Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago, entre apariencia y falsedad
José Jorge Chade y una nueva columna analítica y de reflexión.
Tarde o temprano en la vida todos hemos tenido que lidiar con una persona ambigua, alguien cuyos pensamientos y sentimientos nunca fueron realmente claros o, peor aún, finalmente revelaron ser exactamente lo contrario de lo que sucedió en la superficie. Cuando cae la máscara y descubrimos el verdadero rostro de la persona que traicionó nuestra confianza, la decepción y la sensación de traición pueden ser grandes, especialmente si habíamos invertido mucho en esa relación y creído en la relación con esa persona determinada, sean estos familiares, personajes políticos, amigos, etc.
Pensando en el concepto de falsedad, me viene a la mente una hermosa cita de Luigi Pirandello: "Aprenderás por las malas que en el largo camino de la vida encontrarás muchas máscaras y pocos rostros". Cuando me preguntan: cuál son las características que más aprecias en una persona, la respuesta que siempre he escuchado es: "sinceridad", "honestidad". Al parecer, son las cualidades que más buscamos en las personas que queremos en nuestro entorno. Pero la realidad es que estamos rodeados de demasiada hipocresía: existen personas falsas e hipócritas, ¡no tiene sentido negarlo!
¿Cuáles son entonces algunas características de las personas falsas? ...digamos que podemos definir a una persona como "falsa" cuando tiene tendencia a presentar ante los demás una construcción de sí misma, una máscara que oculta su verdadera personalidad. Al relacionarse con los demás, una persona falsa no deja lugar a la autenticidad y la espontaneidad, sino que intenta regular sus comportamientos para obtener un efecto específico en los demás. Por ejemplo, puede parecer extremadamente amable y afable con las personas que odia o colmar de elogios a alguien sólo para obtener un favor o quedar bien. En el lugar de trabajo puede explotar esta actitud de forma manipuladora para obtener alguna ventaja.
La persona falsa, en las relaciones, puede ser sumamente mentirosa. Tiende a presentar una realidad distorsionada a los demás y se aprovecha de la confianza que se le brinda. Por otro lado, sólo en raras ocasiones y con gran dificultad consigue establecer relaciones auténticas:
Primero que nada, no le interesan mucho los vínculos afectivos, aunque exprese lo contrario (si no hay beneficio, considera inútil la amistad);
En segundo lugar, reconocer aspectos positivos en los demás significa que una persona falsa se deja consumir por la envidia y el sentimiento de inferioridad. De hecho, quien es falso no es capaz de alegrarse sinceramente por los demás.
El egocentrismo de las personas falsas suele estar relacionado con rasgos narcisistas: los narcisistas hacen todo lo posible para ganarse la admiración debido a su baja autoestima básica. En los casos más graves, la tendencia a manipular puede estar tan arraigada que indica un cuadro de "narcisismo maligno" (versión más grave) o incluso de psicopatía o sadismo.
Pensemos al porqué podemos volvernos falsos. Nadie nace malvado, manipulador o envidioso. Aunque la genética contribuye significativamente al desarrollo de la personalidad, el papel del entorno casi siempre tiene un impacto mayor. Algunas ideas desarrolladas en el campo psicoanalítico y psicopedagógico pueden ayudar a comprender por qué algunas personas construyen una personalidad falsa. El psicoanalista Donald Winnicott, por ejemplo, acuñó el término "falso yo". Se trata de una estructura de personalidad alternativa a la real, que algunas personas desarrollan para adaptarse a un entorno familiar que no les acepta tal como son.
El niño, para mantener el vínculo con sus padres, intenta adaptarse a sus necesidades y a lo que cree que esperan de él. A veces estos padres están demasiado distraídos, deprimidos o ansiosos para adaptarse a la verdadera personalidad del niño, que siente que puede ser abandonado si realmente se expresa. La necesidad de vigilar el entorno lleva a la persona a desarrollar ansiedad, tensión y necesidad de control interpersonal.
Existen comportamientos que delatan a las personas falsas. Lamentablemente, los falsos amigos a veces se esconden entre amigos, familiares o en el entorno laboral y social, por lo que debemos tener mucho cuidado. Siempre son personas simpáticas y amables y de vez en cuando tienen un estallido de agresividad que nos deja atónitos. Esto sucede porque mantener un comportamiento no espontáneo, siempre fingiendo, equivale a vivir en un escenario. Esto implica mucha tensión que, como una goma elástica, se rompe de vez en cuando. Es muy difícil reconocerlos INMEDIATAMENTE, también porque aquellos que son falsos logran disfrazarse muy bien, tan bien que a veces podemos dudar de nuestro juicio.
Si una persona que consideramos nuestro amigo habla de esta manera despectiva de nuestros otros amigos o conocidos, uno se pregunta cómo hablará de nosotros... eso pensamos muchas veces. Si su palabra puede ser tan falsa, tarde o temprano también nos tocará a nosotros, siempre y cuando le demos la espalda. La suya es simplemente una astuta estrategia para centrar la atención en el otro para no resaltar sus discrepancias o comportamientos.
Tiene un aura de superioridad moral
Quienes son falsos suelen estar a medio camino entre el narcisismo y la superioridad intelectual. Su nivel de arrogancia lleva a muchas personas a sentirse inferiores, inmaduros o no lo suficientemente buenos. Es la clásica persona que no duda en reprocharnos cualquiera de nuestras acciones, palabras o actitudes.
Todo le está permitido
Existen reglas y regulaciones, pero sólo para otros. La persona falsa está convencida de que está por encima de la ley simplemente porque, en su opinión, tiene un sentido innato de la ley y la moral.
Siempre tiene una excusa a mano
La persona falsa casi nunca reconoce sus errores, ni siquiera ante la evidencia. No se disculpa ni admite su responsabilidad, al contrario, continuamente utiliza excusas para justificarse. Para él las circunstancias son siempre un atenuante y los errores nunca dependen de él.
Haz lo que digo pero no lo que hago
Podemos definirlo como el clásico lema que caracteriza a las personas falsas. Sus acciones casi nunca coinciden con sus palabras. Esto se debe a que su principal objetivo es quedar bien y cumplir con las expectativas de otras personas.
Hace cumplidos de "doble filo"
¡Qué bonita es tu casa! Qué importante es tu Institución! , sería importante que interactuemos... Así habla la persona falsa porque, te lo cuente o no, le importa muy poco lo que tienes o haces. ¡
Carece de consistencia
Una de las señales más evidentes de que estamos en presencia de una persona falsa es la falta de coherencia. Estas personas no tienen valores definidos a los que adherirse. Se mueven de un contexto a otro con mucha fluidez, intentando estar en todas partes y hacer de todo, pero nunca dedicándose de lleno a ninguna causa o proyecto. No saben lo que realmente les importa y pueden poner excusas o culpar a otros cuando no cumplen con los plazos o no obtienen resultados.
Bibliografía: Ensayo investigativo de Ana María Sepe, psicóloga e fundadora de la revista Psicoasvisor, Cesena, Italia, 2020.