Laura Catena: "Mi objetivo es elevar a la Argentina en el mundo con el vino"

Laura Catena, en una charla con Memo, cuenta sobre "Malbec Mon Amour" y su amor por esa cepa que tan mal la pasó a lo largo de la historia. Su relación con Alejandro Vigil, con su papá Nicolás Catena Zapata y los proyectos para 2022 y para "antes de morir".

Lo que iba a ser una entrevista comienza, desde el principio, como una charla. Si bien hay preguntas y respuestas, Laura Catena, abre de entrada y con gran amabilidad la puerta de su casa: "Tuve un día fatal pero mejorará con un café y esta nota, seguramente". Así, con una sonrisa, la taza en la mano y la pantalla en frente (es una videocomunicación porque ella está en San Francisco) empieza el diálogo.

"Vivo un poco más de tiempo en San Francisco un poco menos de tiempo de Mendoza pero voy y vengo", aclara.

-¿Cómo fue su trabajo como médica de Emergencias?

-Trabajé como médica hasta fines del 2019. Mi papá cumplió 80 años en noviembre de 2019 y le dije que, como regalo, me iba a dedicar sólo a la bodega y trabajaría como médica voluntaria. Había encontrado una clínica en San Francisco que es para la gente que vive en la calle. Ahí había trabajado mi marido cuando era estudiante de medicina, siempre paso por enfrente y conocía a quien le había fundado. Dije voy a hacer de voluntaria ahí, me dedico realmente al vino y basta de esta locura de ir a la emergencia. Igual nunca iba sin dormir, cuando volvía de un viaje primero descansaba y luego a trabajar. Soy muy cuidadosa en eso.

Después vino la pandemia, le pregunté a mi jefe si quería que volviera. Yo los últimos 10 años había hecho pediatría y la realidad es que con el covid-19 no había niños en la sala de emergencia. No se enfermaban, al principio. Lo que sí hice fue colaborar con la vacunación. En San Francisco hay un lugar que se vacuna a la gente que vive en la calle. La verdad que extraño un poco pero estamos muy ocupados con el vino.

-Son dos mundos muy distintos, ¿Cómo se conjuga medicina y vino?

-Un mundo informa al otro. Por ahí no se piensa que la medicina tiene un lado artístico, pero para mí el lado creativo está en todas las profesiones. No sólo en pintores o en los músicos. Ser creativo es resolver problemas y encontrar soluciones a la vida. El médico ve un paciente y hace como una pintura de esa persona mirándola. Entrás a una sala y ya sabés si la persona está muy enferma o no, no tenés ni que sentirle el pulso para darte cuenta.

Y el vino y el viñedo tienen esa parte que es un poco reconocer patrones. Vos caminás por un viñedo, empezás a oler, a mirar las hojas, te das cuenta si necesita agua. Mirás el cielo para ver si está por caer piedra. Mirás el suelo, sí está mojado o no. Hay animales que ves que te indican ciertas cosas; cuando hay muchas hormigas, sabes que se viene la cosecha porque les gusta comer la uva dulce. Después está la parte de la fermentación y todo eso que tiene un lado bastante científico.

Pero para mí, ir de la medicina a la enología, a la viticultura, fue natural. No fue muy complicado. Lo que traje mucho a la bodega fue el tema del trabajo en equipo, que es algo que en medicina se hace mucho porque no podés hacerlo de otra forma. Tenés gente que hace cosas diferentes. Creo que el estilo de trabajo en equipo es algo que le gusta a la gente; a nadie le gusta que le den órdenes y no lo expliquen porqué tiene que hacer algo.

Laura se entusiasma con la charla he introduce sola el siguiente tema: mujeres.

"En medicina, ya hace años que hay muchas mujeres médicas. Entonces, yo entré a la bodega muy acostumbrada a ser una mujer con mando y también a ver y trabajar con otras mujeres de alto cargo y en posiciones de mando. Eso también creo que me ayudó a reclutar a muchas mujeres: hoy Catena es un equipo muy mixto", destaca.

En este punto, la viticultora retoma la pregunta de cómo conjugaba ambos trabajos y se sincera con simpatía: "Ahora lo pienso y realmente no sé cómo lo hice porque era una locura. Cuando trabajaba en Emergencias, todos sabían que ponía mi teléfono en off y sólo mis hijos me podían llamar. Igualmente, durante 20 años trabajé 6 días por mes como médica".

