Liberar a Cristina Kirchner: ¿Hay pasto seco para que se expanda un incendio?
Se convoca "al pueblo" a acompañar a Cristina Kirchner a notificarse de su condena en Tribunales, pero todo está teñido de una falsa espontáneidad, un deseo de vigencia y de actitud pre evolucionaria que parece no ser real. El análisis de Gabriel Conte.
El peronismo organiza una movilización para acompañar el miércoles a Cristina Fernández de Kirchner a los tribunales porteños de Comodoro Py con la idea de generar un efecto que presione a la Justicia a que la suelte y no deba cumplir su condena. En caso de que el objetivo principal no funcione, al menos para que se genere una conmoción social lo suficientemente fuerte como para obtener respaldo en las elecciones. llenar el Congreso de gente propia, de tal modo de torcerle el brazo a Javier Milei y su propuesta política. ¿Y si eso tampoco llegara a funcionar? Bueno, eso no ha sido calculado.
A simple vista, lo que el Partido Justicialista tiene a mano es una posibilidad doble: reorganizarse, postegando las profundas diferencias internas que lo han roto en espacios antagónicos y conseguir más bancas en todos lados, para mantener capacidad de manejar el paso o bloqueo de proyectos del gobierno nacional, principalmente y, si se puede, contagiar para abajo a provincias y municipios: resistir la ola mileísta y subsistir, básicamente.
Pero para tener éxito en la jugada del miércoles también dentro del peronismo se sabe que hay que despertar la idea de una insurrección social más allá de sus propias fronteras, en defensa de la imagen de Cristina Kirchner.
Allí está lo difícil.
Algunas encuestas -de encuestadoras inclusive favorables a su sector de pensamiento- han indicado que la mitad de la gente cree que está bien condenada por delitos que sí cometió. Pero hay algo más fuerte: dentro del propio PJ que preside en público se muestran comprometidos con respaldar a La Cámpora, su núcleo duro, pero en privado parecen soñar con una vuelta de página que termine con la hegemonía kirchnerista y el nacimiento de otro peronismo: evolucionar, como lo ha venido haciendo a lo largo de su historia, ubicándose más cerca de las ideas imperantes en el mundo en cada momento.
De hecho, se percibe un poco forzado que los liderazgos "fuertes" en el PJ lo representen personajes tales como Juan Grabois o Guillermo Moreno, que ya se probaron ante el electorado y obtuvieron, según como se lea, un respaldo mínimo simbolico o un rechazo masivo. O que lo sea Sergio Massa, desde su fracaso no solo como candidato presidencial sino como ministro de Economía, y que se sienta en la mesa nacional del PJ como presidente de otro partido, el Frente Renovados. Y más retorcido aun es pretender que al PJ lo herede el hijo de su actual presidenta, cuando ya sea inhabilitada: Máximo Kirchner.
A todo esto hay que sumarle el rol de los "peronistas que gobiernan". Salvo el gobernador riojano, el resto se mueve por la situación o bien distraído o portando la peluca de Milei. Son los que sí fueron votados por la gente y los que no están espontánemente al frente de la marcha del viernes.
La principal armadora, Anabel Fernandez Sagasti, acaso, no llega a Buenos Aires con "Mendoza detrás", sino habiendo salido cuartos en las elecciones más recientes con el peor resultado de la historia y tras unas PASO divididos en cuatro, sumado a que la presidencia del partido local esta en manos de gente contraria a La Cámpora.
Video: la organización en Mendoza de "Cristina Libre"
#MendozaConCristina#ArgentinaConCristina #CristinaLibre
— Marisa Garnica , (@MarisaGarnica) June 14, 2025
Organizándonos! pic.twitter.com/Kg4os25Qy6
Aquí apareció una palabra clave rumbo al miércoles: espontaneidad.
El kirchnerismo está llenando de cartelitos, pasacalles y hasta calcomanías en los supermercados con frases pidiendo un "17 de octubre" para Cristina Kirchner, pero todos surgidos desde el núcleo duro de su militancia. El problema propio esta en que, esta vez, no les alcanzará autopercibirse "el pueblo", sino que necesitarán que alguien más se les sume desde afuera, sin sellos detrás, espontáneamente.
Y eso no está.
No hay vocación de bronca suficiente contra el gobierno nacional. Ni pueden catalizar a la misma gente que, por ejemplo, salió a reclamar por las universidades cuando se anunció que se les daría tanta autonomía que tendrían que gestionarse sus propios recursos.
Un botón de muestra fue que el vandalismo protagonizado días atrás contra los canales 13 y TN lo tuvieron que ejecutar jefes y no bases acólitas: eran exfuncionarios, dirigentes, los que cumplieron "la misión" de señalar violentamente al enemigo que investigó a "la jefa" y obligo a la Justicia a actuar. No había "pueblo" ahí, sino burócratas con salarios que multiplican varias veces el límite de la pobreza, acomodados aun hoy en altos cargos, después de las derrotas.
Pasacalle "espontáneo".
No hay pasto seco para propagar un incendio. No hay tierra fértil para generar una revolución con base en el pensamiento derrotado en las elecciones. Ocurre lo mismo que cuando Grabois intentó que brotara perejil en huertas sociales plantadas bajo la sobra de carolinos: una ilusionismo, un acting insuficiente. Una misa partidaria con falsos creyentes, infieles alrededor de los más enardecidos fanáticos.