dedo medio izquierdo, cuatro, longitud del pie izquierdo, y cinco, longitud del antebrazo izquierdo.

Sentado esto, y retomando el ámbito temporal aludido (1891), se puede asegurar, en versión unánime, que, a mediados del mismo, visita al Jefe Nunes el ingeniero Francisco Seguí (legislador, periodista y ministro de gobierno bonaerense en la gobernación de Máximo Paz; Seguí nació y murió en Buenos Aires, 1855-1935), hombre culto, erudito y científico de nota. Pues bien este personaje deja olvidado en el despacho de Nunes, nada menos que el ejemplar Nº. 18 (primer semestre), del 2 de Mayo de 1891, de la famosa Revue Scientifique, en el que se publicaba (ps. 557/562) el trabajo titulado Antropoligie: Les empreintes digitales, dapres M. F. Galton, publicación que trataba de la conferencia pronunciada por Francis Galton el 27 de Noviembre del año anterior en la famosa Royal Society de Londres, que luego publicara bajo el título Pautas sobre las marcas e impresiones del pulgar y de los dedos.

Galton (nacido en Birmingham, 1822, y muerto en Londres en 1911, era primo de Charles Darwin), antropólogo, meteorólogo y explorador Enunció las tres leyes fundamentales de la Dactiloscopía: perennidad, inmutabilidad y diversidad infinita.

Cuando Vucetich publica su Dactiloscopía Comparada (siendo director de la oficina de Identificación, trabajo redactado especialmente para el 2° Congreso Médico Latino - Americano celebrado en Buenos Aires del 3 al 10 de abril de 1904 estampa en la misma la siguiente dedicatoria: Al Maestro Mr. Francis Galton.

Refiere Vucetich que, al ojear el jefe dicha publicación francesa, y llamándole la atención tales referencias sobre impresiones digitales, al entregarle el ejemplar le dice que le augura éxito en la tarea de completar, con dicho procedimiento, el sistema antropométrico, y simultáneamente, le vaticina que, quizá el podrá instituir un método o sistema por medio de dichas impresiones digitales.

Y más adelante confiesa Vucetich que él, hasta entonces, poco, o más bien, nada conocía de tales impresiones; pero agregaba, "penetrado de la trascendental importancia que revestían dichas investigaciones", se dedicó por entero, y con ejemplar ahínco, a la tarea de obtener tales impresiones para utilizarlas en el servicio de identificación, clasificando las fichas sobre la base de las cuarenta variedades galtonianas, las que, a su vez, constituyeron una ampliación de los nueve núcleos concebidos por Purkinje en 1983, profesor de anatomía y patología Universidad de Praga y Breslau.

Luego Vucetich habría de tener noticias de otros muchos hombres que prestigiaron el conocimiento científico universal.

Pues bien, el sabio platense se abocó de inmediato a la redacción de las instrucciones para la aplicación del sistema bertilloniano-antropométrica, así como implementó todas las modificaciones que fueran necesarias para la adopción práctica de dicho sistema e incorporó las impresiones digitales para el servicio identificatorio. Y todo, en un proyecto que, aprobado en Agosto del memorable año de 1891, se inaugura el 1ro de Septiembre del mismo.

Así nació la famosa Oficina de Identificación en la que quedaron instituidos los dos métodos (o sistemas): el antropométrico y el otro, el de las impresiones digitales. Tal sistema constaba entonces de 101 tipos. El recordado Faulds dejó rotunda e inconcusa mente afirmado que, por primera vez en el mundo, sin excepción, Vucetich efectuó la aplicación legal y metódica del sistema en la Oficina fundada por él en La Plata, el 1º de Septiembre de 1891.

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El de Vucetich es realmente un verdadero sistema, si por tal se entiende un conjunto de reglas o principios enlazados entre sí (simple, sintético, claro, notorio, universal y que da respuestas a todos los interrogantes, que despeja o desecha cualquier perplejidad o duda, que no ofrece fisuras, reparos ni réplicas, a no ser los provenientes de mentecatos, necios o envidiosos).

Ha quedado demostrado que Vucetich, transcurrido pocos meses, sin ningún previo conocimiento sobre el tema y en los recientes cumplidos 33 años de vida, inaugura la oficina. De inmediato procede a la identificación de 23 procesados en la jefatura, comenzando el día 07 de Diciembre con la identificación de todos los detenidos en la cárcel de La Plata, y en 1892, se identifica al contingente de aspirantes a agentes de Policía. Al final de ese año se habían identificado a 1.462 aspirantes, de los cuales 78 resultaron con antecedentes y uno con nombre supuesto.