Quien es doctora en Medicina, cursó todos sus estudios en Estados Unidos. Apasionada por los libros, por perfeccionarse siempre y capacitarse a full, también dedica parte de su vida a investigar y escribir: "Me encanta todo lo académico, si pudiera estudiar todo el día lo haría".

Video: el rap del Malbec con el que brindó la embajada argentina en EEUU

"Vivimos un tiempo en Argentina, ahí fui al Nacional Buenos Aires pero después nos vinimos a Estados Unidos porque mi papá, Nicolás Catena Zapata, quería entender qué habían hecho los californianos en la vitivinicultura. Fue la época en la que California decía 'Nosotros vamos a hacer vinos tan grandiosos como los de Francia' y tuvieron el famoso "Juicio de París" donde ganaron los vinos californianos. Eso lo contamos en nuestro libro", se explaya.

-Cuéntenos de que se trata 'Malbec Mon Amour', el libro que publicaron el año pasado junto a Alejandro Vigil.

-Al libro lo lanzamos y se agotó en un mes, ahora estamos haciendo una segunda edición. El objetivo que nos propusimos con Vigil fue mostrarle al mundo lo divertido que es hacer Malbec y porqué lo amamos tanto. Es esta cepa que ha pasado las mil y una (risas). A nadie le cae bien algo a lo que siempre le fue bien y al Malbec, la verdad, que le ha pasado de todo.

Allí, la escritora comienza a hacer un repaso de cómo el Malbec ha sobrevivido a las distintas vicisitudes a lo largo de la historia de la humanidad misma. Como estudió francés y le gusta tanto leer, aprovechó esa veta para leer todo lo que se había escrito en francés sobre su amada cepa.

"Desarrollamos toda la historia de Malbec, que es fascinante. En un momento, la cepa empieza a desaparecer en Francia, por suerte viene Argentina y la plantan por todos lados. No se sabe bien porqué pero mi teoría es que el Malbec te da un vino rico en cualquier lugar del país, no sólo en Mendoza. Habrá algo en el suelo argentino, no sé, pero es real. La cepa tiene como una adaptación a la Argentina muy extraordinaria y también un poco de casualidad, quién sabe", deja en el aire.

Y sigue: "Luego, en los años 60 y 70, lo empiezan a sacar y pasó de 50 mil hectáreas a 15 mil. Eso fue porque es una cepa de bajo rendimiento y el Malbec de alto rendimiento, que se llama Côt, quedó en Francia. Pero el más cualitativo de bajo rendimiento vino a la Argentina.

Actualmente, que está en auge, uno pensaría que hay mucha mayor cantidad y no, se recuperó lo que había originalmente pero llegamos al mismo número: hoy hay unas 50 hectáreas de Malbec en Argentina.

Es una especie de odisea la de esta cepa. Alejandro y yo hace 10 años que veníamos pensando en el libro. Al principio nos preguntábamos si la gente iba a querer un libro que sólo hablara de una cepa. Publicamos una etiqueta que contaba la historia del Malbec a través de cuatro mujeres. Tuvo tanta repercusión y tanto auge que nos dimos cuenta de que había interés por conocer la cepa. Ahí medio que nos animamos pero estaba el problema de que queríamos algo técnico y a la vez divertido. Entonces, contamos la historia pero con un enfoque entretenido y hasta con imágenes de nosotros en el medioevo", grafica.

"Igualmente, la parte histórica la puede entender cualquiera; alguien que no sabe nada de vinos, posiblemente entienda el 60%; alguien que se interesa y degusta, va a entender el 90% y el 100%, lo van a entender sólo los técnicos. La idea del libro fue esa; que fuera interesante para muchos públicos distintos", comenta. 

-En Mendoza, fue su padre, Nicolás Catena Zapata, el primer impulsor del Malbec, ¿Cómo fue la historia?

-Es cierto porque si no fuera por mi papá, no sé si hoy el Malbec sería la uva ícono de Argentina. La historia es así, la puedo contar porque en esa época estaba trabajando con él, que estaba en Estados Unidos, hacía investigación y yo lo ayudaba.

