"Ver la Tierra en todo su esplendor es conmovedor"

El primer astronauta latinoamericano en llegar al espacio, habló por primera vez con Argentina hace 5 años. Franklin Chang Díaz entrevistado por Gabriel Conte, Mariano Bustos, Santiago Montiveros y la producción de Franco Pereira en el legendario programa "Tormenta de Ideas", que cada sábado traía a la radio de Mendoza a numerosas figuras de nivel internacional, entre ellas, 21 presidentes y exmandatarios.

Siete veces fue y volvió. Siete veces nos miró desde mucho más allá de los límites de nuestro planeta. Siete veces Franklin Chang Díaz, astronauta de la Nasa y fundador de Ad Astra Rocket (un proyecto para viajar a Marte), realizó viajes fuera de la Tierra. Hace cinco años, por primera vez pudieron entrevistarlo desde Argentina y hoy se recuerda aquella nota realizada en MDZ Radio por Gabriel Conte, Mariano Bustos, Santiago Montiveros y la producción de Franco Pereira en el legendario programa "Tormenta de Ideas", que cada sábado traía a la radio de Mendoza a numerosas figuras de nivel internacional, entre ellas, 21 presidentes y exmandatarios. Lamentablemente, MDZ no conserva ese material.

Hoy su palabra cobra valor una vez más, atentos a que el 20 de julio de 1969 se produjo el primer paso de un humano en la Luna.

En esta nota, hasta de cine habló Chang, sin dejar de lado los viajes a la Luna ni la tragedia del Challenger.

-¿Cuándo le surge esa pasión por lo espacial?

-Empezó muy de niño, yo soy un producto tal vez del inicio de la era espacial en Costa Rica. El 57 fue un año muy importante, fue cuando se lanzó un satélite artificial por primera vez. Lo hizo la Unión Soviética. Ese satélite causó una gran sensación y en un cierto punto causó una sensación de miedo. Para mí fue apasionante, yo tenía 7 años. En aquellos tiempos uno podía quedarse al anochecer y ver pasar el satélite, era la única estrella que se movía. A mi todo eso de viajar al espacio y explorar el universo me cautivó, desde niño quería poder lograr volar en el espacio. En aquellos tiempos no habían astronautas, hasta el 61, unos años después, que apareció el primer astronauta. Yo salí a EEUU a buscar la posibilidad de incorporarme a esa carrera, a los 18 años. Las cosas cambiaron mucho en los 80-90, cuando hubo cambios geopolíticos, la Unión Soviética se desbarató y se cayó la cortina de hierro y la pugna entre EEUU y la URSS se terminó cuando el ser humano llegó a la Luna por primera vez. Eso cambió la química totalmente, se involucraron a la carrera espacial otros países, los europeos, los chinos, Corea del Sur, ahora Argentina tiene su agencia espacial, Chile, Brasil, Colombia, México. Es decir, ahora hay un enjambre de actividades, y más que nada empieza el movimiento comercial: la parte de ir al espacio no sólo a explorar, sino a hacer negocios.

-Ahora están en la creación de un motor de plasma que le permite al humano no sólo llegar a la luna, sino también a Marte.

-Sí, ahora podemos ir a Marte, pero demora mucho, 8 o 9 meses. Eso hace que los planetas, cuando se envía la misión, se desalinean, y al llegar a Marte el humano no puede regresar inmediatamente, sino que tiene que esperar a que los planetas se alineen nuevamente, dos años. Entonces la misión a Marte es muy larga y eso es un problema a resolver. Ese es el fin de nuestra tecnología: mover objetos o humanos en el espacio más rápidamente.

-¿Qué encontró usted cuando voló que le pareció extraño?

-El impacto es extraordinario, emotivamente, ver la Tierra en todo su esplendor es conmovedor. Más que nada, cuando uno hace una caminata espacial, sale de la nave y está en el vacío. Yo lo que vi es la belleza de nuestro planeta, y nos damos cuenta de que todos los seres humanos somos astronautas, todos somos la tripulación de esta nave espacial Planeta Tierra que tenemos que cuidar, porque si algo le pasa, moriremos todos.

-¿Por qué La Nasa no fue más a la luna?

-La razón es simple: se ganó la carrera. El vuelo a la luna era ganarle la carrera a la URSS, era una pugna entre dos superpotencias. La Luna perdió el interés por eso, pero ahora la Luna se convierte en un lugar de prueba donde podemos desarrollar las técnicas que nos permiten ir más allá.

-¿Volverán las misiones a la Luna?

-Sí, en mi empresa tenemos el plan de poner un laboratorio de pruebas de cohetes en la luna, porque lo que estamos desarrollando aquí, lo estamos probando en cámaras de vacío en el laboratorio, pero son pequeños, de 100 o 200 kilovatios de potencia. Pero las pruebas a 1, 2, 3 o 5 megavatios ya no se pueden hacer en la Tierra ni en una estación espacial, porque la empujarían fuera de su órbita, entonces el lugar adecuado es la luna.

-¿Qué le genera a usted cuando se desmiente que el hombre ha llegado a la Luna?

-Bueno, siempre hay uno que otro que no cree, yo pienso que aún hay gente que cree que la Tierra es plana. No vale la pena tratar de convencerlos, porque no van a cambiar. El ser humano llegó a la luna seis veces, se exploraron partes, pero ahora se sabe que hay agua, ciertos depósitos de minerales. La Luna es un lugar muy interesante, realmente.

-¿De qué se trata la etapa comercial que viene ahora?

