La Administración Pública y el "efecto Mateo": una deuda con el mérito y la motivación

Mauricio Castillo pone el dedo en la llaga en torno a cómo se valora (o no) el desempeño en el empleo público.

Mauricio Castillo
Técnico universitario en Gestión y Administración en Instituciones Públicas - Coach Laboral y Ejecutivo

Una dinámica que no es ajena a la administración pública, en sus distintos niveles, siendo los organismos de gobierno un terreno fértil para la reproducción más nociva y menos visible de un fenómeno, el "efecto Mateo".

Los puestos claves, las capacitaciones, las oportunidades de formación o ascenso, e incluso el reconocimiento simbólico o material, en los organismos municipales, provinciales y nacionales, suelen recaer en los mismos actores: funcionarios de confianza política, empleados cercanos a círculos de poder, o quienes supieron vincularse con el "sistema" más allá de sus competencias o desempeño.

Cientos, me arriesgo a decir miles, de agentes públicos con vocación, formación, trayectoria, e ideas innovadoras quedan relegados en pasillos administrativos, sin el acceso a espacios reales de decisión, sin posibilidad de avanzar en la carrera pública; no por falta de mérito, sino por esa cultura institucional que confunde estabilidad con inmovilidad, y antigüedad con jerarquía.

El efecto Mateo, nutre no solo la desmotivación y el cinismo organizacional, sino que también debilita la eficacia del Estado. Porque donde no se premia el talento, se instala la resignación o el acomodo. Donde no hay transparencia en los procesos de promoción, florecen la desconfianza y la mediocridad; y donde el mérito no se articula con la oportunidad, nace la frustración en la vocación de servir.

Sin embargo, aún hay esperanza. En algunos sectores del Estado, nuevas generaciones, liderazgos comprometidos y proyectos colaborativos están comenzando a transformar esta lógica. Porque si el efecto Mateo multiplica injusticias, también puede invertirse con políticas activas de formación, reconocimiento transparente, movilidad interna basada en desempeño, e incentivos reales a la innovación.

La administración pública argentina necesita de manera urgente una nueva narrativa del trabajo estatal, el reconocimiento y valorización de quienes todos los días sostienen al Estado desde el silencio, el compromiso y la dignidad con integridad efectiva. Necesita, además, que las oportunidades no sean privilegio, sino que sean la consecuencia de valores públicos bien ejercidos.

Para ello considero importante reforzar, con las actualizaciones necesarias y de manera periódica, los mecanismos que garantizan las promociones, priorizando el mérito y no la cercanía política ideológica o personal.

El desafío, consolidar las transformaciones, desde adentro, desde abajo hacia arriba y viceversa, para revisar la Cultura actual, "siempre se hace así", la famosa excusa facilista y destructora: "usos y costumbres", que culminan en resultados adversos y efectos nocivos para las organizaciones, creencias que las limitan a considerar que los cambios son una amenaza. Culturas que aportan a la decadencia y debilitamiento de las Instituciones del Estado, que hoy se reflejan en el descredito y desencanto de la ciudadanía para con este.

Afianzar liderazgos intermedios, a través de formaciones y acompañamientos en el desarrollo personal y trabajo en equipos, es una necesidad; hacer frente a este fenómeno, que por cierto es oportuno describirlo con precisión:

"Al que tiene, se le dará más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado" - Evangelio según San Mateo 13:12.-

En el mundo académico, sociológico y económico, el efecto Mateo es el fenómeno en el que quienes tienen ventajas (poder, recursos, reconocimiento) tienden a acumular aún más, mientras que quienes carecen de ellos quedan rezagados, marginados y olvidados.

Las nuevas generaciones que ingresan al Estado pueden ser una, de las tantas opciones de mejora, con su principal característica, la vocación de transformación; esta afirmación es contundente, la validan el contexto actual y la dirección que va tomando la humanidad, hacia la evolución, la disrupción, los avances tecnológicos y sus impactos en la cultura de manera global.

Como siempre y en cada escrito, me resulta útil y me hace sentir emocionalmente equilibrado, el ayudar a reflexionar sobre la actualidad, con una visión de futuro promisorio dirigido a mejorar nuestra calidad de vida; existen excelentes ejemplos y modelos en la administración pública, donde el mérito y la innovación son reconocidos de manera efectiva.

Conclusión:

"Si trabajas bien, serás el burro de carga. Si trabajas mal, vivirás más liviano." El resultado: la motivación muere, la justicia se distorsiona, y la administración, alejada de volverse eficiente, se transforma en una tarea opaca, desigual y rígida.

El sector público necesita proteger a sus mejores personas, evitar de sobrecargarlas, también de invisibilizarlas, y mucho menos agotarlas, por que el verdadero mérito no tiene que ser un castigo, sino una prioridad política, una "Política Pública".

Esta nota habla de: