"Il dolce fare niente"(*)...arte que debemos recuperar
El descanso, el verdadero, debería "recrear", darnos una nueva fisiología, una nueva perspectiva. Eso es lo que esperamos que así sea... Pero ¿qué le pasa a la mayor parte de las personas? El descanso parece ser un arte perdido.
Con la llegada del verano se hacen planes para las vacaciones.
Más allá de las posibilidades económicas y las pasiones que marcan las diferencias sobre dónde ir y cómo alojarse para la mayoría de los adultos sólo hay un destino: el descanso.
Llegamos estresados a esta época, más de lo habitual, ¿cómo hacer para recuperarnos?
Pero, ¿sabemos realmente que es el descanso? El descanso normal y esencial es el sueño (y aquí podemos abrir un archivo de tratamientos, automedicaciones, rituales, infusiones, técnicas de respiración, etc), que da a las diversas funciones fisiológicas la oportunidad de deshacerse de al menos parte del exceso de presión, pero, día tras día, los efectos del estrés se suman, nos sentimos agotados por los compromisos, nos sentimos como dentro de una rueda que gira, incapaces de bajar y entonces, el poder inmunológico se reduce. E incluso con el sueño más profundo sólo se elimina un cierto porcentaje de cortisol, la fisiología se recarga, pero sólo un poco.
El descanso, el de verdad, debe revitalizar el sistema en su conjunto, no sólo una parte en detrimento de otra.
El descanso, el verdadero, debería "recrear", darnos una nueva fisiología, una nueva perspectiva. Eso es lo que esperamos que así sea...
¿Pero qué le pasa a la mayor parte de las personas? El descanso parece ser un arte perdido.
Lo experimentamos a diario, por ejemplo, en las actividades extraescolares de nuestros hijos, a los que organizamos una larguísima lista de actividades extraescolares, lúdicas, de rendimiento, deportivas, de idiomas, lo que se quiera, pero que no tienen nada en común con la palabra descanso.
No hacer nada, lo desconocemos.. un descanso del que en el fondo tememos realizar y también de probar a medir el bienestar con nosotros mismos y ... tenemos con las vacaciones de verano una gran oportunidad para recuperar esto.
Nuestro cerebro se libera de todos esos «no» y «nada»; lo que se registra vuelve a ser «hacer». Así que seguimos «haciendo», incluso en vacaciones: damos un paseo, hacemos yoga, siempre hacemos algo.
Como si, sin "hacer", nos sintiéramos perdidos. ¿Culpables? ¿Devorados por la nada? Así que nuestra mente, pesada por un exceso de estímulos, acaba reclamando horas en las que puede que no produzcamos nada, pero tampoco nos recargamos realmente.
Existe, precisamente por la situación general común de estrés, una tendencia a buscar el descanso y no es casualidad que se haya producido una explosión de las llamadas vacaciones lentas, que consisten en hacer menos, hacerlo despacio, ya sea permanecer a la orilla del mar, en la montaña o en ciudades visitando arte. Incluso los lugares de vacaciones han incluido en la lista de actividades clases de meditación y disciplinas relajantes para no quedarse fuera de la tendencia.
El descanso también tiene mucho que ver con el bienestar mental, cuya importancia se ha comprendido hasta tal punto que cada vez son más los balnearios que ponen en marcha programas que van mucho más allá de la forma física. A ellos acuden mujeres y, cada vez más, hombres en busca de desintoxicación y tratamiento para emociones reprimidas, agotamiento, acontecimientos vitales difíciles, ya sea un divorcio o el hundimiento de su carrera.
Algunos tipos de cansancio y otros tantos tipos de reposo
Es posible que lo hayamos experimentado: si sufrimos cansancio emocional, dormir no es suficiente; si hay fatiga en el área de la creatividad, seguir pensando no ayuda; si nuestras relaciones son muy exigentes, necesitamos tomar energía de ellas. Si las agotadoras tareas de nuestra rutina no están conectadas con el sentido de nuestra vida, la fatiga nos habla de este vacío.
Si no hemos comprendido el origen del cansancio y qué descanso necesitamos realmente, las cosas que hagamos pueden no ser las soluciones adecuadas, porque cada tipo de cansancio dice algo diferente sobre el momento de la vida que estamos atravesando.
Veamos ahora ¡algunas causas del cansancio diario y otros tantos tipos -diferentes- de descanso que necesitamos.
Es una explicación en parte pedagógica emocional, que -espero- ayude a reconocer cada cansancio y, sucesivamente, nos dé una pista sobre lo que podemos empezar a hacer para procurarnos un descanso adecuado.