-Ya existen, por ejemplo, las operaciones espaciales, todas las constelaciones de satélites que tenemos en órbita alrededor de la Tierra, que son más de 100 mil objetos, tienen un impacto muy importante en todas las transacciones que se llevan a cabo por el ser humano en la Tierra, todos los enlaces comerciales, las transacciones comerciales, el posicionamiento global, todo tipo de actividades humanas están operadas por satélites. Es una industria de 300 mil millones de dólares. Es un negocio enorme y está en el punto ahora donde el transporte espacial está abriéndose, es como cuando en los 20 comenzó la era del aire, la de los aviones comerciales, hoy en día millones de personas están en el aire en todo momento, con seguridad, confiabilidad y a buen precio.

-¿Por qué buscamos ir al espacio exterior? ¿Para probar ingeniería que no se puede probar en la Tierra o para conseguir recursos que acá se están agotando?

-Yo veo que simplemente estamos asegurando nuestra supervivencia como seres humanos. En este momento, la raza humana no tiene ningún tipo de abundancia en cuestión de dónde puede vivir. El número de seres humanos que habitan la Tierra crece, consumen más energía, poco a poco el peso de la raza humana será demasiado para este planeta, entonces debemos empezar a expandirnos hacia el universo. Yo creo que es algo inevitable, tarde o temprano deberemos hacerlo.

-¿Hay algún estimativo de otros lugares habitables en el Universo?

-El Universo como tal es algo enorme, inmenso, difícil de entender. Pero si sólo hablamos de la galaxia donde vivimos nosotros, una de las miles de millones que hay, en esta galaxia solamente hay miles de millones de estrellas, cada una de las cuales podría tener unos cuantos planetas. Entonces, las posibilidades de vida fuera de la Tierra son muy muy altas. Más bien a mí me parece que la vida fuera del planeta es algo muy normal, que no somos ninguna excepción, sino que sería extraño que nosotros en este Universo tan grande fuéramos los únicos. No puedo pensar que si hay una inteligencia suprema que creó todo esto, sólo en este planeta se le ocurrió hacer un poco de vida, no creo que eso sea posible.

- Usted estuvo a bordo de la nave Columbia, ¿qué sintió en 2003 cuando ocurrió la tragedia?

-Una pérdida extraordinaria. Yo volé en el Columbia dos veces, el primer vuelo que hice fue en el Columbia. La pérdida fue súper dolorosa para todos, eran nuestros amigos, yo había entrenado con algunos de ellos. También pude ver, después de mi primer vuelo, unos días después. la tragedia del transbordador Challenger. Estos accidentes era parte del crecimiento del programa. La nave, con sus excelentes diseños y tecnologías, tenía sus fallas. Yo creo que esas tragedias nos enseñaron mucho. Tras la tragedia del Challenger, nuestras operaciones fueron muy diferentes, ese programa se detuvo y no teníamos esa opción. El espacio debe ser de todos, debe ser democratizado, no la cancha de juego de las Naciones poderosas, tenemos que hacer que todo el mundo pueda ir.

-¿Qué mensaje les da a los niños que, como usted en su momento, quieren ser astronautas?

-Mi pasión es inculcarles a los jóvenes que no desechen ningún sueño, que no dejen que los golpes de la vida y del desarrollo mellen ese interés de seguir los sueños. Eso intenté hacer yo y en mi caso se cumplió.

-La película Gravedad me hizo sentir como en el espacio. ¿Es tan así como se muestra en la película?

-A mi me encantó ver esa película. Me pareció muy bien hecha, hubo algunos defectos en la parte técnica, pero eso no era algo tan importante. Por ejemplo, cuando empezó a volar George Clooney con la mochila iba muy rápido, eso es imposible hacerlo tan rápido. Pero eso se perdona. Otra cosa que no es posible es que llegaron de la estación espacial internacional a la estación internacional china y estaban con el telescopio espacial primero. Esas órbitas son completamente diferentes, en planos distintos, es imposibles con las condiciones que tienen hacer esos cambios de órbitas. Son detalles que alguien que conoce del espacio puede entender, pero eso no le resta la extraordinaria forma en que presentan el tema espacial y el problema de la chatarra espacial, que es un problema muy serio y que sí fue hecho con mucha precisión.

-¿Qué sintió en el momento de comenzar su primer ascenso al espacio?

-Miedo, claro que sí, como en todos los viajes. El miedo es algo normal en cualquier persona y lo necesitamos para no tomar riesgos innecesarios. La primera misión fue la que más me impactó de las siete que hice, aunque fue la más simple. Las sensaciones de la primera misión vienen todas aglutinadas en una sola y es algo muy poderoso, pero a medida que aprende a volar uno aprende a saborear mejor las cosas y a compenetrarse más en el vuelo.

-¿Qué siente cuando vuelve de una misión?

-Alegría, porque uno vuelve a ver a su familia. En mi caso sentí también nostalgia y tristeza de abandonar el espacio, yo me sentí tan a gusto en el espacio que cuando tuvimos que acomodar los bultos para regresar sentí nostalgia y tristeza de abandonar ese lugar tan bonito.

-Se dice que cuando uno viaja,"se abre la cabeza". ¿Qué le pasó a usted?

-Uno cambia completamente su perspectiva de cómo ve el planeta y la Tierra. Ya no somos ciudadanos de un país, sino de un planeta. Ya no vemos las diferencias que la gente ve entre las regiones, damos vuelta a la Tierra en una hora y media, cada 45 minutos se pone o nace el sol, nos damos cuenta de lo pequeño que es este lugar donde vivimos. El planeta se ve muy pacífico, cristalino y frágil. Uno se pone a pensar que en ese planeta cada día hay media docena de guerras, donde la gente se está matando, uno se muere de hambre y otro derrocha dinero.

-Habría que mandar a algunos líderes del mundo a ver eso...

-Yo creo que sí. Yo he notado que al regreso todos volvemos diferentes, todos hemos cambiados y tenemos esa actitud global, de ser ciudadanos de un planeta.

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