Argentina: la Economía y la Política

Pedro Albitos es el presidente del Instituto Argentino de Energía General Enrique Mosconi, y aquí analiza y opina sobre la situación del país.

Pedro Albitos

No puede haber Economía sana sin respeto presupuestario, sin moneda y sin endeudamiento prudente. La idoneidad para ocupar cargos públicos es una exigencia inexcusable; y el mérito debería impulsar a los mejores al funcionariado del Estado. 

La publicidad de los actos de gobierno es un dogma republicano que debe cumplirse, porque asegura la transparencia. Nada de lo mencionado se cumple en el orden nacional y además se insiste desde hace décadas una y otra vez en imponer en la Economía ideologías y recetas extremas y contrapuestas que fracasan reiteradamente, y que está reñidas con el "buen gobierno". 

Un caso notable ha sido y es la falla crónica en el tratamiento de la inflación, erradicada en el mundo y entre otros por nuestros vecinos regionales. 

La pobreza, el desempleo, la deserción escolar y la emigración eran temas que considerábamos ajenos y lejanos años atrás y hoy nos muestran con crudeza su existencia y crecimiento siendo éstos lo peor de las caras de nuestra decadencia. 

Hay que asumir el fracaso para poder superarlo. Dejemos de lado la pandemia como pretexto -uno más- porque no figura en el origen de los males que comentamos. El dogmatismo se está imponiendo sobre la razón; y ese no es el camino para solucionar estos grandes males que aquejan a la República. 

Nunca podremos edificar un gran país con progreso económico y justicia social sin una Economía sana. La solución debe venir de la Política y nuestra Constitución es sabia cuando establece en su artículo 38 que los Partidos Políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático. Y es importante destacar que la Constitución da el carácter de "institución fundamental" a los Partidos Políticos; no así a los espacios políticos que puedan constituirse con finalidades electorales o meramente coyunturales entre dos o más partidos. 

La fortaleza de cada "espacio político" estará dada por la fortaleza de los partidos que la componen y no la inversa. Es obvio entonces que es la Política la que debe cambiar e intervenir para reconciliarse con las reglas de la economía, que ha sido el fundamento del desarrollo que admiramos en otros países. 

El IAE MOSCONI desde 1983 realiza estudios y diseños de política focalizados en el sector de la Energía; pero en su larga experiencia institucional ha comprendido que no habrá nunca un sector energético sano sin una Economía nacional saneada que le dé sustento. 

Una manifestación concreta de esa falla de la política argentina de estos tiempos se observa con nitidez en la inoperancia de la dirigencia para evitar la actual "Crisis de los Subsidios Energéticos" que ha tomado estado público a raíz de las diferencias entre funcionarios de alto rango dentro del equipo económico del gobierno. 

El uso de subsidios hacia la oferta en lugar del subsidio a la demanda; el subsidio hacia los ricos que ha denunciado el Ministro de Economía; la utilización de subsidios cruzados en contra de la legislación vigente, el congelamiento crónico de tarifas, los proyectos extravagantes de infraestructura y la caída constante de la producción de gas, petróleo y biocombustibles son los síntomas de esa profunda crisis. Y es por eso que IAE MOSCONI entiende que son las dirigencias políticas democráticas y republicanas las que deben lograr, entre los partidos que representan, acuerdos políticos de largo plazo que resuelvan definitivamente los desequilibrios de la Economía que perturban el funcionamiento de la Nación generando incertidumbre sectorial, caída de la actividad, disminución de la inversión y pobreza creciente. 

Es evidente que los acuerdos que logren los dirigentes políticos para ser ejecutados requieren la manifestación previa de una voluntad programática expresa que debe ser manifestada claramente en las elecciones nacionales. 

Es necesario desterrar la práctica común en Argentina durante el siglo XXI que ni los espacios políticos ni los partidos expliciten sus plataformas programáticas; porque esto va en contra de la buena práctica democrática y por lógica consecuencia de la calidad de los gobiernos. 

Las próximas elecciones de medio término ofrecen la oportunidad para que esas ideas sean exhibidas y propuestas a la consideración y respaldo de los votantes. Se impone una mejor práctica política: "más y mejores programas de gobierno para superar nuestros problemas crónicos; y menos propaganda política vacía para ganar la elección".

Las próximas elecciones adquieren una singular importancia porque se votará además eligiendo implícitamente entre dos concepciones que son opuestas. Una de ellas quiere imponer su objetivo de concretar un nuevo contrato social, es decir, una nueva Constitución que impondrá sustituir la democracia representativa por una pseudo democracia de mayorías que una vez instalada, su líder se reelegirá hasta convertir su cargo en vitalicio y hereditario y eliminar los tres poderes independientes que se controlan recíprocamente. 

La víctima será el Poder Judicial convertido en un servicio administrativo de justicia, retrocediéndose así a épocas anteriores a Montesquieu. Quienes defienden en cambio el valor de la Constitución Nacional deberán poner sus mejores esfuerzos para que sus principios continúen vigentes. 

La crisis actual demanda acuerdos amplios entre los dirigentes de los Partidos Políticos de convicción democrática, representativa y republicana para que ellos confluyan proponiendo soluciones y reformas razonables y concretas para problemas añejos, recurriendo a las sanas reglas de la macroeconomía que exige nuestra apremiante realidad.

EL AUTORPedro Antonio Albitos, es abogado, egresado de la Facultad de Derecho de la UBA. Dedicado especialmente al asesoramiento de empresas comerciales y atención integral de procesos concursales. Titular de un Estudio Jurídico que atiende asuntos civiles, comerciales y laborales. Es el vicepresidente primer del Instituto Argentino de Energía General Enrique Mosconi.

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