Quiénes, por qué y a qué envían a la Argentina como embajadora a la polémica Bárbara Figueroa

Hay polémica no solo en Argentina por la nominación de Bárbara Figueroa como embajadora chilena. También se discute puertas adentro de la coalición que llevó a Gabriel Boric a La Moneda. La derecha trasandina directamente no la considera capaz.

Mientras el gobierno de Gabriel Borich en Chile y, en especial, su Canciller Antonia Urrejola, le ponen paños fríos a la polémica que despertó el anuncio de la designación de la sindicalista Bárbara Figueroa como embajadora en Argentina, Memo reconstruyó, con la ayuda de expertos chilenos en su vida política el camino que la llevó a ser mencionada para un puesto que aun no está confirmado como propio.

El camino recorrido lo contaron en el espacio radial "La Picada" este mediodía Gabriel Conte y Santiago Montiveros, junto a Ricardo Montacuto, conductor del programa "Te digo lo que pienso" por radio Nihuil. Escuchá el audio haciendo clic aquí o abajo:

Allí se dio cuenta de quién es Figueroa y por qué su nombre señalado para la embajada en Argentina también generó polémica en su país, detrás de la cordillera.

Es que más allá de sus méritos personales, esta docente de Filosofía de 42 años acredita solamente antecedentes de militancia sindical en la Central Unitaria de Trabajadores, la "CGT" que controla el Partido Comunista en Chile. Fue su secretaria general en algún momento y continúa vinculada a las relaciones internacionales de es entidad. Pero no tiene base diplomática.

Aunque en los medios salieron a la luz actitudes altisonantes de su parte, como gritos e insultos a personas contrarias a su núcleo ideológico, ese no es el mayor tema en discusión en Chile en torno a su designación.

Lo que sucede es que la Embajada en Buenos Aires es considerado un "premio alto" para quien sea designado allí. Por ejemplo, algunos analistas trasandinos llegaron a señalar que "el único antecedente de un cago tan alto para un integrante del Partido Comunista (PC) fue la designación de Pablo Neruda en 1971 como embajador en Francia, a la que renunció al año siguiente". De allí que se analiza que podrían haber buscado a una persona con mayores antecedentes, ya que Neruda, en su tiempo, llegaba precedido de su fama internacional como poeta, por lo menos, y no solo por su lealtad, militancia o pertenencia partidaria.

Figueroa integró la lista de seis personas propuestas por el PC para integrar el gabinete de Gabriel Boric, pero no fue considerada. Los datos más "argentinizadores" de la nominada para la Embajada son que se la vincula con la jefa de Asesores del "Segundo Piso" del nuevo mandatario, Lucía Dammert, una socióloga conocida en Mendoza ya que hizo toda su carrera universitaria en la UNCuyo, y con la CGT, lo que piensan que le abre una puerta con el peronismo.

Además, militó para Óscar Daniel Jadue, el otro candidato comunista que perdió la interna con Boric, integrante del ala más tradicional y ortodoxa del partido. Jadue y todo el PC quedaron heridos cuando el presidente Boric criticó, se diferenció y condenó a las dictaduras chavistas y a Cuba y, de hecho, los mandatarios de Venezuela, Nicaragua y la isla caribeña no aistieron a su toma de posesión, a pesar del hilo de afinidad que el joven presidente no niega con la izquierda y de su homenaje a Salvador Allende, a cuya nieta -Maya Fernández- nombró en su gabinete nada menos que como jefa de las Fuerzas Armadas, en el cargo de ministra de Defensa.

Puede que sea -sostienen en la esfera gobernante en Santiago- un "premio" a los más afines al chavismo, una forma de congraciarse con Jadue para contener la alianza de izquierda que gobierna y su caudal de 700 mil votos. 

La derecha chilena la "cancela", directamente, por sus antecedentes militantes gremiales. Pero la izquierda tiene dudas en torno a si Bárbara Figueroa es la persona ideal para representar a Chile en Argentina.

El problema es que en pocos días más -el 5 de abril- Boric realizará su primer viaje de Estado a la Argentina y es atendible que quiera tener el asunto resuelto y, de ser posible, sin tanto ruido político interno en su frente, en su país y el país que visitará.

De allí que enviar a una "chavista" o al menos a alguien que no condena las prácticas del chavismo, y que se planta masivamente contraria a la oposición argentina para ocupar tan alto cargo, podría acarrearle más problemas que soluciones en la vinculación binacional, sobre todo cuando no hay nada dicho en torno a quién gobernará la Argentina desde el año que viene.

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