Expedición al centro de esquí abandonado

Más allá de su ubicación y a más de 3000 msnm, Vallecitos fue abandonando con los años por aquellas precipitaciones y paquetes de nieve que hicieron de este lugar uno de los destinos turísticos más importantes de Mendoza. La crónica de Viajeros Comunes para Memo, que incluye video.

Viajeros Comunes

Hace poco más de 10 años, las condiciones climáticas modernas obligaron al centro de esquí Valles del Plata o Vallecitos a cerrar sus puertas y andariveles. Más allá de su ubicación y a más de 3000 msnm, Vallecitos fue abandonando con los años por aquellas precipitaciones y paquetes de nieve que hicieron de este lugar uno de los destinos turísticos más importantes de Mendoza.

Vallecitos se encuentra a 79 km. de la ciudad capital de la provincia de Mendoza y fue para propios y extraños una parada obligada junto a la naturaleza y a la incalculable belleza que proporciona su geografía.

Amantes del esquí, con un par de amigos buscábamos desde hace tiempo volver a sentir esa sensación de vértigo y adrenalina que alguna vez y, con menos edad, supimos disfrutar.

Emprendimos el viaje y tras un par de horas desde la ciudad de Mendoza y varias curvas en constante ascenso arribamos a aquel antiguo y ya abandonado centro de esquí.

Era mediodía. Descendimos de la camioneta y por unos minutos solo observamos aquel paisaje que tanto nos había regalado en el pasado y que prácticamente la retina había olvidado.

Trastos viejos en algunos sectores y algún edificio precario adornaban aquel sector del Cordón del Plata.

Sin medios de elevación, la tarea sería mucho más ardua. Cargamos nuestras tablas de esquí y nuestras botas al hombro y marcamos visualmente aquel recorrido que nos llevaría hasta lo más alto de las antiguas pistas. La naturaleza nos había regalado un temporal como no ocurría hace mucho tiempo y debíamos aprovecharlo. Para eso estábamos aquí.

Entre la nostalgia y el motor emocional que nos impulsaba arrancamos nuestra travesía. Caminamos y por momentos se dificultó el recorrido. La gran cantidad de nieve hacía que el paso, si bien era cansino, terminara hundido en aquel oro blanco. Pero había tiempo para descansar, hidratarse y seguir.

Tras más de dos horas alcanzamos la cumbre de un lugar fantástico, lleno de historias corroídas por el tiempo y con un nuevo relato que se estaba escribiendo. Volvimos a respirar hondo e inhalábamos aire puro. No nos podíamos quejar, éramos felices; otra vez.

Nos calzamos nuestras botas y tablas de esquí y emprendimos nuestro retorno. Descendimos por la añeja pista La Morena y conectamos con La Canaleta. No fueron más de diez minutos de una sensación única y de una sonrisa eterna, sabiendo de que la misión estaba cumplida.

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