Sarmiento y la Patagonia

La historiadora Luciana Sabina analiza la controversia que involucró a Domingo Sarmiento en torno a las tierras patagónicas y las pretensiones de Chile sobre ella.

Luciana Sabina

Exiliado en Chile, Sarmiento estuvo atento a la expedición colonizadora que el país envió a la región de Magallanes en 1843, fundando Fuerte Bulnes. Hacia 1848 aquella población se trasladó algunos kilómetros, tomando el nombre de Punta Arenas. La ocupación se basó en el principio jurídico res nullius (de nadie), aceptado universalmente en ese momento, según el cual cualquier nación podía apoderarse de espacios inhóspitos. Nos guste o no, todo el territorio patagónico era considerado espacio vacío, tierras en manos indígenas que nunca habían sido conquistadas por los españoles, y debido a esto no pertenecían ni al Río de la Plata, ni a Chile. Serían del primero que se estableciera.

Recién cinco años más tarde Rosas, a través de la Cancillería, presentó a Chile una protesta formal, alegando derechos argen­tinos sobre la zona. A raíz de esto, el 11 de marzo de 1849 Sarmiento publicó en su periódico La Crónica un primer ar­tículo al respecto, titulado "Cuestión Magallanes". Allí defen­dió la postura chilena. Siendo justo y objetivo señaló que desde 1585 nadie había establecido ocupación en la zona; que el acto de soberanía hecho por Chile fue reiteradamente men­cionado en la prensa y en los mensajes presidenciales; a pesar de lo cual el Restaurador no se manifestó. Rosas, guardando silencio durante años, había consentido el avance trasandino y reclamaba algo sin mostrar títulos o antecedentes de dominio. Además, agregó Sarmiento, se preocupaba por reclamar territorios al extranjero mientras que el corazón de la Argentina era tierra de malones y montoneras. Consecuentemente recomendó al Restaurador encargarse de poblar el Chaco, el Río Negro y las fronteras interprovinciales. En otras palabras, recordó al gobierno de Buenos Aires que no podía con lo que tenía y pretendía más, para también dejarlo en el rotundo abandono.

Por entonces Francia e Inglaterra -en pleno despliegue imperialista- veían en Hispanoamérica a un conjunto de na­ciones jóvenes padeciendo las vicisitudes propias de toda infan­cia, e intentaron establecerse en la zona. Los mapas británicos, galos, norteamericanos y alemanes de entonces muestran a la Patagonia como res nullius, con lo cual podrían haberla ocupa­do tranquilamente. Urgía establecerse en la zona, y era Chile el único país con cierta estabilidad política y en condi­ciones de hacerlo. La ocupación de la boca del estrecho resultó sorpresiva para los europeos y tuvo un efecto disuasivo. Toda la Patagonia podría haber corrido la misma suerte que Malvinas.

Bonne, M. Carte du Chili depuis le Sud du Perou. 1780.

Bonne, M. Carte du Chili depuis le Sud du Perou. 1780.

En respuesta a la publicación sarmientina, Rosas hizo fun­dar en Mendoza un diario: La Ilustración Argentina. Bajo la dirección de Bernardo de Irigoyen, quien fue el primero en referirse como "traidor" a Sarmiento. Aunque para los rosistas cualquiera que pensara diferente era "traidor a la Patria".

El Restaurador terminó elevando un pedido para extraditar al sanjuanino. Expresando que Chile no podía seguir albergán­dolo porque turbaba la paz entre ambas naciones, con lo cual había violado el derecho de asilo. Los trasandinos no dieron lugar al pedido, alegando que allí existía libertad de prensa.

Rosas jamás pudo demostrar que esa zona nos pertenecía porque efectivamente no nos pertenece. Pero el tema no terminó allí.

Tres décadas más tarde, durante la presidencia de Sarmiento, los chilenos sufrieron de cierta fiebre imperialista y reclamaron derechos de base risible sobre la Patagonia argentina. Para esto esgrimieron artículos en la prensa chilena de antaño, en los que don Domingo había derramado su tinta e ingenio. La situación era compleja para el sanjuanino: la Guerra del Paraguay aún no había concluido y los opositores -apro­vechando la coyuntura- buscaron despedazarlo. La palabra "traidor" volvió a lacerar al coloso cuyano.

Buscó entonces demostrar que jamás escribió a favor del do­minio chileno sobre nuestro suelo. Para eso encargó a Félix Frías -embajador en Chile- revisar cuidadosamente los artículos cuestionados. El viejo diplomático concluyó que efectivamente no existía ningún comentario referido a la Patagonia. En todos, Sarmiento refería a de los derechos chilenos sobre la zona específica del estrecho de Magallanes. A pesar de esto, muchos siguen considerándolo un traidor que quiso entregar el sur. 

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