La pedagogía del cuidado en la escuela

Me gusta pensar en una escuela que cuida, que se preocupa por sus integrantes, por todos.

José Jorge Chade
Presidente de la Fundación Bologna Mendoza

El cuidado interpreta el significado de la Pedagogía y de hacer Pedagogía, desde la teoría hasta el ejercicio de las prácticas.

El cuidado coordina la estructura misma de la relación educativa.

¿QUÉ SIGNIFICA "CUIDAR"?

Para definir la cura he optado por utilizar un pasaje de la profesora Luigina Mortari:

"Si el cuidado es una dimensión ontológica primaria y la intencionalidad primaria del ser es la búsqueda del bien, entonces la intención que guía una buena acción de cuidado sólo puede ser la búsqueda del bien para vivir. Cuidar el Ser es, por lo tanto, cuidando de buscar hilos de bien con los que tejer el tiempo de la vida y como estar ahí, es estar ahí, buscar el bien es buscar el bien-con-los demás en las relaciones de cuidado las personas actúan al mismo tiempo por sí mismas- y "para-el-otro" su forma de ser allí no es egoísta ni altruista... el bienestar en una relación de cuidado implica el estar juntos por bienestar de todos los sujetos involucrados."

(Tomado de: Gestos y pensamientos de cuidado - Luigina Mortari y Luisa Saiani - pág. 11 - Editor de educación de McGraw Hill)

Cuidar en pedagogía significa poner al otro en el centro.

No hay Pedagogía si no hay cuidado, porque la Pedagogía es planificación educativa, un camino intencional en el que el otro se convierte en protagonista absoluto.

El diálogo, el apoyo, la acogida, la estimulación, la preocupación y sobre todo la espera son elementos fundamentales dentro de la relación que se establece, una relación de doble vía. Citando a Buber vemos que:

"El ejercicio de la propia identidad se expresa en un tejido de relaciones nominativas que es inmediatamente lugar de recepción de la multiplicidad de nombres y al mismo tiempo teatro de las diferencias. El nombre, "mi", "tu", "su" nombre, es la posibilidad concreta de ser "llamado".

Ahora, si hablamos de escuela aparece el reconocimiento y la observación de los educadores de las originalidades de cada alumno y del respeto de los tiempos y de los ritmos individuales.

Nos convertimos gracias al encuentro con el otro, dando forma a través de la intervención de alguien, tomando forma afirmando nuestra autenticidad, nuestro ser sujetos irrepetibles.

Todos nuestros caminos pedagógicos ponen a la persona en el centro, el cuidado ante todo.

El hombre por sí solo puede no ser consciente de los recursos que posee, razón por la cual alguien necesita ayudarlo a encontrarlos, y quien mejor que el maestro desde la escuela primaria.

La idea de la escuela como un lugar donde ante todo hay que sentirse bien, donde la relación educativa tiene prioridad sobre la relación didáctica, no es una idea, tiene que compartirse inmediatamente por todos los directivos y maestros. Para muchos, la "tarea prioritaria" a la que la escuela debe dirigir toda su atención sigue siendo el aprendizaje de las disciplinas, mientras que la atención a la educación se considera accesoria, como la atención al cuidado del alumno.

Aún más marginal es la idea de que todos deben sentirse bien en la escuela, que el bienestar dentro de la escuela concierne a todos, no sólo a los estudiantes, sino también a los profesores y a todo el personal. Y es un bienestar que debe expresarse a nivel individual, relacional y también organizacional.

La evidencia actual de la vida dentro de la escuela pone de manifiesto de manera preocupante trastornos de conducta, alimentación y atención, síndromes depresivos que rayan en el retraimiento social, dificultades para establecer relaciones positivas entre los estudiantes, pero también entre los propios trabajadores de la escuela.

Quienes piensan en la escuela como una comunidad que vive y crece en proporción directa a las "buenas" relaciones que logra construir internamente y con el exterior, no pueden dejar de preguntarse cuáles son las tareas prioritarias que el contexto externo pide hoy para la escuela.

Existe una necesidad urgente de reflexionar sobre prácticas efectivas para construir relaciones educativas y de atención.

La capacidad de colaborar no es innata en el docente, es una habilidad que se adquiere más con la práctica que con el estudio. De hecho, existen pocos cursos universitarios que te preparen para esto; Por el momento quizás sólo la carrera de Ciencias de la Educación Primaria presta atención a la práctica de esta habilidad.

Formar docentes en esta habilidad constituye un desafío para todo gestor escolar: es importante, en primer lugar, desarrollar conciencia sobre la necesidad de formación en este sentido y luego encontrar herramientas efectivas para acompañar a los docentes en el camino que los lleve a percibirse como comunidad de práctica, una comunidad de profesionales reflexivos, capaces de pensar y repensar las prácticas educativas y docentes, implementadas diariamente, para captar sus fortalezas y debilidades, fortaleciendo las primeras y corrigiendo las segundas.

Una comunidad de práctica que se establece en los distintos niveles en los que opera la escuela a pesar de ser una organización compleja. Los equipos docentes de los módulos de la escuela primaria, los consejos de clase de las escuelas secundarias inferiores y superiores, los departamentos disciplinarios y todo el cuerpo docente pueden convertirse en comunidades de práctica.

Éste es el desafío positivo que enfrenta hoy el directivo: trabajar para que el personal escolar se perciba como comunidad y comprenda que esta dimensión mejora no sólo la eficacia de la acción educativa, sino también el bienestar de todos y cada uno.

La organización es funcional a la construcción de la relación educativa profesor-alumno: relación que se caracteriza por la atención y el respeto hacia los demás, por el sentido de responsabilidad que el docente percibe hacia su alumno, relación que se construye a partir de la escucha activa. y luego se abre al diálogo.

La colega Luigina Mortari (*) escribe que hay posturas que caracterizan la relación educativa:

  • el respeto ante todo, como la capacidad de permanecer cerca de los demás sin invadirlos, pero manteniendo la distancia adecuada,
  • el sentido de responsabilidad que debemos sentir por el otro cuya historia nos concierne y nos involucra,
  • el sentido de generosidad y gratuidad como conciencia de que la propia realización depende de la realización de los demás.

Educar es "permitir que quienes son educados lleguen a ser lo que pueden llegar a ser", es poder hacer florecer el potencial de cada uno.

La relación educativa así entendida se convierte en una verdadera relación de cuidado: la etimología del verbo educar que todos conocemos se remonta al verbo latino ex-ducere, sacar a relucir, pero un segundo significado es igualmente interesante, sostiene siempre Mortari, es aquél que rastrea la verbo educar, cuyo significado es criar, cultivar, cuidar; por lo tanto la relación educativa se convierte en una verdadera relación de cuidado, que es una relación de intercambio mutuo. Para ins-truir, implementar aprendizajes disciplinares y transversales es necesario cuidar de los demás, reparar sus heridas y cultivar sus talentos.

Me gusta pensar en una escuela que cuida, que se preocupa por sus integrantes, por todos, que logra reparar y remendar los desgarros y fracturas que en la humanidad provoca la vida, consciente de que sólo después de haber cuidado y reparado se puede construir, o mejor dicho, cuidando y educando construimos.

Este Día del Padre se festeja...