No festejamos, seguimos luchando

La diputada Daniela García reflexiona en esta nota sobre este #8M, Día de la Mujer, en una nota sin desperdicios, que invita a la reflexión.

Daniela García

Cada 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, elegir ese día tuvo con ver con diversos sucesos internacionales de reclamos de mujeres, uno de ellos y quizás el mas recordado sucedió en 1857, cuando el incendio en una fábrica de Nueva York se llevó la vida de 146 mujeres, que junto a más compañeras habían decidido protestar por las míseras condiciones laborales y reivindicar un recorte del horario y el fin del trabajo infantil. De esta forma se marcaba un hito de las mujeres luchando por sus derechos.

Luego de 163 años, innumerables injusticias nos siguen atravesando como género:

La tasa de actividad de las mujeres argentinas es, como en todo el mundo, inferior a la de los varones.

La desocupación afecta siempre más a las mujeres que a los varones, sin importar la edad, el nivel educativo o la posición en el hogar. Además, la duración del desempleo es más prolongada en las mujeres que en los varones, lo cual puede relacionarse con el rol ocupado por unos y otras, tanto dentro como fuera del hogar.

Las mujeres ocupadas se concentran en el trabajo en casas particulares, la enseñanza y los servicios sociales y de salud. De esta forma extienden en el espacio extradoméstico los roles reproductivos y de cuidado, tradicionalmente asignados a nosotras.

La tasa de empleo no registrado es mayor en las mujeres que en los varones. Esto se explica, por la presencia casi exclusiva de mujeres en el trabajo en casas particulares, que muestra tasas de no registración del 75%.

El ingreso mensual de nosotras es el 75% del de los varones.

Todas estas situaciones exceden el ámbito de lo laboral, ya que una de sus consecuencias es que resta independencia a las mujeres, lo que contribuye a reproducir relaciones de género que nos subordinan.

Esta desigualdad de género está presente en múltiples aspectos de la realidad social de Argentina, y se manifiesta de innumerables formas. Por eso, este día no se festeja nada, sino que es un día más que nos permite conmemorar en todo el mundo la lucha de las mujeres por la igualdad, el reconocimiento y ejercicio efectivo de nuestros derechos.

Además, al hablar de este día, no podemos dejar de nombrar la realidad que vivimos diariamente en nuestro país. Desde el 2015, en aquella primera marcha autoconvocada al grito de Ni Una Menos, el movimiento de mujeres se consolidó como un colectivo con gran peso en los últimos años.

Me permito por ello mencionar la situación en la que nos encontramos: en lo que va del año, las estadísticas indican que una mujer es asesinada cada 23 horas. Es importante entender que detrás de estos números hay mujeres con historia, con proyectos de vida, con familias, con sueños que quedaron truncados.

Esta grave situación, que se viene sucediendo año tras año, nos plantea un desafío permanente para la política, pero también para todos los actores sociales que integran diversos espacios.

Es necesario que trabajemos en conjunto transversalizando la perspectiva de género, es necesario que reflexionemos, que nos capacitemos, que ayudemos a esa descontrucción que alguna vez nos formara, que a veces es tan difícil transformar, para que nuestras hijas, hermanas, amigas y compañeras puedan desarrollar sus proyectos de vida libres de violencias, con equidad y con una sociedad más justa.


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