El fracaso de los que pensaron Mendoza hace 30 años

A nivel político, social y empresarial, Mendoza se caracteriza por organizar periódicamente eventos para proyectar el futuro de la provincia. Una práctica que se queda en eso, en la práctica, porque en los hechos los últimos 20 o 30 años se perdieron y no hubo avance alguno.

Hace algunos días el Ieral de la Fundación Mediterránea volvió a entregar un panorama sombrío de Mendoza. Sin empleo privado, con demasiado empleo público y con un futuro que se ve bastante complejo en las condiciones económicas actuales.

En realidad a nadie le sorprendió el resultado del buen trabajo que realiza la fundación, pero a mí me recuerda una cuestión que me parece llamativa y que veo desde 2009, cuando llegué a vivir a la provincia.

Regularmente en Mendoza, sea desde el sector público o privado, desde el ámbito social o el privado, se desarrollan seminarios o encuentros para proyectar la provincia de los próximos 30 años. Lo escucho hace 13 años, por lo que en muchos de esos casos ya quedan sólo 17 años y no hay muchos avances.

Si somos más estrictos, la Mendoza de hoy se pensó -entonces- a principios de los 90. Si me remito a las pruebas y los resultados (con una provincia que no crea empleo privado, que tiene alto porcentaje de desempleo y un nivel de pobreza que esconden bajo la alfombra), lo justo es decir que los que proyectaron la realidad actual de la provincia simplemente fracasaron.

Considerando eso, no entiendo cuando en el arco político se felicitan unos a otros por la labor realizada. Tenemos funcionarios o representantes que llevan décadas en cargos y hablan de sus grandes gestiones, pero que en lo concreto no son tales si finalmente el resultado es negativo. 

Podrán discutir y dar discursos, pero la realidad indica que todo político mendocino de los últimos 30 años fracasó. No hay productividad, no alcanza la plata de la provincia, la mayoría del presupuesto se va en salarios y la cantidad de pobres es alarmante. Eso, considerando sólo algunos de los puntos negativos que enfrenta la provincia hoy.

Mientras nos dedicamos a pensar Mendoza, nos quedamos en el molde y no hay acciones -principalmente del arco que maneja el poder económico y polícito- tendientes a cambiar una realidad que en algún momento podría colapsar. Sólo con pensamientos no se avanza y con abrazos y palmoteos en la espalda no bajamos la pobreza o construimos caminos y cloacas.

No faltan los que dicen que le buscan la vuelta y dicen, por ejemplo, que acá hay menos empleados públicos que en otras provincias. Es cierto, pero porque el nivel de trabajo estatal en otros lados es escandaloso. 

Según los mismos datos de la Fundación Mediterránea por cada 13 empleados privados, hay 10 independientes y 8 Empleados Públicos. No sé qué pensará la mayoría de la población, pero a mí me parece altísimo el nivel del empleo público, considerando que son los otros los que generan los recursos para el Estado.

Entonces, los que pensaron Mendoza en los 90 no apuntaron o no supieron crear los escenarios para generar un mayor nivel de trabajo privado. Todo lo contrario, vieron en el Estado un oficina de empleo que hoy es muy difícil de desarmar.

Lo peor, es que no hay actores políticos que tengan una proyección económica que permita pensar en un modelo diferente al actual, no están esas ideas y -aún más malo- no hay acciones encaminadas en ese sentido. No hay un trabajo del Estado apuntando en ese sentido. Sólo se limitan a esperar que venga alguna inversión importante o una gran obra a "salvar las papas".

Ojalá los que están pensando la Mendoza de los próximos 30 años se mantengan atentos a varias cuestiones, como por ejemplo el rumbo que tomó el mundo para ir eliminando el uso de combustibles fósiles, cuestión que es parte clave a la hora de analizar los ingresos provinciales. Si vamos a seguir siendo petroleo dependientes, podemos encontrarnos con una realidad compleja en pocos años.

Aprendamos algo de lo que nos tocó sufrir en pandemia, tengamos más alternativas dentro de una matriz productiva que es variada, pero que ya no alcanza para una calidad de vida acorde a los tiempos que corren. Una parte fundamental -en el país y la provincia- será entender que los estados hipertrofiados que tenemos no son sustentables, no son efectivos ni productivos, son un problemas más que una solución.

Siendo sincero, creo que la política ya lo vio, pero se niega a abandonar los espacios de poder y el aparato que los mantiene hace décadas.

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