Es hora de que los genios salgan de la teoría y hagan su magia
Sin querer meter presión la realidad indica que por más valor que le quiso dar a todo el gabinete, el nombre más importante es el de Martín Guzmán y el futuro de la gestión va a depender, se quiera o no, de la forma en que aborde la renegociación de la deuda. Los militantes le dicen "genio", pero la teoría es una cosa y la realidad con personas que dependen de tu acción es otra.
Mientras Alberto Fernández hacía oficial el anuncio de los nombres de su gabinete, en las redes sociales reaccionaban a los nombres y los militantes no dudaban en decir que este sí era el mejor equipo de los últimos 50 años. No dudaron en señalar que es un equipo de lujo, o un "tremendo equipo", en el cual destaca la figura de Martín Guzmán, a quien tildaron de genio.
Yo no puedo calificarlo porque no creo ser el indicado para hacerlo, pero me sorprendió la cantidad de personas que de un momento a otro conocen la historia y siguieron la carrera de Guzmán y de su gurú Joseph Stiglitz, en circunstancias que hasta este sábado no superaba los 20 mil seguidores en Twitter (si pudieramos considerar ese número como una muestra representativa).
"¡Qué bien, tenemos a dos genios!", escribió una persona en el hilo de Twitter en el que Alberto Fernández hablaba de Guzmán. Eso me llamó poderosamente la atención y también me motiva a pensar que tenemos que bajar un cambio con el entusiasmo y mirar bien en el contexto en el que estamos.
Primero, aunque sean dos genios (porque se supone que Stiglitz también está trabajando en el caso de Argentina) o un genio solo, no nos "salvarán" de un año muy duro en el que la inflación no bajaría del 40% y donde no tendremos -según se dio a entender- un alivio impositivo ni cambios importantes, por lo que la clases media va a seguir muy complicada.
Segundo, los genios de la teoría en muchas ocasiones se encuentran con problemas en la práctica. Los pensamientos económicos muchas veces se quedan en los libros porque no tienen forma de aplicación en la realidad. Son pocos los casos en que los supuestos "genios" pueden llevar sus ideas completas al ejercicio. Quizás un caso particular en eso es Milton Friedman, que pudo aplicar en Chile su modelo de la mano de los Chicago Boys y bajo un régimen dictatorial.
En el caso argentino, por más genios que sean Guzmán y Stiglitz, la van a tener muy dura en el mundo real porque tanto el FMI como los bonistas que -por más voluntad que le pongan a la negociación- no van a hacerle fácil la tarea a dos economistas que han dedicado sus carreras a criticar justamente lo que hacen tanto el organismo como los que ellos denominan "fundamentalistas del libre mercado".
Hay que poner las expectativas en niveles reales, porque "otra cosa es con guitarra". Será primera vez que Guzmán se enfrentará con un responsabilidad real a estos monstruos del mundo financiero que tienen ciertos reparos con alguien que para ellos es claramente un desconocido. Fernández -o quien haya terminado de poner a Guzmán- tomó ese riesgo y priorizó las ideas del joven economista sobre la experiencia y el conocimiento del perfil de "los fundamentalistas del libre mercado" que tiene Guillermo Nielsen.
Guzmán tiene que dar el gran salto de los libros y los análisis universitarios a la acción real con el mercado calificándolo minuto a minuto cada mañana, considerado todo lo que haga o deje de hacer. Es más, quizás sin decir una palabra y sólo basados en lo que se conoce de su pensamiento, es muy probable que mañana haya una reacción de los mercados ante la figura del nuevo ministro de Economía.
Por eso, poniendo los pies en la tierra, ojalá todo le resulte de la mejor manera a Guzmán, porque de su gestión depende mucho de lo que se viene, ya que la reestructuración de la deuda es fundamental para pensar en el resto de lo que se puede o no se puede hacer en los próximos cuatro años.
Es de esperar, por el bien de todos nosotros, que la apuesta de Fernández entregue los mejores resultados y las teorías se transformen en una buena realidad macroeconómica para la Argentina. Por eso, guste o no, Guzmán es el elegido y nos toca a todos remar para el mismo lado y no poner palos en la rueda desde la posición en que está cada uno, especialmente quienes tienen posiciones de poder.