Cómo aprovechar el orujo de uva para producir carne y leche

Permite obtener excelentes resultados productivos, económicos y mejorar la calidad nutracéutica de las carnes y leches.

El orujo de uva permite obtener excelentes resultados productivos, económicos y mejorar la calidad nutracéutica de las carnes y leches, al utilizarlo como alimento de las vacas. Así lo destaca este lunes un informe de Aníbal Fernández Mayer, del INTA, para La Nación.

"Por cada 100 kilos de uva que se procesa, se generan entre 10 y 30 kilos de orujo. Todos los orujos representan un serio problema en el medio ambiente para la industria vitivinícola. De ahí la importancia de transformarlos en carne o leche ni bien se generan", destacó.

Asimismo, el autor de la nota distinguió distintos tipos de orujo, remarcando que de todos ellos, el que más se emplea para alimentación del ganado es el virgen o natural "porque no tiene ningún grado alcohólico ni conservantes y es muy rico en azúcares". 

La calidad del orujo varía mucho de acuerdo al tipo de uva (tinta o blanca), variedad de uva y del procesamiento que haya sufrido. El orujo tiene valores medios de proteína bruta (10-14%) y excelentes niveles de fibra detergente neutra (45-55%). 

"Sin embargo, la presencia de un alto porcentaje de lignina (30-35%) eleva significativamente la fibra detergente ácido (45-50%) y con ello, se reduce su digestibilidad y energía (45-55% y 1,08-2 Mcal EM/kg MS, respectivamente). En tanto, los valores de grasas son regulares a buenos (6-11%)", añadió.

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Para alimentar al ganado con orujo, el autor de la nota sostiene que es conveniente extraer y eliminar el escobajo (previo al proceso de vinificación) para mejorar considerablemente la calidad del orujo (mayor digestibilidad y palatabilidad).

"Los orujos frescos o ensilados son los mejores para alimentar a bovinos para carne o leche. Sin embargo, se deben respetar algunos límites de consumo para lograr el máximo aprovechamiento", continuó Fernández Mayer.

En resumen, el orujo de uva empleado en forma adecuada, similar a lo que ocurre con otros subproductos frutihortícolas, permite obtener excelentes resultados productivos, económicos y mejorar la calidad nutracéutica de las carnes y leches. Y ello produce grandes beneficios en la salud humana, además de reducir la contaminación del medio ambiente.

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