Ucrania, el guardafronteras entre Occidente y Rusia

"No se trata de Putin personalmente. Se trata de Rusia. Porque Putin representa intereses de la mayoría de población de su país. Para ganar elecciones Putin no necesita falsificarlas. Necesita una pequeña guerra victoriosa", escribe Serhiy Borschevsky en esta columna.

Serhiy Borschevsky

El 21 de febrero, Rusia reconoció oficialmente a las "repúblicas" títeres de Donetsk y Lugansk. ¿Es una situación nueva? Sí y no. No, porque la agresión de Rusia contra nuestro país dura 8 años ya, y sí, porque hay matices.

Hoy en un titular leo: "Putin está loco". Todo menos esto. La actitud de Putin tiene su lógica. Trataré de explicarlo.

Antes que todo, no se trata de Putin personalmente. Se trata de Rusia. Porque Putin representa intereses de la mayoría de población de su país. Para ganar elecciones Putin no necesita falsificarlas. Necesita una pequeña guerra victoriosa. Esto confirman la agresión de 2008 contra Georgia y la anexión de Crimea en 2014. La idea fija de Putin es restablecer el imperio. Existen diferentes caminos para conseguir este fin. Se puede mantener un gobierno títere, como el gobierno de Yanukóvich. Pero el pueblo ucraniano se sublevó contra Yanukóvich. Por esto Rusia recurrió a la guerra.

También hay que entender otra cosa simple: El imperio ruso surgió después que Rusia se apoderó de Ucrania en el siglo XVIII. Y sin Ucrania el imperio ruso es imposible.

Serhiy Borschevsky: "Si a Rusia no la frenan, no para"

¿Qué situación tenemos ahora, después del reconocimiento de "repúblicas" títeres? Rusia se desnudó ante el mundo entero. La Matrioshka se quitó sus ropas, y la humanidad vió a una bruja vieja y monstruosa.

Y por primera vez, la reacción del mundo hacia Rusia ha sido adecuada. Hablo de las sanciones anunciadas por los Estados Unidos, la Unión Europea, Gran Bretaña, Australia, Japón. La representante de los Estados Unidos ante la ONU, señora Linda Thomas-Greenfield Grinfild calificó el ataque contra Ucrania como una agresión contra cada país miembro de la ONU. Es una fórmula exacta. Porque Ucrania es guardafronteras en la frontera entre el mundo civilizado y Rusia. Si Ucrania cae hoy, mañana caerán otros países. Putin lo declaró porque el imperio que pretende restablecer abarcaba, también, territorios de varios países. Y no debemos tener ilusiones de que en algún momento Rusia frenará. Como la Princesa-Rana del cuento popular ruso puede tragar tanto, cuanto le permitiremos tragar.

Por supuesto, vivimos días tensos en Ucrania. Pero, gracias a Putin, tenemos el ejercito más experimentado en Europa, entrenado durante 8 años de guerra, y, gracias a nuestros amigos, bien armado. En 2014 no teníamos ni ejército apto, ni armamentos, ni solidaridad internacional. Y la resistencia de aeropuerto de Donetsk duraba desde 14 de septiembre de 2014 hasta 22 de enero de 2015. Ahora lo tenemos.

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La cúpula rusa quería sembrar pánico y cosechó odio. Muchos ucranianos en vez de huir, como hicieron algunos diputados prorusos, han regresado del extranjero a Ucrania para defenderla. También se toman medidas para proteger la estación nuclear de Chernóbil, centrales hidroeléctricas, puentes y otros objetos que podrían ser atacados por saboteadores. Se descubren grupos de propaganda enemiga. El ministerio de Asuntos Exteriores propuso a los ucranianos que residen en Rusia regresar inmediatamente al país.

Durante 8 años Ucrania ha pagado un alto precio, ante todo con miles de vidas humanas, defendiendo el mundo civilizado. Es hora de que el mundo civilizado lo comprenda y, también pague su precio, no tan alto, ayudando a Ucrania.

EL AUTOR. Serhiy Borschevsly. Traductor, escritor y exdiplomático ucraniano. Este artículo fue publicado originalmente por RTM. Una entrevista a fondo con el autor puede escucharse abajo:

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utor de una serie de cuatro volúmenes sobre la historia de las divisiones políticas y culturales de los Estados Unidos, y el auge del conservadurismo, desde la década de 1950 hasta la elección de Ronald Reagan. Radicado en Chicago, fue columnista de Rolling Stone y es una de las firmas habituales de la revista The American Prospect.

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