Desmantelando a la Policía

El analista político Roger Senserrich, de Politikon.es, pone en foco las consecuencias del asesinato a manos de policías de George Floyd. En EEUU se trabaja en reformas que involucran al sector policial de manera masiva. en todo el territorio. "Los sindicatos policiales parecen tener sólo dos preocupaciones: maximizar los salarios de sus miembros y hacer todo lo posible para proteger a sus miembros de acusaciones de abusos".

Roger Senserrich

En noviembre del 2012 el departamento de policía de East Haven, Connecticut (donde vivo) firmaba un acuerdo con el departamento de justicia (DOJ) del gobierno federal de Estados Unidos.

El acuerdo era la culminación de una investigación abierta en el 2009 por parte de la división de derechos civiles del departamento de justicia sobre las persistentes denuncias contra el East Haven Police Department (EHPD) por discriminación racial, incluyendo controles de tráfico concentrados en latinos, agresiones, registros sin justificación y confiscación de bienes. Tras dos años de pesquisas, DOJ publicó un detallado informe confirmando que la policía local de East Haven era poco más que una turba de racistas violentos.

Cuando DOJ emite un informe así, el siguiente paso es (casi siempre) una denuncia en un tribunal federal contra el gobierno municipal. Las ciudades saben que van a perder el caso sí o sí, porque primero, el gobierno federal puede sepultar a cualquiera con abogados, y segundo, la DOJ sólo interviene cuando es obvio y evidente para todo el mundo que un departamento de policía está fuera de control. Con estas expectativas, lo que hacen es firmar un consent decree (acuerdo de consentimiento), un paquete de reformas pactado con el DOJ para limpiar el departamento cuyo cumplimiento será vigilado por un juez federal.

Pueden leer el acuerdo que firmó East Haven aquí - son 55 páginas de reformas detalladas sobre qué debe hacer el municipio para reformar la policía. Gracias a la investigación y a este paquete de medidas, varios agentes acabaron en la cárcel, la mitad de los policías del departamento fueron despedidos, y todos sus líderes perdieron su trabajo. El juez dio por finalizado el acuerdo y la supervisión federal del EHP a finales del 2017.

Reformando departamentos de policía:

Hubo una época en que esta clase de intervenciones federales en departamentos de policía locales eran relativamente comunes. La administración Obama, como parte de las reformas impulsadas post-Ferguson, inició multitud de esta clase de investigaciones; la administración Trump, como parte de su feliz sabotaje de todas estas reformas, hace años que no lanza ninguna.

En un mundo normal en el que el gobierno federal de los Estados Unidos fuera mínimamente sensato y competente, los activistas de Black Lives Matter mirarían al gobierno federal. Los consent decrees, parte del paquete de medidas anti-crimen de Clinton de 1994, habían funcionado bien. El EHP era, a todos los efectos, una organización podrida, mafiosa, corrupta y racista, profundamente disfuncional; la intervención federal fue a todos los efectos una demolición controlada del cuerpo, seguida por cinco años de reformas vigiladas y tuteladas por un juez.

Estos días, sin embargo, no hay nadie en DOJ que tenga la más mínima intención de denunciar o investigar al departamento de policía de Minneapolis, por muy disfuncional que sea, así que los líderes de la ciudad sólo tienen una alternativa: desmantelar el departamento por completo y empezar de nuevo.

Aunque esto parezca radical y fuera de lo común, no es en absoluto una medida sin precedentes. El ejemplo más celebre y más citado estos días es el de Camden, New Jersey, una ciudad que fue durante mucho tiempo como la capital americana del asesinato debido a su alta tasa de homicidios. En Camden estaban hartos de su policía, un cuerpo conocido por su incompetencia, altísimos salarios, y cerrazón a cualquier reforma, así que, en vez de un conflicto inacabable con el sindicato policial, cerraron el chiringuito y contrataron un departamento nuevo al condado con salarios más bajos pero muchos más agentes uniformados. La tasa de homicidios ha caído dos tercios desde entonces, así que supongo que no les ha ido mal del todo. En la oleada de protestas recientes, Camden no ha tenido ni saqueos ni disturbios.

La barrera sindical

Soy un firme defensor de los sindicatos y de los derechos de los trabajadores, pero lo cierto es que los sindicatos de policía en Estados Unidos hace tiempo que dejaron de actuar como sindicatos y pasaron a convertirse en algo parecido a una banda pseudocriminal. El movimiento sindical americano ha dejado de considerarlos como organizaciones aliadas.

Una y otra vez, los sindicatos policiales parecen tener sólo dos preocupaciones: maximizar los salarios de sus miembros, incluso a costa de mantener fuerzas policiales extraordinariamente pequeñas bajo cualquier criterio racional, y hacer todo lo posible para proteger a sus miembros de acusaciones de abusos, no importa lo cafres, racistas, o alocadas que estas sean. El presidente del sindicato en Minneapolis, un tal Bob Kroll, ha sido acusado en 29 ocasiones de abusos y mala conducta, para que os hagáis una idea de la clase de organización que es el MPD estos días.

Los "union contracts" en Estados Unidos van mucho más allá de los convenios colectivos en España en muchos aspectos, y tienen fuerza de contrato vinculante entre las partes. Los sindicatos policiales intentan incluir (y lo consiguen casi siempre) cláusulas que delimiten los procedimientos disciplinarios cuando un agente es acusado por mala conducta, con procedimientos que inevitablemente protegen al agente más que a sus víctimas. Hace un par de años un estudio de la universidad de Chicago analizó el efecto de los derechos sindicales en Florida después que una sentencia judicial autorizara que los sheriffs pudieran afiliarse. El resultado fue un aumento del 40% del número de incidentes violentos protagonizados por agentes. Hay otros estudios que señalan un efecto parecido en el número de muertes de civiles a manos de la policía. No hay efecto apreciable alguno en la tasa de criminalidad.

