Un Milei para cada gusto o disgusto

Cada quien tiene una impresión diferente del presidente Javier Milei. ¿Hay una que pueda resumir de quién se trata, gobernando? La discusión la abre el director de Memo, Gabriel Conte.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Hay un Milei para cada uno. Lo hay bueno, regular o malo. Depende de cada evocación individual cuando se lo ve, escucha o siente hablar de él. Todos son el mismo. Es un fenómeno que podría apresuradamente compararse con aquel "Menem contra Menem" con el que el angelocismo pretendió socavar la imagen electoral del contradictorio candidato riojano. El resultado fue una paradoja: al señalar cada una de las afirmaciones qué a todas luces eran falsas, flojas o chocantes contra otras propias, lo que se consiguió es reforzar un "Menem multitarget".

Fue un fenómeno que hoy calificaríamos como "algorítmico", ya que, con los tiempos y herramientas de comunicación de aquellos días, se consiguió un Menem ultrapresente y, además, que se adaptaba a las necesidades de cada electoral, golpeado por la hiperinflación y un primer desconcierto con la eficacia de la democracia recuperada seis años antes.

Milei es adorado por sus acólitos, sea que se trate de seres humanos o artificiales creados por sus eficientes gerentes de la comunicación digital, que todo lo abarcan. Sostienen que puede ser Nobel de Economía y hasta "el presidente más innovador del mundo", en una sustanciación mágica de los deseos imaginarios del presidente.

Cada quien ve a Milei como quiere. Y no se le puede discutir lo que cree estar viendo.

Cada quien ve a Milei como quiere. Y no se le puede discutir lo que cree estar viendo.

También, hay un Milei que para ciertos sectores representa la reencarnación de todos los miedos. La definición es tan injusta como el sobredimensionamiento que hacen los acólitos. Por ejemplo, hubo reacciones insospechadas en las redes ante el triunfo en la Copa América de Fútbol, que compararon el buen clima social generado con la cortina de humo del Mundial '78. Claro, aquello era una sangrienta dictadura que irrumpió ilegalmente a una sangrienta democracia. Hoy no hay ningún punto de equiparación.

Hay un Milei que escribe ideas liberales y otro que las borra con un codo conservador.

Y uno que afirma que ejecuta planes a los que les da una vuelta en el aire en forma intempestiva, todo el tiempo, en una sucesión de "ensayo y error" que parece inacabable.

Se pueden leer notas en Memo que dan cuenta de esto último, que podría considerarse un eje de todo lo puntualizado antes:

- El economista Christian Buteler dio cuenta de cómo tras unos anuncios en materia monetaria y económica sobrevivieron acciones en sentido contrario.

- El conductor de Odisea Argentina, Carlos Pagni llevó a su programa en LN+ el inquietante dato de un presunto pacto entre Milei y Sergio Massa, que permitiría el actual control de muchas áreas del Gobierno por parte de quien es aborrecido en las palabras y, posiblemente (de acuerdo a esa versión) sostenido como "socio" en los hechos.

A nivel de realidades, los que presumiblemente piensan como Milei se le alejan. Los fundamentalistas del Presidente los combaten: insólito.

Además, se proclama a "la libertad" como una consignación transversal a este tiempo, pero se pretende decidir quiénes sí son periodistas y quiénes no, como sucedió con el caso de Silvia Mercado, a quien le impiden preguntar en la Casa Rosada solo porque no les gusta sus preguntas.

Así, el panorama favorece a Milei: divide y reina. Pero, ¿quién, cómo y cuándo se gobierna?

La confusión es abrumadora, pero posiblemente tienda a acomodarse con las elecciones del año próximo, o bien en los momentos previos, cuando la sociedad resuelva quién es quién. O no: que cada votante continúe eligiendo en soledad y sin permitir intromisiones de nadie en sus pensamientos, al Milei que le dicta su fe.

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