Día de la Mujer: celebrando la desigualdad

Un día cargado de regalos, saludos especiales pasando por clases de yoga hasta "actividades al aire libre" que requieren un esfuerzo económico y de creatividad que agradecemos, con el mismo ímpetu para aclarar que nada de eso es necesario.

Laura Romboli

"No hay barrera, cerradura, ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente". Virginia Woolf.

Cada vez que lo recuerdo vuelvo a sentir las palpitaciones a punto de estallar que tuve ese día, mientras disimulaba delante de mi hija que todo estaba bien. En realidad, todo comenzaba a estar en su lugar y eso me tranquilizaba, pero lo que no sabía que lo que acaba de hacer provocaría, semanas después, mi despido del trabajo.

Atardecer de un 8 de marzo, recostadas mirando en el celular qué hacía la gente en la ciudad. Cuando, de pronto, apareció un posteo de un grupo de personas con las que trabajaba festejando el Día de la Mujer. "No entendieron nada", les respondí. "Ese día no se celebra" dije. Abracé a Martina y sonreímos con la certeza que la travesura nos volvía cómplices para siempre y fuertes a las consecuencias, si las tuviera. Y acá las tuvo. La gerencia a cargo de realizar dicho evento tomó nota de mi provocación y a su manera me lo hicieron saber. En un mes quedaba libre de "culpa y cargo" en ese lugar y con el tiempo aprendí a recordar con gusto ese momento.

Si lo piensan bien, tomar el Día de la Mujer como motivo de festejos no parece de lo más adecuado. Recibir regalos y felicitaciones por ser una fémina, resulta extraño.

Celebrar un día perfecto donde -por un instante- no hay discriminación, con regalos de flores, chocolates y descuentos simplemente por "ser mujer", es completamente absurdo. ¿Y mañana qué? ¿Volvemos a la "normalidad" de ser consideradas inferiores, débiles, combativa, feministas, histérica, insoportables y poco inteligentes?

No, no me subo a ese tren que busca exacerbar el lado femenino, que no hemos elegido, para convertirlo en motivo de celebración. Una idea equivocada que, musicalizada con la canción de Arjona, se transforma en la peor pesadilla -afortunadamente- solo por 24 horas.

El Día Internacional de la Mujer existe y sirve para concienciar y visibilizar que aún falta mucho para lograr la igualdad de género en todos los ámbitos y sectores de la sociedad. Es un día de reflexión en el que puedo afirmar que no quiero ser hombre, quiero ser mujer, pero con los mismos derechos. Es con hombres y mujeres que el mundo puede ser mejor.

Habrá quienes, para defenderse de intensas como yo, dirán que nunca estamos conformes. Como una defensa desesperada de un acusado en un mal día, argumentarán haciendo un bosquejo de lo que para ellos es el feminismo y se refugiarán en conceptos extremistas como forma de mitigar la falta de respuestas.

"¡Uhhh, bueh, no hay nada que les venga bien!" nos dirán para acabar la conversación.

No odio a los hombres y mucho menos quiero exterminarlos. No busco hacer pis de pie ni que ellos lo hagan sentados. No quiero que se arrodillen ni que sufran ni se humillen. No me gusta el letrero "Sólo chicas" bajo ninguna circunstancia.

No busco ser superior... busco ser igual.

Necesitamos vivir en una sociedad donde hombres y mujeres vivan libres de cualquier tipo de violencia. Todos merecemos el mismo respeto.

Para eso también sirve este día, para comprometernos a construir un mundo más justo para nuestros hijos y así poder darles muchos más abrazos de libertad, como aquel que le di a mi hija el día que comprobé que el 8 de marzo no hay nada que celebrar.



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