Yo fundé el Catena Institute of Wine en el 95' y le dije a mi papá que si él quería hacer grandes vinos argentinos, nos teníamos que poner a estudiar: el suelo, el clima, las máquinas, todo. No es que de un día para el otro decís: "Hoy voy a hacer un Grand Cru y listo". Estuvo de acuerdo y pusimos un equipo que se dedicó a la investigación. Seguimos estudiando pero también publicando porque de esa manera lo haces mejor, al saber que lo tenés que compartir con todo el resto de la Argentina.

Mi negocio es elevar a la Argentina, no sólo a Catena.

Nicolás Catena Zapata empezó en Estados Unidos con esta idea de hacer grandes vinos argentinos que compitieran con los mejores del mundo. Empezó con Cabernet sauvignon y Chardonnay y le fue súper bien. Él conocía el Malbec porque nosotros tenemos un viñedo que se plantó a principio de los años 20, el viñedo Angélica, pero no estaba seguro de que le pudiera dar un vino tan rico con el Cabernet sauvignon.

Pero, la verdad es que fue un italiano llamado Atilio el que lo convenció. Es una historia que no sabe mucha gente, pero está contada en el libro. Atilio había trabajado en Antinori, una bodega muy famosa de la Toscana de Italia, 24 generaciones de vino, vienen desde la Edad Media. Mi papá en esa época a todos los que venían de afuera les ofrecía la bodega para hacer su vino, a cambio de que nos enseñaran todo lo que sabían.

Argentina había estado muy aislada del resto del mundo y era muy difícil acceder al conocimiento. Su objetivo, igualmente, desde el día uno fue hacer vinos argentinos que pudieran competir con los mejores del mundo. Se le mataban de la risa en ese entonces, a carcajadas, porque el ídolo era Chile que vendía volumen a bajo precio. Pero mi papá siempre tuvo otra idea y tuvo claro que lo iba a conseguir.

Le pide a Atilio que le sugiera una uva con la que se pudiera hacer un gran vino de nuestros orígenes italianos y que le dijera cuál era, para él, el gran vino argentino. Atilio se va y cuando vuelve le dice 'tengo una buena y una mala noticia'. En mi familia siempre se recibe la mala noticia primero. Le dice que todo lo que tenía era una porquería y que no iba a poder competir con los de la Toscana. La buena: 'Usted tiene un oro que no lo tiene nadie y es su Malbec del viñedo Angélica. Creo que usted con él, puede hacer gran vino que compita con lo mejor de Italia, de Francia, de España'. Y mi papá, que lo apreciaba tanto, tomó su consejo e hizo el primer Catena Malbec.

Yo era médica, me estaba entrenando. El Malbec no entró en el mercado hasta el 96'. Yo ya lo estaba ayudando un poquito a mi papá y me acuerdo que iba con la botellita de Catena Malbec y me decían "Qué rico vino pero no se lo puedo comprar porque nadie sabe lo que es y no lo voy a poder vender". A veces me pasaba todo el día recorriendo para ofrecerlo y no me compraban ni una botella.

Nicolás Catena Zapata recibió el "Oscar del vino", Premio Lifetime Achievement 

Luego sucedió algo muy interesante, unos periodistas del Wall Street Journal hicieron artículo hablando del Malbec. Fue el primero en salir en una publicación que no fuera específica de vinos. Era una página entera donde contaban que el Catena Malbec había sido elegido número uno. De ahí en adelante, empezó a tomar auge y pasó de no existir a ser la variedad más importante de la Argentina. Y ya hace 10 años que Argentina vende más vino caro en Estados Unidos que Chile.

-Como mujer empresaria, ¿siente que le ha costado más que a los hombres avanzar en su carrera?

-Para mí lo más difícil fue ser la hija de mi papá, que es una persona tan inteligente y tan brillante. No por compararme, yo vivo mi vida y me encanta rodearme de gente brillante, no soy competitiva. Pero sí me pesaba que dijeran que tenía el trabajo que tenía por ser 'la hija de'. Como si yo por mis propios medios no me hubiera ganado mi posición. En el hospital trabajé incansablemente, por ejemplo, entonces me parecía injusto eso.

El tema era demostrar que no me habían dado el trabajo sólo por ser Catena, eso fue lo más difícil. Pero en términos de ser mujer, soy medio despistada y por ahí no me doy cuenta si me discriminan. Igual voy con bastante fuerza a las situaciones. Pero también me protegió el hecho de ser hija de mi papá.

