Verónica Álvarez, la camionera
Marisa Zambrini nos trae una historia particular y única: una mujer que resume la conmemoración de este 8M: el caso de Verónica Álvarez.
Verónica Alvarez es una desconocida. No la esperan periodistas a la salida de su casa ni recibe aplausos. Es una historia verdadera y un canto de esperanza. En el día de la mujer traemos este relato de una luchadora.
Verónica es hija de padres viñateros, la menor de tres hermanos. Asegura sonriente que tuvo una infancia feliz. Después sobrevino un mal matrimonio que dio como fruto tres hijos. Más tarde una separación, a raíz de la cual tuvo que criar sola a sus hijos y también cuidar a su padre durante cuatro años durísimos.
Transcurrido ese tiempo, Verónica comenzó a replantearse su exigua situación económica. El primer paso que dio fue emigrar a la ciudad para trabajar en servicio doméstico, cuidado de adultos y niños. Un tiempo después estaba cansada de trabajar sin futuro y empezó a buscar otro rumbo. Se preguntaba qué podía hacer y su pasión por los camiones fue decisiva. Le gustó tanto la idea que comenzó a dar los primeros pasos.
Antes que nada, debía sacar el carnet profesional. No fue sencillo, pero lo consiguió. Era el comienzo, pero no alcanzaba, necesitaba práctica, manejo y viajes. En la búsqueda encontró a quien le dio trece clases de manejo viajando a Buenos Aires y Rosario. El recorrido no fue lineal, llegó la pandemia y un año en pausa, pero no abandonó el objetivo que se había propuesto.
Cuando comenzó a normalizarse la situación volvió a su cometido. Era el momento de buscar trabajo en una actividad masculinizada. Le aconsejaron que fuera a Arroyito porque allí había muchas empresas de transporte donde podía presentarse. Allá fue y trabajó de remisera mientras esperaba. Al fin, un día recibió la convocatoria desde Río Cuarto, tantos curriculum había mandado que alguno había llegado hasta allá.
Consiguió su primer trabajo que fue muy duro, no estaba habituada al campo. Unos meses después decidió volver a Mendoza a reencontrarse con sus hijos.
En la provincia reanudó la búsqueda laboral y la empresa de transportes Lizana le abrió las puertas. Todavía trabaja allí. Las rutas internacionales, en esta oportunidad fueron el gran desafío. Cuando habla sonríe orgullosa y dice que es muy respetada en la ruta porque ella anda con lona, no en un automático y eso se valora. "Soy una más de ellos" agrega con firmeza.
Cuando se le pregunta por lo negativo de la actividad explica con humildad que los sitios de descarga no tienen baños ni duchas para mujeres, pero confía en que eso va a cambiar.
Verónica se siente orgullosa y se emociona al hablar de sus hijos, que comparten la ruta con ella, han seguido su camino. "Este trabajo trajo a mi hogar la unión familiar y mientras los huesos me den no me pienso bajar del camión".
Una mujer valiente, resiliente, madre, camionera y modelo de superación. Es su historia un homenaje a todas las mujeres.