Estamos jodidos en Malargüe

Horacio Marinaro, dirigente olítico y funcionario malargüino, se descarga en esta columna sobre el perjuicio de las demoras en las definiciones sobre Portezuelo del Viento.

Horacio Marinaro

Yo que soy un VYQ (un Venido Y Quedado, hace más de 35 años), en Malargüe, no intenten que escriba frases mansas, afinadas, objetivas y justas. Hoy no me pidan integridad, objetividad, paciencia, prudencia, y sensatez, con esta realidad malargüina, hoy, no puedo hacerlo. Escribo estos párrafos a partir de la indignación, desde la incertidumbre que me genera pensar en el futuro y desde la angustia y desazón que me origina esta realidad. La desfachatez, la traición, el descaro en sus versiones más miserables, se ha ensañado con Malargüe.

Se van empresarios, empresas, profesionales y los jóvenes. No es la película "El gran escape", pero es un referencia reveladora de la realidad. Es raro o paradójico, pero es así. Lo que sucede, algo quiere indicar. Ignorarlo sería necio y peligroso. Algo pasa o algo nos está pasando a los argentinos.

La justicia y las instituciones transformadas en un retazo de paño para lavar la mugre nacional y popular. Era ahora o nunca. Y fue ahora. A decir verdad, nadie debería asombrarse. Como en las mediocres funciones teatrales interpretadas por actores de baja estofa, (como ahora sale Fernandez Sagasti y Portezuelo) y cómicos de rara naturaleza moral cono Rodolfo Gabrielli, hablando de Portezuelo, el final estuvo siempre anunciado. De los peronistas podemos decir muchas cosas, menos que hayan ocultado sus intenciones. Los peronistas han hecho realidad su promesa. Castigar a Mendoza y terminar de hundir a Malargüe en un total pobrismo económico y social. Es el operativo delictivo más escandaloso de nuestra historia, perpetrado desde el poder político central. La sociedad de Malargüe debe recordar lo que hoy recibe del peronismo.-

A la pobreza mental que nos consume a los argentinos y la creciente indigencia, se le agrega el retroceso que hemos tenido en materia de educación, retracción que incluye la devaluación de los conceptos y valores que en otros tiempos tuvimos acerca de la educación y capacitación de los recursos humanos. Hemos cambiado. Y me temo que hemos cambiado para mal.-

Históricamente hemos mantenido asignaturas pendientes con la pobreza, pero se suponía que esa pobreza estaba en aquello que se denominaba "el país interior", en las provincias pobres y en esos pueblos y lugares perdidos en la nada. Hoy las provincias pobres siguen siendo pobres. Sin embargo, la pobreza real, la pobreza con su rostro más desencajado y devastado, más inhumano y cruel, se ha instalado en los cinturones de nuestras grandes ciudades. No hace falta salir de Mendoza para contemplar ese paisaje: a quince minutos de la plaza Independencia están las peores expresiones de la indigencia y la pobreza, existen a la vista de todos, con sus consecuencias de aprovechamiento, degradación, violencia, humillación, sometimientos y resignaciones. Alguien indicó alguna vez que la calidad moral de una nación se evalúa por el trato que les da a sus pobres. Por lo tanto, si eso es cierto, a nosotros como argentinos nos coloca en un lugar bastante penoso y perturbador.

Se asegura, que los países prósperos y justos se diferencian simplemente por la magnitud y amplitud de sus clases medias. La Argentina fue grande cuando sus clases medias fueron grandes.

 Hoy la Argentina No está con una movilidad social ascendente lo que se precipitó fue la movilidad social descendente. Me pregunto ¿está todo perdido? ¿ por supuesto, que no?.- A pesar de todo, de gobernantes que pareciera que se divierten en impulsar nuestra decadencia, Malargüe sigue siendo un lugar en la Argentina y dentro de Mendoza, importante, trascendental y valioso, en términos de riquezas muy únicas y ventajosas que impulsarían un crecimiento económico muy importante en la economía de la provincia. Y tal vez y solo tal vez, sacaríamos a Mendoza del 43,6 % de pobres que circunvalan y existen hoy, en la capital de la provincia

Venimos cuesta abajo en la rodada, hace rato pero así todo sobresalen aquellas virtudes, aquellos talentos creativos que nos hizo grandes como Nación. Es posible que de decadencia actual, todos tengamos algo culpa. Acordemos que hay algunos que son más culpables que otros y unos que se benefician con el actual estado de cosas. 

No voy a dar nombres ni siglas partidarias, pero admitamos que en principio los que gobiernan, los que ejercen el poder y toman decisiones desde el Estado son mucho más responsables que otros. Mala suerte para nosotros y nuestros hijos. Como le gusta decir a alguien, "el último, que apague la luz",

Para finalizar: estamos jodidos en Malargüe, pero podemos consolarnos agregando que, jodidos pero "acostumbraos". Acostumbrados a todos, incluso a lo peor. Los menos resignados alientan la esperanza de concreción de algo, aunque más no sean las cloacas, otros irse a donde sea. Pero irse, a cualquier parte, menos quedarse en esta Argentina que cumplió al pie de la letra el vaticinio de Juan Domingo: "Todos somos peronistas". Incluso los que creemos no serlo. 

De lo que estoy seguro es que dependemos del esperpento, mamarracho y cacatúa del compañero presidente que no erra una. Hoy dice una cosa y mañana otra o al ratito dice exactamente lo contrario. Y con la misma cara de "yo no fui" y la misma expresión y el mismo tono de voz, de falso y figurón... En definitiva el 21 de enero dependemos de él, que le da a lo inexistente la seguridad de lo cierto. EL tipo que resucito en virtud de sus desechos y desilusiones, y que revive en la virtud de sus mentiras. Malargüinos, ¿quieren ustedes, acaso, algo más grande?". "Si algún día se escribe la historia de este siniestro presidente, los que la lean se dirán: "era grandioso, porque para lograr concretar sus ideales sólo utilizaba los medios al alcance de cualquier charlatán de cuarta".

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