El mal llamado "paro"

Daniel Ariosto, presidente de la UCIM, reflexiona sobre la reciente medida de fuerza de los dirigentes greamiales.

Daniel Ariosto

No hemos estado ante un paro nacional. Solo asistimos a la ausencia de transporte aéreo y terrestre, tanto sea para el servicio de pasajeros como de cargas. En muchos casos obligados y en otros muchos casos, como en Mendoza, hubo servicio de pasajeros, disminuido pero vigente.

El comercio, actividades industriales y hasta los bancos funcionaron (con persianas bajas para no tener problemas o represalias) y con los empleados que se presentaron a trabajar

Los múltiples testimonios que se tienen de la gente muestran el rechazo de la política mafiosa de los sindicalistas que están cuidando su caja y que abusan bloqueando y amenazando a transportistas y que no permitieron trabajar a quienes querían trabajar.

Ampliamente la ciudadanía se ha manifestado, sin estar de acuerdo o estando de acuerdo con el actual ejecutivo nacional, que no quiere más de lo mismo y no quieren saber de este círculo más parecido a una mafia que envuelve a distintos estratos de la vida política, empresarial y social del país. Estas personas que sólo persiguen el provecho propio, enriquecerse porque son todos millonarios, con autos de lujo, propiedades valiosas logradas a costa de un pueblo empobrecido, una cultura abandonada, gente que vive en la calle.

Como el presidente de la Cámara Argentina de Comercio, Mario Grinman, pensamos que: "Los paros no sirven para nada y siempre están teñidos de política partidaria. Si dejaran que funcionen los transportes, veríamos que el resultado sería el mismo". Estos dirigentes no permiten ir a trabajar y encierran a los trabajadores. En el interior la economía funcionó casi con normalidad".

"Esto no significa un cheque en blanco al gobierno actual. Es decir que no se puede seguir viviendo como hasta el año pasado. Hay que cambiar al país. Tener un país normal", finalizó Grinman.

La ausencia de transporte afectó a aproximadamente 95.900 usuarios del transporte aéreo y a varios millones que no pudieron tomar subtes colectivos o trenes. Esto, por supuesto, perjudicó a los trabajadores que tuvieron que buscar vías alternativas (y por supuesto más caras) para acercarse, con la voluntad de trabajar.

Más de 500 millones de dólares nos ha costado a los contribuyentes esta "maldad" que la CGT y los diversos sindicatos realizaron. Un verdadero perjuicio para los trabajadores y empresas pymes, ya muy castigados por esta coyuntura.

Ayer, la gente le dijo abiertamente no al sindicalismo, a este sindicalismo que durante 20, 30, 40 años ha estado al frente de una caja que no quieren soltar y que es el verdadero fin de su existencia.

Una vez más demostramos que queremos sentirnos y ser tratados como ciudadanos argentinos y no ciudadanos de segunda, sin derechos y manejados como gente no pensante.

EL AUTOR. Daniel Ariosto es presidente de la UCIM, Unión Comercial e Industrial de Mendoza. 

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