Baglini tenía razón: así es el candidato chileno que puede ser presidente a los 35 años

Arrancó su carrera política como un dirigente universitario de ideas muy radicalizadas, pero a medida que fue ganando espacio en cargos de mayor importancia su discurso se fue moderando, tanto para ser considerado hoy un candidato de centroizquierda.

Edu Gajardo (desde Chile)

Hay pocos casos en los que una teoría política se puede verificar con ejemplos tan claros y hoy es posible verlo con el caso del Teorema de Baglini y el candidato a presidente chileno Gabriel Boric.

Hasta hace un par de años eran un joven político con ideas radicalizadas, que llegaba al Congreso jeans y un corte mohicano en la cabeza. Hoy es un candidato moderado, que intenta mantener controlados a los sectores de izquierda más extremos y que optó, incluso, por un cambio de look.

La razón para el cambio que ha experimentado este joven, que puede ser electo presidente del vecino país con tan sólo 35 años, se debe a que con el paso del tiempo sus posibilidades de ejercer el poder se fueron acrecentando, especialmente impulsadas por los cambios que pidió la sociedad chilena después del estallido social.

Palabras más o menos, la esencia del teorema de Baglini es que el grado de responsabilidad de las propuestas de un dirigente político es directamente proporcional a sus posibilidades de acceder al poder. Ese es el claro ejemplo de lo que sucede con Boric. Pasó de ser un dirigente estudiantil (del movimiento del cual emergieron dirigentes como la comunista Camila Vallejos), a convertirse en diputado en representación de la Región de Mallaganes, extremo sur de Chile, con una mayoría impresionante.

Después del estallido social y ante el pedido de alternativas al poder actual, entre los nuevos nombres que surgieron apareció el de Boric como una opción para la izquierda. En esos tiempos, tal como se lo recuerdan hoy sus contrincantes, el joven candidato apoyaba a Nicolás Maduro y ponía en valor las ideas de la izquierda. Era confrontativo y en más de una oportunidad se cruzó fuerte con la derecha parlamentaria.

Antes de las primarias el candidato comunista Daniel Jadue aparecía en las encuestas como la figura política con más opciones de ser presidente, pero al momento de ir a las urnas Boric lo superó y se instaló en un lugar que ni el mismo se esperaba. 

Desde ese momento, el discurso cambió. Aunque desde el Partido Comunista lo presionan para brindarle su apoyo, optó por mantenerlos alejados de la campaña, a pesar que a través de los medios lo "apuran" y lo llaman a hacer cumplir el plan de gobierno que Jadue tenía planeado.

Ese Boric más moderado sumó puntos y comenzó a posicionarse como una alternativa con reales opciones de ser presidente, especialmente en un escenario de polarización en el que los sectores que han gobernado Chile desde la vuelta a la democracia quedarían -hasta ahora- fuera del balotaje.

Por eso, mientras José Antonio Kast (el otro candidato que iría a segunda vuelta), radicaliza su discurso e incluso reivindica la dictadura de Pinochet, Boric sigue moderando sus palabras y, por ejemplo, condenó las elecciones en Nicaragua y apunta a las violaciones a los Derechos Humanos en Venezuela, a pesar la presión de algunos sectores del Partido Comunista para que no condenara a Daniel Ortega.

En ese contexto, no son pocos los que dicen que se convirtió en "amarillo", calificativo que se le da a los dirigentes ambivalentes, aunque los sectores más radicales también lo usan para calificar a los traidores. 

De hecho, el cantante Jorge González, líder de Los Prisioneros, banda chilena que desafió la dictadura con su música en los '80, dijo que era "Yellow", pero considerando el escenario actual de posibilidades es "el mal menor".

En ese mismo sentido, el ex ministro de Hacienda chileno y exrepresentante del FMI para el conosur, Nicolás Eyzaguirre, consideró en una entrevista que Boric es directamente un candidato de centroizquierda y está bien que le digan "amarillo", porque el único radicalizado es Kast.

Finalmente, esta semana el candidato de Apruebo Dignidad no dudó en salir a quitarle su apoyo a Karina Oliva, una candidata a senadora de extrema izquierda por Santiago (defensora de Maduro y del régimen cubano) que fue cuestionada por sus altos gastos en campaña, los cuales alcanzaron a los US$167.000. Al enterarse de la denuncia pública, no esperó ningún pronunciamiento de la justicia electoral o penal y directamente le retiró su apoyo y pidió que la gente vote a los otros candidatos del sector.

Con estos ejemplos sobre la mesa, que pueden ser decenas más si se comienza a hilar más fino, nos damos cuenta que Baglini tenía razón. La posibilidad de ser presidente obligó al candidato de las promesas radicales a aterrizar su campaña, cambiar su plan económico, hacer un discurso dirigido a los empresarios y bajar algunos cambios respecto a la forma en que se mejorará el sistema de pensiones. En este último punto, recalcó que habrá cambios a las AFP, pero que el dinero que existe en el sistema pertenece a los chilenos y no será expropiado por el Estado.

Si se hace una línea de tiempo, veremos como con el paso del tiempo Boric vino desde el lado izquierdo extremo hacia el centro, tanto así que se abre la puerta para negociar en una segunda vuelta con los partidos de la ex Concertación. Mientras más se acerca al poder, más aterrizado es su discurso y con menos fuegos artificiales. No deja de ser un representante de la izquierda, pero está absolutamente dispuesto a discutir su programa de gobierno para sumar a los sectores que están más a su derecha y así acceder al poder.

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