La verdadera crisis de la fecundidad: no es una elección, es una imposición
Un nuevo informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas revela que millones de personas en todo el mundo no renuncian a tener hijos por decisión propia, sino porque las barreras económicas, sociales y estructurales les impiden ejercer su derecho a formar una familia.
El relato de una generación que "elige" no tener hijos está profundamente equivocado. Así lo sostiene el nuevo informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), publicado el 10 de junio bajo el título "La verdadera crisis de fecundidad". Lejos de tratarse de una tendencia voluntaria, la caída sostenida de la natalidad responde a restricciones estructurales: falta de apoyo estatal, condiciones laborales precarias, discriminación de género y una creciente incertidumbre frente al futuro.
Según los datos del informe, en 1950 las mujeres tenían en promedio cinco hijos. Para 2024, esa cifra cayó a 2,5, y se prevé que llegará a 2,1 hacia 2050: el umbral mínimo para sostener la población. Mientras tanto, muchos gobiernos encienden alarmas por las consecuencias económicas de este descenso -como la reducción de la fuerza laboral y el aumento del gasto previsional-, sin atender la causa de fondo: las personas quieren tener más hijos, pero no pueden.
Una encuesta global, una verdad incómoda
Para indagar en esta paradoja, la UNFPA, en alianza con la consultora YouGov, encuestó a más de 14.000 personas en 14 países que representan un tercio de la población mundial. Los resultados son contundentes:
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El 39% de las personas dice que tendrá menos hijos de los deseados por razones económicas.
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El 21% menciona el desempleo o la inestabilidad laboral.
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El 19% señala el miedo al futuro -conflictos armados, crisis climática y desastres económicos- como motivo para postergar o renunciar a la maternidad o paternidad.
"Esto no es una historia sobre personas que renuncian a la maternidad o la paternidad, sino sobre personas a las que se les impide ejercer ese derecho", sintetizó la directora ejecutiva del UNFPA, Natalia Kanem.
Una maternidad frustrada
El informe también preguntó a personas mayores de 50 años si lograron tener la cantidad de hijos que deseaban. El 31% respondió que no. A su vez, casi uno de cada cuatro encuestados reconoció haber vivido un momento en el que deseaba tener un hijo, pero no pudo.
Además, la encuesta reveló que el deseo de formar una familia está vigente: la mayoría aspira a tener dos hijos, aunque el pesimismo sobre la posibilidad de lograrlo prevalece. El 18% cree que no podrá alcanzar ese objetivo, mientras que un 37% mantiene la esperanza y un 45% no respondió.
Culpabilizar a las mujeres, otro síntoma del problema
El estudio también expone una narrativa persistente: la culpabilización de las mujeres por la caída de la fecundidad. Aunque enfrentan obstáculos similares a los de los hombres para concretar su proyecto familiar, ellas cargan con la mayor responsabilidad y estigmatización.
En los medios y análisis económicos se repiten argumentos que responsabilizan a las mujeres por "elegir" priorizar su carrera o postergar la maternidad. Sin embargo, el informe muestra que casi una de cada cuatro mujeres no puede decidir libremente sobre su salud sexual y reproductiva, ni sobre el uso de métodos anticonceptivos.
Además, el trabajo de cuidado no remunerado -realizado mayoritariamente por mujeres- representa entre el 5% y el 9% del PBI mundial, y limita su participación laboral, económica y reproductiva.
Embarazos no deseados, la otra cara del mismo problema
El informe también advierte sobre otro fenómeno preocupante: la alta tasa de embarazos no planificados. Las proyecciones del UNFPA indican que casi la mitad de los embarazos en el mundo no son intencionales, una cifra que pone en evidencia la falta de autonomía reproductiva.
En este contexto, la agencia llama a repensar el enfoque de las políticas públicas: en lugar de hablar de "explosión" o "hundimiento demográfico", propone colocar en el centro los derechos y deseos de las personas, no las necesidades del mercado o del Estado.
Una invitación al debate global
La "crisis de la fecundidad" no es una cuestión de voluntad individual, sino de condiciones sociales. Y si los Estados desean revertir la tendencia, deben atender las verdaderas causas: inseguridad económica, falta de servicios de salud reproductiva, desigualdad de género y precariedad en el cuidado.
"Una cosa es creer, otra es poder", concluye el informe. Y hoy, millones de personas en el mundo no pueden.