"Defund the Police"

Cuando se habla (o hablamos - defund the police es algo que Working Families Party, donde trabajo, tiene como prioridad estos días) de desmantelar los departamentos de policía en Estados Unidos los activistas no están pidiendo una vuelta ingenua a una utopía autogestionada hippy sin agentes del orden, sino una apuesta decidida por acabar con esta clase de departamentos.

Muchas ciudades en Estados Unidos tienen departamentos de policía profundamente disfuncionales y racistas, con una cultura interna más cercana a un ejército de ocupación que un cuerpo policial. Son agencias que a menudo actúan de forma abiertamente hostil a los políticos que en teoría las dirigen. En Minneapolis el MPD tenía la costumbre de dejar de responder con prontitud a cualquier llamada de emergencia proveniente de un distrito con un concejal que les criticara demasiado. En Nueva York, los líderes sindicales del NYPD hablan abiertamente del alcalde como "el enemigo". Dado que el gobierno federal ni está ni se le espera y que años de quejas, súplicas, comités de supervisión de civiles y jefes de policía "reformistas" no han cambiado nada en absoluto, lo mejor que se puede hacer es francamente volarlos por los aires y substituirlos por algo distinto.

¿Con qué exactamente? En el lado operativo, con un departamento de policía más reconocible en un país europeo, mucho menos agresivo, mucho menos militarizado, y mucho más cercano a la comunidad. Esto en muchos casos querrá decir más policías, no menos, pero sin los altísimos salarios y pensiones que cobran ahora, y más gasto en servicios sociales, salud pública y educación. El ejemplo más obvio es dar más dinero a programas de ayuda psicológica y salud mental. Los policías en todo Estados Unidos son demasiado a menudo los que tienen que responder a esta clase de problemas, con resultados a menudo trágicos. Redirigir fondos de policía a salud pública ahorra dinero y es más eficaz.

En el lado administrativo, la solución variará mucho entre jurisdicciones. Camden pudo reformar su departamento "pasándoselo" al condado, pero en otros lugares (como Connecticut) los condados no tienen policía propia. En Minnesota, los sheriffs del condado por lo que sé sólo se ocupan de cárceles, lagos (en Minnesota hay montones de lagos), y juzgados, pero es poco probable que puedan asumir la responsabilidad de vigilar Minneapolis. La legislación estatal sobre quién tiene la potestad de disolver una agencia municipal varía enormemente, no sólo de un estado a otro, sino entre ciudades. El gobierno americano, en agregado, es una enorme sopa de letras lleno de abogados, así que se van a divertir todos mucho.

¿Son esta clase de reformas necesarias? En muchas, muchas, muchas ciudades del país sí lo son. No en la mayoría (espero), pero sí en muchos lugares. Que esta clase de medidas tan drásticas no sólo estén siendo debatidas, sino que siendo incluso aceptadas en muchas ciudades, es muy buena noticia.

Sobre si "defund the police" es el mejor eslogan posible lo podemos hablar otro día, pero si estoy escribiendo sobre esto ahora mismo es porque muchos en Twitter lo habéis visto y habéis reaccionado. Malo no es.

Bolas Extra:

  • Desde que vivo en East Haven sólo me ha seguido un coche de policía una vez. Volvía a pie de hacer la compra y un coche patrulla dio varias vueltas a la manzana siguiendo hasta que volví a casa. Creo que fue menos por racismo y más ante el increíble hecho de que había un peatón. El consenso, por ahora, es que el EHP ha cambiado a mejor, y las reformas se han mantenido.
  • Parece que estamos empezando a ver en los sondeos el impacto que los disturbios están teniendo en la carrera presidencial: muy mal para Trump. El presidente no tiene la culpa directa de nada de lo que ha sucedido, pero su respuesta ha sido tan errática y fascistoide que le ha acabado por hacer daño. Mira que era fácil evitarlo (dar un par de discursos llamando a la calma), pero Trump es incapaz de hacer estas cosas.
  • Ha habido un goteo de líderes republicanos de peso dando señales claras que no votarán a Trump en noviembre, incluyendo el último presidente de su partido.
  • El congreso está empezando a debatir un paquete de reformas sobre policía y orden público esta semana, porque las protestas funcionan y los políticos se las toman en serio. Por supuesto, la administración Trump se opone a todo, e insiste que todo esto del racismo policial son imaginaciones vuestras.
  • Mitt Romney siempre me ha caído bien; si no lo apoyé el 2012 es porque Obama me parecía mejor candidato. Este fin de semana estaba en las manifestaciones de Black Lives Matter en Washington, porque es un hombre decente.

EL AUTOR. Roger Senserrich es politólogo, por mucho que insista en hablar un poco de todo. Dejando de lado una extraña obsesión con los ferrocarriles, su principal interés es la interacción entre sistemas políticos y economía, y cómo las instituciones favorecen o obstaculizan la elaboración de buenas políticas públicas. Actualmente vive en New Haven, Connecticut, trabajando como coordinador de programas y lobista ocasional en CAHS, una ONG centrada en temas de pobreza. Podés leer sus columnas en Politikon.es haciendo clic aquí.

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