De la historia de la grieta argentina, al manual para la esperanza

De mayo a mayo, la historia de encuentros y desencuentros de los argentinos desde los tiempos de las luchas independentistas en búsqueda de una identidad. Ana Glescic propone aquí un itinerario para volver al heroísmo que hermane a los argentinos.

Ana Glescic

Hace 211 años, un puñado de lúcidos ciudadanos del Virreinato del Río de la Plata, ante el derrocamiento de Fernando VII por Napoleón, y contra la decisión que éste tomó de designar como rey a su hermano José, reaccionaron como lo hicieron los súbditos en España: sublevarse formando la Primera Junta en rechazo de José y desconociendo sus decisiones (en España había una junta por cada pueblo, y todas independientes entre ellas). 

Años más tarde, después de la Campaña Libertadora de San Martín, de muchas luchas internas y de Caseros (con la caída de Rosas), esa Primera Junta, y las Asambleas posteriores, fructificaron después de más de 20 años de declarar la Independencia de España, en Tucumán. 

En 1853, se proclamó la Constitución y después de una sangrienta guerra civil, con el Pacto de San José de Flores, el 11 de noviembre de 1859, se une Buenos Aires a las provincias, y nacimos como Nación Argentina, y nos pacificamos... 

Las pérdidas de vidas y desmembramiento de familias, fueron grandes. Tuvimos prohombres que con visión de futuro moldearon una nación moderna para la época posterior... (Sarmiento, Urquiza, Alberdi) cuyo empuje nos colocó entre los pueblos más admirados del mundo, hasta finales de la década infame (1930/40) y el fin de la Segunda Guerra Mundial (1948).

Luego seguimos con "viento de cola" unos años más, hasta que en Argentina, se instaló una grieta fatal, resultado de la última Guerra Mundial: Eje o Aliados, y de ahí en más no tuvimos más paz. 

Nos hemos habituado a vivir divididos, con enconos terribles que nos han impedido no sólo recuperarnos, sino que cada vez nos ha hundido más: unitarios o federales; peronistas o gorilas; azules o colorados; kirchneristas o antikirchneristas.

Así hemos vivido entre golpes militares alternados con gobiernos elegidos por el pueblo, y nos fuimos desgajando y desangrando.

¿Hasta cuándo?, me pregunto. ¿Cuándo despertaremos y nos reconoceremos como hermanos, como hermanos argentinos y comportarnos como tales? 

Pensando cómo esos grandes hombres de nuestra historia, que nos legaron un país vivible, pensando sólo en el bien general, y dejando de lado la antinomia buenos vs malos y haciendo un mea culpa creo que ni los buenos son 100% buenos, ni los malos 100% malos. 

Que nos gusten o no nos gusten, es cosa aparte. 

Creo que deberíamos repensarnos como Nación, para recuperar el orgullo perdido de ser argentinos, y trazar algunas lineas generales donde estemos todos incluidos, y de ahí no movernos. Por ejemplo, y sin agotar el listado, propongo poner en vigencia plena el preámbulo de nuestra Constitución. Que no sea más palabra muerta, sino de vida

Sugiero basar nuestro actuar, avalado por leyes que sean de obligatorio cumplimiento bajo fuerte pena, los siguientes principios: 

1. ÉTICA sobre todo. Y para todos. máximo rechazo y castigo a actitudes y comportamientos no éticos 

2. MERITOCRACIA para todo. Y para todos. premiar el esfuerzo, buen desempeño y el buen comportamiento 

3. NO a la corrupción, la falsedad: máximo rechazo y castigo.

4. TODO funcionario o empleado público -desde el Presidente hasta el último empleado municipal- es un servidor público y por tanto no puede ni debe disponer de los recursos o bienes del Estado como si fueran propios, y es empleado de todos los habitantes porque cobra su sueldo con nuestros impuestos. 

5. En horario de trabajo (comienza a la hora de ingreso y termina a la hora determinada), toda persona debe empeñarse en cumplir bien la tarea. 

6. Tolerancia CERO para: 

- traficantes de drogas (cualquiera) 

- corruptos (públicos o privados) 

- estafadores 

- criminales 

- ladrones 

- pedófilos 

- ebrios al volante 

- violadores 

7. Libertad de circulación, de culto, de pensamiento y de prensa 

8. PRIORIZAR, DEFENDER y FACILITAR:

- La Educación 

- La Salud 

- La Ciencia 

- Acceso al trabajo 

- La Familia 

- Desterrar la pobreza 

- Salarios dignos (con una diferencia máxima de 15 veces entre el salario básico que se le paga al trabajador, de la rama que sea y lo que le pagamos al Presidente de la Nación). 

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