Indefensos: ¿cómo afrontamos esta Argentina desolada?

Una mirada sobre los saqueos ocurridos en los últimos días. Una Argentina dividida que duele.

Isabel Bohorquez

La imagen del comerciante defendiéndose de los saqueos con una escopeta en la puerta de su pequeño negocio -como un David contra un feroz Goliat- patentiza el sentimiento que viene filtrándose en el corazón de los argentinos que hoy estalla en escenas de angustia y de zozobra.

Aquello intolerable[1], hoy grita en las calles y sacude todas las estructuras de un Estado inútil y pervertido que ha dejado llegar la situación social a extremos deshumanizantes.

Duele la Argentina desolada con su gente trabajadora y laboriosa asustada y en alerta donde el otro se vuelve un enemigo potencial y cualquier rostro desconocido puede resultar una amenaza.

Duele la Argentina desolada que cae de rodillas ante sus propios errores y contradicciones.

Duele la Argentina desolada que teniéndolo todo sufre la carencia, la pobreza y la ignominia de la delincuencia omnipresente.

Duele la Argentina desolada sin líderes ni funcionarios a la altura de las circunstancias, unos por corruptos, otros por cobardes, el resto por tibios o inservibles... ¿quién queda de pie y dispuesto a enfrentar lo que estamos viviendo?

Duele la Argentina desolada que es malversada, estafada, proclamada patria, pueblo, cuna... por los mismos que la han hundido y traicionado.

Duele tanto esta Argentina desolada...

La realidad nos devuelve el reflejo de la ineptitud de aquellos que debiendo reaccionar, se dedican a acusar y a sospechar...esto no es espontáneo, esto está armado, esto viene de este sector o está organizado por tal o cual...

El gobierno parece un tambor vacío que resuena y resuena pero no tiene nada por dentro, hueco, torpe, inoperante.

Hoy siento que los argentinos no sólo nos hemos empobrecido en nuestros bolsillos. Además nos hemos empobrecido en nuestros corazones, en nuestros espíritus y en nuestras mentes.

La verdadera batalla es despertar y asumir que esta condición actual no es inexorable y que tampoco cargamos con un destino fatal. Podemos cambiar, podemos mejorar, podemos resurgir. Aunque nos asolen mil tormentas y la criminalidad sea la reina del baile.

Todo el andamiaje ideológico de las últimas décadas que ha decantado en la victimización de los delincuentes; en la ampliación de los derechos aún en desmedro de los deberes que equilibran la convivencia social pacífica y ordenada; en la exacerbación de los intereses sectoriales por sobre los nacionales alimentando así brechas y enfrentamientos; en la pérdida de la noción del mérito y del esfuerzo consolidando la primacía de la necesidad por encima del bien común...nos han traído a la frase: "nos pintó saquear" mientras un grupo de adolescentes destrozan el kiosco de un pobre tipo que se rompe el alma trabajando todo el día para llevar el sustento a su casa.

Ahora debemos hacernos cargo de las consecuencias de una sociedad dividida entre la gente laburante y la gente que decide salir a robar o a saquear porque es algo admisible y hasta protegido por el mismo sistema institucional que debería garantizar lo contrario.

Hemos tenido muchos años de pasiva observación de nuestros procesos sociales y culturales cada vez más perfilados a lo que nos sucede hoy. ¿Qué esperábamos? ¿qué nada sucediera? ¿Sólo quejarnos y pasar página?

Nuestra tarea hoy es asumir que algo nos toca cambiar.

¿Respaldaremos leyes y medidas que bajen la edad de imputabilidad, que restrinjan la circulación de grupos en las calles, que limiten las manifestaciones y piquetes, que suban las penas o incluyan más figuras en cuanto a acciones punibles?

¿Qué más estamos dispuestos a hacer para que nuestros niños y jóvenes recuperen su infancia y su juventud en ambientes propicios para su desarrollo en vez de estar cautivos de la droga y la calle?

¿Qué estamos dispuestos a hacer con nuestra gente indefensa, saqueada, asaltada, violentada en sus barrios, en sus negocios, en sus hogares?

¿Qué haremos para salir de nuestra desolación?

Es tiempo de actuar. Basta de blablabla.

En todo trabajo hay ganancia, pero el vano hablar conduce sólo a la pobreza[2].



[1] https://www.memo.com.ar/opinion/intolerable-cambio/

[2] Proverbios, 14,23

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