Descanso físico: refrescar el cuerpo
El descanso físico es una respuesta al cansancio del cuerpo. Podríamos pararnos a preguntarnos si este tipo de cansancio nos afecta en este preciso momento preguntándonos: «¿dónde siento el cansancio en el cuerpo ahora?», «¿qué puedo hacer para proporcionar alivio en esta misma región del cuerpo?».
Descanso mental: hacer espacio en la mente
El cansancio mental frecuentemente nos vuelve irritables, olvidadizos y con grandes dificultades para concentrarnos. A veces nos cuesta dormir porque las conversaciones o los pensamientos sobre lo que hemos hecho, no hemos hecho, deberíamos hacer o nos gustaría hacer, siguen ardiendo dentro de nuestra cabeza.
Para este tipo de cansancio, no basta con dormir; tenemos que aprender a hacer más pausas para volver a estar presentes, para encontrarnos con nuestros pensamientos más suavemente. Ahuyentarlos no ayuda, y a menudo no nos es posible hacerlo: podemos encontrarnos con ellos y elegir cómo consolarnos o cómo cambiar nuestra relación con los pensamientos.
Descanso sensorial: moderar los estímulos
Una de las razones por las que estar en contacto con la naturaleza nos devuelve la energía es que la mayoría de las veces encontramos un respiro en la sobreestimulación de los sentidos a la que estamos sometidos en nuestra vida cotidiana. Las luces brillantes, las notificaciones recurrentes, las pantallas de las computadoras y las tablet, las conversaciones múltiples, el hábito de hacer muchas cosas a la vez para sentirnos eficientes, pueden hacer que nos sintamos abatidos.
Descanso creativo: apreciar el asombro y la maravilla
El cansancio puede también inhibir nuestra creatividad. Cuando estamos bajo presión, somos incapaces de expresarnos libre e intuitivamente. La creatividad surge cuando descansamos. A veces basta con ponerse a limpiar un poco la casa; otras veces podemos alimentarnos con cosas que nos diviertan, que activen nuestra curiosidad y nuestro hambre de novedades. Podemos proporcionarnos experiencias que nos hagan brillar los ojos y nos sacien y realicen.
Descanso emocional: aceptar y valorar nuestras emociones
También nos cansamos emocionalmente y esto ocurre cuando estamos ocupados controlando lo que sentimos, moderando la intensidad y manejando nuestras emociones. Nos gustaría no sentir ansiedad, no enfadarnos, superar la tristeza y seguir adelante. En cambio, a veces sólo necesitamos tomarnos el tiempo y el espacio necesarios para reconocer lo que sentimos y darnos permiso para expresarlo libremente.
Descanso social: proporcionarnos relaciones nutritivas
Nuestras relaciones también pueden ser una fuente de estrés y sobrecarga: ¿qué relaciones nos agotan y qué relaciones nos nutren, nos permiten reposar emocionalmente?
Si nuestra vida relacional requiere mucha energía porque estamos ocupados dando mucho (en la familia, en el trabajo, en la comunidad a la que pertenecemos), necesitamos proporcionarnos un alimento relacional adecuado.
Descanso espiritual: ¿para qué sirve todo lo que hago?
También necesitamos el alimento emocional que proviene de sentir que pertenecemos a algo más grande que nosotros mismos y que nos ayuda a responder a una pregunta de sentido que cada uno de nosotros lleva consigo: ¿por qué hacemos todo lo que hacemos? ¿Cuál es el sentido de mi vida, de tu vida?
Evitar esta pregunta durante mucho tiempo puede generar una agotadora sensación de inquietud, porque cada uno de nosotros necesita sentir un sentido de pertenencia y propósito, conectar con sus valores más profundos y responder a su necesidad de sentido.
Quizá nunca hubiéramos pensado que descansar significa hacer lugar a tantas necesidades diferentes, y esta breve lista no pretende, desde luego, agotarnos más, pero sí iniciar una reflexión: ¿estamos cuidando realmente nuestras cosas en este momento presente? Podemos empezar a mirar en nuestro interior y darnos permiso para dejar espacio para el descanso que necesitamos.
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS CONSULTADAS:
Claudia Mandarà, Psicóloga de Relaciones Interpersonales. Boletín de noticias. Padua, Italia
Alessandra Magliaro, Creadora y editora del canal ANSA LIFESTYLE en ANSA.IT, Roma, Italia.
(*) Il dolce far niente es una frase italiana que significa "lo dulce de no hacer nada". Se trata de una expresión que se asocia con el placer de estar inactivo y con el disfrute de las vacaciones.
Il dolce far niente se compone de las palabras dolce que significa dulce, far que corresponde al verbo fare que significa hacer y niente que significa nada.