Recuerda el sabio que las autoridades judiciales bonaerense en lo penal hicieron un honroso sitio para la identificación dactiloscópica. Así mismo, para la valoración de los indicios o presunciones, el cuerpo del delito deberá constar por medio de pruebas directas e inmediatas y los aludidos incisos o presunciones, que sean al menos dos, excepto las impresiones digitales que podrán ser invocadas como plena prueba. También prevé dicho ordenamiento que, antes de procederse al entierro del Cadáver (occiso) o inmediatamente después de su exhumación, se tomaran las impresiones digitales.

La prueba de fuego insinuada anteriormente tuvo lugar en ocasión de un hecho acaecido en la ciudad bonaerense de Necochea cuando ya desaparecían los matices crepusculares del 29 de Junio 1892, hecho, por cierto, que llenó de consternación, estupor y hasta espanto al vecindario todo y aún hasta a la misma policía lugareña de hace más de una centuria, no acostumbrada precisamente a crímenes tan ignominiosos (como el asesinato de inocentes e indefensos niños

Y obviamente queda des incriminado uno de los imputados, el inocente Velásquez (Pedro Ramón Velásquez, paisano bueno y trabajador, de 45 años de edad, amigo y compadre del honrado y laborioso puestero Ponciano Carballo separado de su joven mujer de 27 años, Francisca Rojas, de 27 años de edad, separada del honrado puestero Ponciano Carballo y a quien Francisca sindicó como autor del hecho, fue imputada de la muerte de sus ahijados, los menores de 6 y 4 años de edad respectivamente, Ponciano (o Ernesto) y Francisca (o Teresa) Carballo y Rojas, asesinados aquel aciago anochecer del 29 de Junio de 1892. cerca del 29 de Junio de 1892, merced a una huella dactilar de sangre que coincidió con su impresión digital.- Después terminaría confesando su autoría y se conocieran las razones -o sin razones- que tuvo la madre para cometer tal espeluznante filicidio, se hiriera a sí misma, simulando un ataque y acusara a un humilde vecino del lugar de la autoría del hecho. Es así que podemos afirmar que Juan Vucetich, sería el primero en introducir en la provincia de Buenos Aires, los principios de la Policía Científica. Hasta aquí, la historia quiere que Vucetich, con sus jóvenes 33 años de vida, haya obtenido un éxito que no en balde trascendió los límites o fronteras de su nación adoptiva (Argentina).

Lo conocí en mi juventud siendo filatelista aficionado, a través de esta imagen de la estampilla del año 1962, del Correo Argentino editada en su honor por ser el fundador del Sistema Dactiloscópico Argentino.

Confieso me impresionó la biografía de este científico, que a pesar de los trastornos que implica la migración y el cambio de idioma y costumbres, supo adaptarse hasta ser plenamente reconocido por sus mismos pares, que suelen ser los más envidiosos del éxito ajeno.

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También me sorprendió otro gesto inusual, cual fue la actitud del Jefe de Policía, capitán de navío don Guillermo J. Nunes cuando encomienda a Vucetich la organización de un servicio de identificación por el sistema antropométrico, confiando en un extranjero que había dado, sin quererlo, pruebas claras de inteligencia, conocimientos y gran capacidad de trabajo.

Recordemos que Juan, en su país natal, recibió solo instrucción primaria, suficiente para saber leer y escribir con cierta soltura.

Su condición de alfabeto fue en principio lo que le abrió las puertas de su brillante futuro.

La inmigración croata benefició a la Argentina con el aporte de la sabiduría, el tesón y la honestidad de muchos de los radicados en distintos puntos del país.

Entre tantos y como médico que soy, destaco a Don Oscar Ivanissevich; hijo de Antonio Ivanissevich y de Elena Defilippis, nació en Buenos Aires el 5 de agosto de 1895 y falleció en 1976.

Fue profesor en las Universidades de Buenos Aires y Nacional Autónoma de México y presidente de la Academia Argentina de Cirugía.

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Desarrolló dos técnicas quirúrgicas que llevan su nombre, una para el tratamiento de la hidatidosis pulmonar y otra para el del varicocele, ambas de repercusión internacional

Personalmente tengo la suerte de mantener estrecha relación con una familia de estirpe croata, especialmente con los tres hermanos que constituyen la antepenúltima generación, dos de ellos varones son mis grandes amigos y la dama es nada menos que prima política a raíz de su matrimonio con un primo hermano mío, lamentablemente fallecido.

Se trata de la familia Petrich, Simón, el padre, Roberto, Jorge y Ercilia sus hijos, a quienes dedico este escrito con todo afecto.




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