De la guerra y la paz

La Profesora María del Rosario Ramallo y el uso, costumbre y orígenes de las palabras que utilizamos para referirnos a la beligerancia y su ausencia.

Profesora Consulta por la Universidad Nacional de Cuyo

En la historia de la humanidad, advertimos que los pueblos han tenido períodos de guerra que han alternado, intermitentemente, con treguas y etapas de paz. ¿Qué vocabulario español recoge esas actitudes beligerantes y pacifistas, que parecen obedecer a respectivas conductas de los hombres?

He usado el vocablo ‘beligerante' y no todos comprenden su valor significativo: es de clara procedencia latina, ya que se forma con el sustantivo "bellum", equivalente a "guerra", más el verbo "gerere", que traducimos como "llevar a cabo"; por eso, su definición es, en relación con una nación o potencia, "que está en guerra": "Hace mucho que esos dos pueblos guardan entre sí una permanente actitud beligerante". En cambio, origen germano posee la palabra ‘guerra', cuyo significado era 'pelea, discordia'; "La guerra habría de durar cerca de cien días". Con este sentido, el Refranero multilingüe recoge, como crítica a la violencia, la paremia "La guerra engendra guerra". Recordamos, por otro lado, la máxima latina "Si vis pacem, para bellum" ("Si quieres la paz, prepara la guerra"), inspirada en el Epitoma rei militaris, de Flavio Vegecio, cuando aconsejaba por el año 390, "igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum" ("Pues quien desea la paz, que prepare la guerra").

Abundante es el vocabulario referido a la actitud de violencia de los seres humanos entre sí: algunos denotan enfrentamientos menores, otros señalan choques de mayor relevancia. Vemos, por ejemplo, ‘conflicto', cuyos valores significativos pueden indicar simplemente una materia de discusión, como en "Hoy dialogarán las partes en conflicto", una situación de difícil salida, como en "Los países limítrofes atraviesan un conflicto que deberá resolverse por vía diplomática", o un enfrentamiento armado, como en "El conflicto entre esas potencias lleva ya muchas víctimas".

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Encontramos también ‘contienda' y ‘conflagración': el primero se relaciona con el verbo ‘contender', que se define como "lidiar, batallar, pelear": "Las permanentes contiendas entre vecinos terminaron mal". Por su parte, una ‘conflagración' es una "perturbación repentina y violenta de pueblos o naciones", como en "Por vía diplomática, se aspira a evitar una conflagración entre los dos pueblos, con consecuencias nefastas".

Otros términos pertenecientes al mismo campo semántico son ‘pugna', ‘pleito' y ‘pelea': ‘pugna', de claro origen latino, señala no solo la batalla o pelea, sino que se usa para nombrar la oposición o rivalidad entre personas, naciones, bandos o parcialidades: "Traté de mediar entre las partes en pugna". En cambio, ‘pleito' se circunscribe, en general, a otra esfera pues se identifica este concepto con una disputa o litigio judicial entre partes: "No queda claro aún cómo se resolverá el pleito por la cuota alimentaria de sus hijos menores". Y en cuanto a ‘pelea' es acotado su valor significativo a la acción de contender o reñir, aunque sea sin armas o solo de palabra: "A veces, duelen más las peleas verbales que las llevadas a cabo con agresiones físicas".

En la base de cualquiera de los significados encerrados en los términos analizados se encuentra la ‘enemistad', entendida ella como la "aversión u odio entre dos o más personas"; también, el ‘distanciamiento', el ‘aborrecimiento', la ‘hostilidad', la ‘desavenencia'. Sobre todo, en estos dos últimos vocablos destacamos la existencia de la discordia y de la agresión armada de un pueblo, ejército o grupo: "Una desavenencia mínima desató las hostilidades entre facciones opuestas".

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Pero, en el extremo contrario, cuando se da la situación en la que no existe lucha armada en un país o entre países, cuando la relación entre personas se verifica por la armonía, sin enfrentamientos ni conflictos, hablamos de ‘paz'. Sinónimos de este término son la ‘concordia' y la ‘armonía': en cuanto a ‘concordia', etimológicamente, nos explicamos su valor significativo porque se reúnen dos elementos, el prefijo "con-" ("junto, globalmente") y el sustantivo "cor, cordis" ("corazón"); así, se define como "unión, conformidad": "El gobernador ha destacado la concordia que existe en las relaciones entre esas provincias". En cuanto a la armonía, ella no es otra cosa que la amistad y buena correspondencia entre personas: "Prevalece la armonía de las partes".

Muchas veces, la paz se identifica con ‘tranquilidad', equivalente a "quietud, serenidad": "Impera en todo el país un clima de tranquilidad". Otras veces, el término invocado es ‘avenencia', término que da idea de conformidad y unión; también, dan idea de paz los vocablos ‘tregua' y ‘armisticio'. ‘Tregua' nos remite a un origen gótico, "trggwa", equivalente a "tratado", pues designa el cese temporal de hostilidades; por su parte, ‘armisticio' es un término similar pues designa la "suspensión de hostilidades pactada entre pueblos o ejércitos beligerantes": "Mediante una tregua, ratificada por un armisticio, asistimos a un período de calma".

Una palabra que subyace en el significado de todas las que presupongan paz es ‘concierto', en sus dos primeras acepciones: por un lado, es el "buen orden y disposición de las cosas" y, por otro, es el "ajuste o convenio entre dos o más personas o entidades sobre algo": "Asistimos al concierto de dos enemigos aparentemente irreconciliables".

Entre la guerra y la paz, la Fundéu habla acerca de las expresiones ‘¡alto el fuego!' y ‘¡alto al fuego!' como formas válidas para referirse a la suspensión de las acciones militares en una contienda. El plural es ‘los alto el fuego'; en España se usa como equivalente ‘cese el fuego', mientras que en América se prefiere ‘cese al fuego'.

Nos llama la atención, en el Refranero multilingüe del Instituto Cervantes, la presencia de la paremia "Si quieres vivir en paz, oye, mira y taz", en donde la palabra ‘taz' es la forma antigua imperativa del verbo ‘tacere': equivale a "calla". El centro del pensamiento de esta paremia se encuentra en la discreción, que debe observarse en toda nuestra conducta a fin de evitar problemas.

También el mismo refranero incluye "Hayamos paz y moriremos viejos", refrán español en donde se insta a que se conserve la tranquilidad de ánimo pues ella resulta beneficiosa para un buen estado de salud.

Por fin, se equiparan los ardides de la guerra y del amor en la paremia "En la guerra y en el amor, todo vale": para lograr tanto los objetivos finales de un conflicto bélico como de uno amoroso, se puede acudir a los más variados recursos.

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