La pena de muerte y el Código Rojo
El Dr. Carlos Varela Álvarez se anima a sugerir una sociedad distópica ultra sancionatoria, basado en parámetros de la realidad actual proyectados al futuro.
Me llamo Tomás, vivo en la Torre B 2 del barrio Unimev. Hoy estamos en Mayo del 2069, estoy ansioso y nervioso, tengo 14 años cumplidos y soy apto.
Mis amigos sólo hablan de sexo, de cuantas pajas pueden hacerse y cómo se les empieza a parar. A mí, eso aún no me pasa ni con la profe que veo en las mañanas de la B 4.
Mi preocupación es por el Sorteo de hoy, que desde el 2039, cuando se modificó La Ley, fijó en los 14 años la obligación de participar.
La ley la dejó lista El Jefe, quién la propuso y gano el referéndum en el último mandato de los Milei, donde el El León, como le decían, estuvo dos períodos y su hermana también dos.
Pasa que el El León hoy tiene 99 años y dicen que vive aún en un pensionado cool donde lo cuidan de su Alzheimer. De su hermana se supo que terminó con depresión y no me recuerdo que más pasó con ella. No lo he buscado en mi dispositivo.
La ley ha quedado vigente porque el referéndum es inmodificable. Han pasado treinta años y seguimos igual. La ley hizo que se privatizara la ejecución de la pena de muerte, es decir, ahora, con el dispositivo que tenés instalado en tu cuerpo, al menos en los que nacimos en estos últimos veinte años, te llega un Código rojo que indica que saliste sorteado para la ejecución del delincuente. A lo más viejos, el código, les llega al reloj azul que llevan en sus muñecas, cuyo uso es obligatorio como si fuera una tobillera electrónica.
No importa si estás a favor o en contra, La ley es la ley. La ejecución de la persona se decide según el sistema que establece el nivel de daño causado. A partir del nivel grave sos boleta, vas a la ejecución por un grupo de ciudadanos que son sorteados como hoy en esta tarde de domingo. Si el daño no es grave, en ese caso, perdés la condición de ciudadano y pasás al confinamiento que no sé cuándo termina, no hay forma de saber qué pasa con ellos, solo sé que son muchos.
Todo eso lo decide el Foro de Psiquiatras y Psicólogos de cada ciudad, porque ya no hay delitos federales y provinciales y desapareció el Poder Judicial. Existe como único código lo que se llama Tabla de Acciones y daños donde todo está tabulado.
La gente, en general, está más conforme con este Foro, porque la abogacía y jueces, dicen eran los reyes de los resquicios y excepciones. Por ejemplo, si estafaste y le sacaste todos los cripto a un pensionado o si en un asalto se te murió la víctima te ejecutan. Si mataste en un accidente de autos, ahí el daño es grave y en muchos otros casos más. Obvio que homicidios, drogas, secuestros y violaciones, está de más decir que pasas al frente de la pantalla.
Todos los domingos tenés sorteo y ejecuciones. Hoy, en Mendoza son tres en toda la provincia.
Apenas te llega el Código Rojo te rodea una habitación virtual donde quedás conectado con los otros once que estarán con vos. Después te exhiben el caso, hay todo un protocolo que te enseña y dirige.
Los casos de hoy son de mucha violencia. Cuando te muestran el caso, te informan del daño y las imágenes muy sensibles. Al final, la persona acusada, si quiere dice algo y listo. cinco minutos más y el sistema te avisa y tenés el código en tu cabeza sólo con la opción roja, que se va haciendo cada vez más intermitente hasta que suena un pequeño zumbido cerebral y zas: diste el sí y se terminó.
Ahí ves cómo esa orden mental hizo que la persona que tenías en frente se deshiciera y cayera fulminada. No hay sangre y el sonido está silenciado. Si no das la orden, quedás excluido, perdés la condición de ciudadano, tu destino es como el delincuente que hizo daños menos graves, quedás a la deriva, señalado y seguro no te da laburo nadie y tampoco podés estudiar o cuando estás enfermo quedás al último de la fila, porque la información le llegó a todos: "¡Tomás de la Torre B 2 del Unimev de Guaymallén, no dio la orden, echó a perder una ejecución!". Hasta ahora, que se sepa, no ha pasado nunca. porque sino "Agarrate Catalina" como decía mi nona cuando mi papá se las mandaba.
Todo es así ahora porque dicen que como tenés 14 años y ya podés ser ejecutado como criminal si te mandaste una grave, también podés ser jurado de ejecución como los que sortean hoy. Eso lo llaman igualdad ante la ley. Las ejecuciones las podés ver en línea si querés. Antes eran más populares, ahora tienen menos audiencia, es que son muchas.
No sé qué voy a hacer. Yo no voté ese referéndum,y no quiero matar, pero tampoco quiero que me excluyan. Antes, cuando había abogados y jueces, estaban los objetores de conciencia, me lo contó mi abuelo Nicanor. pero ahora estás en el horno con manso dispositivo en la cabeza.
Ya son casi las 17.00 tengo frío, estoy en casa, mirando la montaña azul y el blanco de la nieve que este año ha venido a montones. Me he criado aquí y todo está en el dispositivo. Si quiero saber algo todo está ahí, mi escuela es esa. Pero mi curiosidad me hizo encontrar esto que ya no existe, pero que mi familia todavía conserva : ¡Papel y lápiz!
!Que raro ver como tus son en un papel!
El dispositivo que te instalaron, te lo actualizan desde el nacimiento. Puede leer y controlar los sentidos neuronales y por tanto detectar patrones de conducta en la toma de decisiones, en este caso por un sí y también por un no. Mi cabeza late cada vez más fuerte, como mi corazón. cierro mis ojos, aprieto mis manos, me inclino sobre mi cuerpo, no quiero saber, me pregunto qué voy a hacer, y de repente son las 17.00 horas, y me llegó el puto Código Rojo.
Se abre la sala virtual que me rodea como un holograma, la voz dice que nos toca el caso 2 que es sobre el crimen a un niño.
Ahí veo al delincuente, soy el elegido y quedé en la sala con los otros once que no conozco. Empieza la información del caso, el protocolo, muevo yo, juegan las blancas.
PD. Agosto del 2071. Esta nota de un tal Tomás fue encontrada hace dos meses, por un miembro de nuestro colectivo anónimo "Contra Cero", instantes después que implosionaron las Torres del Unimev para instalar nuevos complejos ultramodernos y la nueva autopista.
La nota estaba entre las ruinas y dentro de algo aún más curioso, un libro de
un tal Paul Auster que se titulaba "Indignado".