Al día de hoy las mujeres sufren en muchos trabajos, no hay igualdad verdadera pero creo que se está trabajando para que exista. En nuestra bodega hemos llegado a un punto muy alto; tengo gran orgullo de saber que las mujeres que trabajan en Catena se sienten muy bien y que se les paga por su trabajo y no menos que a los hombres por el mismo trabajo. Algo que en algunas empresas todavía no es así. Siempre mi padre y yo fuimos conscientes de eso, hoy es algo de nuestro ADN; queremos que las mujeres se sientan bien trabajando en Catena.

-¿Cómo es su relación con Alejandro Vigil, son amigos además de trabajar juntos?

-Tenemos una relación casi como de hermanos. Está la parte afectiva pero también de consejo del uno al otro porque conocemos nuestras historias. Con Vigil vengo conviviendo desde el año 2001. Es alguien con quien puedo hablar de cualquier cosa y no le tengo que dar una introducción. Tenemos un lazo afectivo muy fuerte porque estamos trabajando siempre juntos, remamos muy fuerte los dos y creemos en lo mismo: elevar al vino argentino. Que esté entre los mejores del mundo. Él es una persona extremadamente ambiciosa, yo también pero soy más realista (risas). Él no tiene límites, sueña en grande siempre.

También soy una persona que me empujo mucho y que creo en la Argentina, así que nos une ese objetivo en común. Nos gusta pensar mucho y usamos el método socrático de decidir cosas; empezamos con un tema, hacemos preguntas, yo le hago una pregunta a él, él me hace una pregunta a mí y después llegamos a una conclusión. Incluso, a veces es imposible acordarnos de quién fue la idea original (risas). Todo lo hacemos con este diálogo socrático. Me gusta mucho trabajar con él y tengo que admitir que es una persona muy divertida. La pasamos bien. Hablamos mucho, hoy (un día cualquiera de la semana) por ejemplo ya hablé con él dos veces.

Me gustaría poder pasar más tiempo hablando con Vigil porque siempre es una conversación muy rica. Igual yo ayudo mucho estando afuera. Este intercambio hace que tengamos el ojo en el mundo. Vigil siempre me dice 'nosotros necesitamos que seas nuestros ojos' e intento hacerlo.

-¿Qué es lo que más le gusta de todas las actividades que desarrolla?

-Me gusta mucho la naturaleza, estar afuera, en Mendoza en el viñedo sobre todo. Vigil es medio igual. A mí me gusta estar en la bodega, probar los vinos y después volver a salir al viñedo. En Argentina aprovecho y, por ejemplo, hago una reunión en un viñedo lejano, que tiene una casita, así puedo ir y caminar mientras hablamos. No me gusta estar encerrada. En Estados Unidos paseo mucho a mi perrita, tengo un parque cerca que voy todo el tiempo.

Además, siempre fui muy lectora y ahora con esto de los audiolibros es genial porque puedo estar caminando en la naturaleza con un audiolibro; me doy los dos gustos en uno. Es fantástico.

-¿Qué proyectos tiene para el 2022, quedan sueños por cumplir?

-El libro, Malbec Mon Amour, lo estamos reimprimiendo en español, en inglés y lo vamos a hacer en francés y en rumano. Estoy haciendo "Oro en los viñedos", mi segundo libro, en chino. Ese es un proyecto para este año.

Además, hicimos un estudio con el terroir y mostramos que vinos de diferentes zonas tenían una huella digital química diferente. Explicar al mundo que se hizo el mejor estudio de terroir en Argentina y no en Francia, es algo que me fascina.

También estamos haciendo vinos fuera de Mendoza: en La Rioja, La Pampa, Salta. Unos rosados muy ricos, como el clarete y la criolla, reviviendo lo que se hacía antes. Estamos haciendo cosas muy divertidas con rosados, vinos naturales sin sulfitos. Es parte de la investigación que hemos hecho. Estoy bastante feliz con mi Pinot Noir, que le ha ido súper bien.

En definitiva, es el mismo proyecto de mi padre; elevar al vino argentino y hacer vinos que puedan competir con los mejores del mundo.

Y el proyecto que tengo para antes de morir es que en cada cava de coleccionista de vino que haya en el mundo, exista una sección de vino argentino. Hoy siempre hay una sección de vino francés, puede ser de California, de Italia, pero no de Argentina. Aunque vivo parte del tiempo afuera, mi corazón está en Mendoza. Siempre.

Esta nota habla de:
Despidos de estatales: ¿qué opinás?