Radicales, entre el vértigo de Manes y la nueva oportunidad de Morales

Los radicales han visto crecer su capital en el territorio nacional, pero no les alcanza para conseguir encabezar las fórmulas presidenciales de Juntos por el Cambio. Las figuras de Morales y Manes, y el rol de dos mendocinos que ya trabajan con el jujeño.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

El radicalismo se ve redimido por un resurgimiento de dirigentes que generan expectativas en diversos puntos del país. Su extensión territorial y experiencia de gestión son su principal capital y eso es lo que le ofrecieron en su momento a un PRO al que le cuesta salir de su rol casi municipal en la Ciudad de Buenos Aires, y a una identidad corta en la línea de tiempo: sus dirigentes acreditan pasados contrapuestos dentro del período de los 40 años de la democracia recuperada en 1983.


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Así es que a los macristas la pelea interna los condiciona, mientras que a los radicales esa práctica parece darles motivos para seguir viviendo má de 100 años después de su inicio en la historia política argentina.

El triunfo de la UCR en la interna de La Pampa reciente, sumado a figuras que avanzan a nivel nacional, como Rodrigo de Loredo, Carolina Losada, Martín Tetaz, Facundo Manes y Gerardo Morales, sin olvidar el rol del mendocino Alfredo Cornejo, entre otros, les está levantando la autoestima.

Del otro lado, dentro de Juntos por el Cambio, dos dirigentes oriundos del peronismo, como son Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, intentan despegar y encabezar la fórmula presidencial en medio de acusaciones que se neutralizan mutuamente.

En ese contexto, la "bajada" de Cornejo a competir por la gobernación de Mendoza dejó el campo liberado para que la disputa por la presidencia la encabecen solo dos figuras: Morales y Manes.


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Sin embargo, los datos dan cuenta de un fuerte ataque sobre el bonaersense que es una incorporación desde afuera de la política y que, por ello, sufre todo tipo de descalificaciones y lo peor que puede suceder: ridiculizaciones debido a sus frases y su relato personal. 

Pero hay algo que golpea más fuerte a Manes y es su idea de prescindir de la grieta y retomar valores socialdemocráticos de la UCR. Allí sufre dos consecuencias: el de los tiempos, corridos hacia el liberalismo y con el desdibujamiento de la socialdemocracia en el mundo; y lo otro es que no parecen tener plafón aquellos que no estén en la fuerte dicotomía "kirchnerismo - antikirchnerismo".

En este punto, Manes sufre de vértigo: llegó a escalar en la consideración y a ser medido en las encuestas, a ser imitado en la TV y, con ello, penetrar en el país y el Conurbano como personaje en discusión, pero ahora no sabe cómo bajarse. Sus dotes personales como intelectual que superó obstáculos, han quedado paralizados en la cumbre.

Por su parte, Morales avanza dentro del corralito que la sociedad le ha puesto al radicalismo. No puede salir demasiado de su zona de confort, pero le juega a favor de continuar siendo el candidato con más apoyo el hecho de estar en la grieta, gracias a su pelea con Milagro Sala, un símbolo, pero además por apelar a la mística partidaria y "vender" su gestión como gobernador de Jujuy, que se percibe como activa e innovadora.

Morales ha sumado a dos mendocinos que conocen el territorio nacional y sobre todo, a la dirigencia radical, y que tienen capacidades adecuadas. Se trata de Julio Cobos, cuyo aporte es simbólico aun hoy a raíz de su performance como vicepresidente de Cristina Kirchner y su oposición a la Resolución 125 que lo instaló en el escenario nacional, situación que desaprovechó para sí mismo. El otro es Luis Borsani, un radical que fue diputado nacional pero, sobre todo, un administrador del bloque y de la Cámara, con trato personal con todos los sectores y capacidad de organización logística, como la desplegada con el lanzamiento presidencial de Ernesto Sanz, del que fue armador, y que luego no fue respaldada por la sociedad.

A pesar del entusiasmo que les otorga a los radicales la información que llega desde provincias en donde suman legisladores y apoyo, a pesar de deserciones payasescas y que se ven como oportunistas, como la de Ricardo (el hijo de) Alfonsín, que pide la disolución de Juntos por el Cambio, les tocará luchar contra los algoritmos que manejan las discusiones sociales sobre la política, qué hacer y qué no, las "cancelaciones" que surgen desde las redes y el corrimiento hacia la derecha del electorado.

Si Manes consigue saber cómo bajarse, el radicalismo tendrá que tenderle un auxilio suficiente para que no se vaya de la política justo cuando habían conseguido sumar a alguien de afuera. Y si Morales se consolida, el paso siguiente será asegurarse una vez más como compañero de fórmula capaz de sumar, como ya lo fuera de Roberto Lavagna en 2007, aunque con nulo éxito.


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