Los políticos que fracasan ahora se disfrazan (también) de ecologistas

En los ámbitos parlamentarios hay pluralidad de voces y gana el que tiene mayor cantidad de votos. En las asambleas, un esquema de índole tribal, impide que participen los que no coinciden con el núcleo central. El fascismo vuelve, con nuevas máscaras, en todo el mundo.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Causas del resurgimiento zombie de los fascismos. No tuvieron razón y la gente no los escuchó. No lograron constituir partidos porque nadie los seguía, salvo grupos de acólitos enceguecidos, y ahora arman "ong's". Se presentaron a elecciones y perdieron: odian al sistema democrático y preferirían vengarse de la ciudadanía que vota. Prefieren decidirlo entre iguales, en movilizaciones entre gente que piensa más o menos igual y, así y todo, surgen diferencias y peleas.

Aceptar discutir y perder, o querer imponerse a la fuerza. La democracia es compleja y no es para nada algo que satisfaga hasta el gozo. Sin embargo, no hay otro sistema en el que la opinión de todos y cada uno valga igual: un voto, y se pueda expresar en las urnas en miles de escuelas llenas de controles para poder expresarse. El resultado es categórico y el que gana, adquiere poder, pero limitado, controlado por las normas vigentes. Ha costado mucho que las naciones constituyan sistemas que más o menos funcionen, pero, ¿podrían mejorarlo grupos pequeños que se creen iluminados o superiores, o es una tarea que hay que encarar con decisión dentro de los carriles existentes? ¿Cambiar todo para peor es una opción, en medio de la bronca?

Pluralidad o tribu. En los parlamentos (congresos nacionales, legislaturas, concejos deliberantes) por lo general hay voces diversas y gana el que tiene mayoría, el que convence al otro, o de acuerdo con el tema en discusión, los que concreten alianzas. En las asambleas temáticas todos piensan igual. Solo les resta decidir algunas cosas menores para imponer su protesta o hacerse visibles, pero no hay democracia sino un ejercicio asambleario entre pares. De hecho, ¿cuántas personas pueden participar de esas asambleas si no los más conspicuos? ¿De dónde obtienen la representatividad si no se vota masivamente en miles de escuelas y con controles, sino que se decide casi a modo de tribu qué hacer?

Superstición disfrazada de democracia. En el mundo está surgiendo un nuevo fascismo, ese pretendido "diálogo de líderes con las masas", que no se somete a las normas y avanza, autoritariamente, tratando de imponer sus ideas. La herramienta siempre es la misma: meter miedo. Por eso, una vez que el ser humano ha causado estragos al planeta (y se nota bastante) aparece una nueva máscara que confunde y suma a ingenuos: el ecologismo.

Ambientalistas o falsos ecologistas. A lo largo de los siglos ha habido defensores del ambiente basados en teorías científicas, que han discutido los temas pendientes y han podido, en mayor o menor medida, ponerle contrapesos al sistema. Esas son entidades ecologistas/ambientalistas reales y palpables, que no buscan sustituir a un gobierno o ejercerlo desde su protesta, sino reclamar, controlar, incidir, educar, convencer. Son autenticos y legítimos.

El atajo de imponer el miedo. El fascismo simplifica: no quiere parlamentos ni elecciones, sino que se le haga caso al que mete más miedo, grita más fuerte y -últimamente- al que acumule más likes en las redes, como si eso fuera suficiente para sustituir las normas de convivencia y democracia existente. Por supuesto que a lo suyo le llamarán una y mil veces "democracia directa", "el pueblo que decide", etc., pero no hay minorías con ellos, aborrecen y por lo tanto ignoran al que piensa diferente o les plantea disidencias.

Zombies que comen cerebros. Es una degeneración política, tanto como lo es la tiranía a los que, gobernando, asumen la suma del poder. No es ecologismo/ambientalismo, sino que usan lo más sensible del momento histórico como disfraz. Lo peor es que mucha gente les cree que buscan solo el bien, y se suman, sin pensarlo demasiado. De buena fe, inclusive, somnolientos por disconformidades personales sumadas, pero a riesgo de que sus sueños se vuelvan pesadilla.

Hablan de "un nuevo despertar", pero están adormeciendo a sus seguidores a fuerza de consignas vacías que parecen llenas. Es un retorno a lo tribal, en donde cada uno solo respeta, escucha y acompaña a los que piensan igual. Al resto lo declaran enemigo. Por ello es crucial despertarse y no volverse zombies de las redes sociales o de los encantadores de serpientes, cantos de sirena. No es difícil saber quién se la juega en serio en defensa de determinados valores, pasando todos los filtros a los que los desafía una carrera política, y quiénes son aquellos que los usan atajos con la sensibilidad social y las distracciones que el mundo siempre ha tenido, siempre, facilitándoles a sectores como estos, de los que nadie sabe demasiado ni sus líderes son respetados o conocidos, sino barulleros de ocasión, tomar decisiones en grupos minúsculos que los idolatran. 

Es hora de vacunarse contra todo retorno al imperio del más fuerte. El mundo, siempre que esto ha sucedido, se ha arrepentido, aunque tarde. Ahora hay un nuevo escenario al cual decodificar y abordar con inteligencia. Porque las crisis se resuelven entre todos, con acciones concertadas y no solo con buenas intenciones que luego se transforman en gobernantes no elegidos por nadie que imponen su criterio, a su favor, por supuesto.

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