Mendoza está fea y abandonada
El concejal de la Ciudad de Mendoza Gustavo Gutiérrez ofrece aquí su visión crítica sobre como encuentra a la capital mendocina.
Mendoza está cada día más fea, más sucia, más opaca. No se ha conservado el patrimonio histórico, arquitectónico y cultural. Es imprescindible poner la atención en la ciudad para que no continúe la decadencia que comenzó hace muchos años. Los sucesivos gobiernos se vanaglorian de su belleza, pero abandonan aquellos espacios que son fundamentales para el gozo de los habitantes y de los turistas que llegan hasta aquí.
Cuando hablamos de patrimonio decimos que es un conjunto de bienes, tanto naturales como culturales producidos por el ser humano. Entre los componentes del patrimonio cultural tangible, durante la última década se han incorporado nuevas categorías como paisajes o itinerarios culturales, que extienden la noción de patrimonio a la escala territorial e incluyen la interacción permanente entre el hombre y la naturaleza.
Pero esto no se cumple ya que la mirada languidece en el Parque General San Martín, el Cerro de (las otras) Glorias y las ruinas del Zoológico.
La imagen visual del parque que tanto costó realizar se ha visto deteriorada por la construcción de mega edificios que suplantaron a las mansiones históricas que no impedían el disfrute de la observación del mismo y de la cordillera.
El parque tiene 394 hectáreas de bosque, cómo es posible limitar esa vista, y su disfrute. En poco tiempo más, el actual círculo policial, que fue una donación de terrenos del parque para una institución civil, se va a transformar en otra mole de cemento y plástico.
Si nos adentramos en el espacio verde se observa la pérdida de especies forestales que fueron traídas con un gran esfuerzo de diferentes partes del mundo, para constituir lo que es hoy este pulmón gigante de la ciudad de Mendoza. La quinta y sexta sección que colindan con el parque ya tienen problemas de riego por modificaciones que se han hecho en la calle Boulogne Sur Mer para facilitar la construcción de estas torres. La destrucción del patrimonio cultural y arquitectónico se extiende también a la avenida Emilio Civit.
En el oeste de la ciudad existen barrios privados que por su propio reglamento interno no podían construir en altura, sin embargo, han solicitado y conseguido autorización para levantar edificios en el piedemonte mendocino.
En cuanto al zoológico, se ha transformado en un predio abandonado y hace unos años era un paseo de gran belleza. En 1900 se realizaron los bosquecitos, viveros y un sector de árboles frutales. Más allá del cambio cultural respecto del cautiverio de los animales que es respetable, era un patrimonio botánico. Hoy está cerrado y abandonado.
Otro hecho para analizar es lo ocurrido durante la gobernación del Ingeniero Cobos, donde se hizo una ampliación del parque hacia el sur (usar como referencia canal Frías y el colegio Liceo Agrícola) que hoy está abandonado. Se ha transformado en un depósito de basura y escombros. Cualquier ciudadano puede acercarse y corroborarlo.
Observando el centro de la ciudad podemos asegurar que termina en la avenida San Martín, porque hacia la costanera es tierra de nadie. Tenemos el pozo de los Maristas, allí se perdió un edificio emblemático con su portal histórico. Paradójicamente la empresa propietaria es la misma que en Córdoba proyectó el Patio Olmos.
Otro edificio cuasi abandonado es donde se desarrolló durante años la Dirección de Turismo que recibió orgullosamente a los turistas y ha sido vaciado y sustituido por una precaria casilla en la Plaza Independencia.
Está claro que los gobiernos no establecen políticas a largo plazo de cuidado del patrimonio como sí ocurre en gran parte del mundo. Existen convenios a los que la Argentina ha adherido, pero en Mendoza no se respetan y no es que haya salido todo mal. Hace algunos años se consiguió revalorizar el Colegio Nacional Agustín Álvarez que hoy está nuevamente en proceso de abandono.
Hay mucho para decir, tanto más que preservar, no podemos vivir con una imagen orgullosa de una ciudad que va languideciendo.
Sin embargo, muy cerca de la ciudad de Mendoza, en el departamento de Godoy Cruz se están haciendo cosas distintas y mejores. Vamos a mencionar puntos de contacto. La ex bodega Arizu está convirtiéndose en un complejo cultural, deportivo, claramente popular manteniendo la fachada. Los espacios del ferrocarril como el Parque Benegas no han sido destinados a construir torres sino a lugares de esparcimiento para el disfrute de la comunidad. Cientos de terrenos o corazones de manzana se han transformado en pequeños edificios de unos pocos pisos que han modernizado la ciudad y generado viviendas más accesibles que la de los grandes edificios.
En el mundo, los gobiernos y las poblaciones convergen en la idea de la conservación del patrimonio cultural y arquitectónico. Paradójicamente en Mendoza, la misma que perdió la mitad de la población con el terremoto de 1861 y luego padeció la epidemia de cólera, que en diciembre de 1886 desencadenó un enorme flagelo, se pensó y se ejecutó una ciudad para el futuro.
Lo que nos llama la atención es que Mendoza siguió en crecimiento ya que en los años 1940 se comenzó a planificar una ciudad donde se consideró un área metropolitana por encima de los límites departamentales.
Hoy le estamos dejando a las próximas generaciones una ciudad que carece de atractivos. con unas pocas excepciones. De hecho los mendocinos con recursos se van a vivir a otro lado como Luján, Maipú y Godoy Cruz.
No dejemos que el tiempo y la desidia dilapiden la fortuna de la ciudad que le ganó al desierto y se sobrepuso a los avatares del tiempo.
Una ciudad con un patrimonio descuidado, ignorado o en franco estado de abandono dará una imagen de pobreza no sólo material sino, particularmente, espiritual.