Reinas sí, reinas no: una controversia estéril y minoritaria

"¡Salud reinas! Ser lindas no es ni un delito, ni un obstáculo para la inteligencia", sostiene la escritora y guionista vendimial Vilma Vega.

Vilma Vega

LA REINA DE LA VENDIMIA

La primera reina vendimial fue elegida en 1936. Honor que le fue conferido a Delia Larrive Escudero, una joven de 16 años que representaba al departamento de Godoy Cruz. El significado de este reinado, busca rescatar la centenaria costumbre de los trabajadores de las viñas que, al finalizar la cosecha anual, elegían a "la cosechadora más linda, más laboriosa y más solidaria del grupo, a la que se la coronaba con hojas de parra y granos de uva, y se la homenajeaba con canciones y danzas. La reina posee un enorme valor simbólico en el contexto vendimial, pues representa a una madre tierra fecunda y generosa, que procrea hijos laboriosos y fuertes, capaces de enfrentar grandes desafíos.

Hoy, la Reina Nacional de la Vendimia, cumple no sólo la función de representar a Mendoza protocolarmente, sino que tiene una activa participación en la promoción turística, cultural, histórica, gastronómica, vitícola, etc. que hacen a los perfiles regionales, además de participar en proyectos solidarios, para lo cual se le asigna un sueldo mensual durante el año de su gestión.---Las reinas constituyen un ícono inamovible de nuestra fiesta grande. Provocan una adhesión popular masiva en el público adulto y ejercen una atracción mágica sobre los niños de todas las épocas, que las vivencian como a una especie muy particular de súper heroínas autóctonas.

No obstante, algunos medios periodísticos parecen obstinados en instalar una polémica en torno a una supuesta necesidad de que la vendimia no siga teniendo reinas. Grupos feministas insisten que el reinado vendimial "cosifica" a la mujer. Por añadidura, el intendente capitalino, en plena vendimia, incurrió en desafortunadas declaraciones que afirmaban que pronto la fiesta se realizaría sin reinas porque "hay que evolucionar y aceptar los paradigmas que marcan un nuevo tiempo". 

Por su parte, la jefa comunal de Santa Rosa, al destacar que la nueva virreina de su departamento era trans, alardeó de esta circunstancia como un logro pionero, propio de la evolución social. Porque, al parecer, en el realismo mágico de la dictadura ideológica de moda, la clave está en ser ilimitadamente inclusivos frente a la creciente diversidad de géneros que avanza, aunque discriminemos a mansalva a la mujer hermosa y trascendente. Inmediatamente, las redes sociales se sumaron a esta absurda controversia, y también lo hicieron varias referentes del periodismo femenino local, afirmando que -al menos- debía cambiarse la palabra reina por embajadora, y abolir los tradicionales atributos -como si el delirio de la dialéctica eufemística, también en boga, fuera un argumento sólido. ¿Qué explicación encontramos para esto? No se me ocurre otra que el desconocimiento ciego. No se ama lo que se desconoce. 

Qué bueno sería que los funcionarios se preocuparan por crear un Consejo Asesor de expertos e historiadores de vendimia que los pudiera orientar sobre lo que obviamente no saben. Sobre todo cuando se trata de nuestra historia, nuestra cultura, nuestra identidad, nuestra invaluable "Memoria de la Localía".

¡Salud reinas! Ser lindas no es ni un delito, ni un obstáculo para la inteligencia.

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