Agaves, hongos y corrupción: un paralelo sobre sus vidas

La analogía del Dr. Eduardo Da Viá sobre plantas, hjongos y comportamientos corruptos.

Eduardo Da Viá

Es probable que la mayoría de las personas no adviertan ninguna relación entre estos tres ejemplares de seres vivos, agaves, hongos y la corrupción humana que es a la que pretendo comparar; sin embargo, a lo largo del tiempo el comportamiento de los tres es absolutamente comparable y por cierto muy llamativo.

Agaves

Comencemos por decir que los agaves son plantas suculentas pertenecientes a la antigua familia Agavaceae a la que le daba su nombre. Actualmente se encuentran en la familia Asparagaceae según el sistema de clasificación APG III.

Su área de origen es la región árida que hoy se encuentra repartida entre el norte de México y el sur de los Estados Unidos. Se estima que el género empezó a diversificarse hace 12 millones de años, por lo cual ha logrado una enorme diversidad de especies, superando las 300. Todas tienen hojas aplanadas terminadas en ángulo agudo y dotadas de una espina apical fuerte y muy afilada; también tienen espinas a lo largo de los bordes laterales.

Agave. Foto del autor.

Reciben numerosos nombres comunes, como agave, pita, maguey, cabuya, penca, fique o mezcal, entre los más conocidos.

Tiene la particularidad de reproducirse de dos formas, la más ostensibles es la aparición al cabo de alrededor de 10 años de vida de la única flor que dará, inmediatamente antes de morir.

Obsérvese la inflorescencia enhiesta y la planta dando sus últimos estertores de vida. Esta inflorescencia es enormemente llamativa por cuanto alcanza los 10 a 12 m de altura, es compuesta dando miles de florcitas que a su vez darán las correspondientes semillas.

Además, de la porción soterrada del tallo emergen los llamados rizomas, que son tallos subterráneos que crecen horizontalmente alejándose de la planta madre y dando lugar a nuevos ejemplares emergentes que crecerán, de la misma manera que la planta original.

Estas dos formas de reproducción han sido extraordinariamente efectivas para la conservación de la especie, a tal punto que en los campos abandonados donde existían algunos ejemplares solamente, con el tiempo invadieron la totalidad de la superficie haciéndola impenetrable.

Hongos

Los hongos no son plantas ni animales sino que están agrupados en un reino aparte, el Reino Fungi. Cuando pensamos en un hongo lo primero que se nos viene a la mente suele ser un hongo "de sombrero" como por ejemplo el champiñón (Agaricus Bisporus), pero este tipo de morfología es solo una de las tantas que podemos encontrar. La cantidad de formas, colores y tamaños que tienen los hongos es inmensa.

Agaricus Bisporus, uno de los numerosos ejemplares aparecidos espontáneamente en mi jardín a consecuencia de las lluvias. Foto del autor.


Los hongos, son indispensable por el papel que juegan en el bioma por cuanto como muestra la imagen, desprenden microrrizas, raíces subterráneas que se entrelazan con las raíces de la mayoría de las plantas, en especial arbóreas, estableciendo un intercambio bidireccional de elementos que cada uno posee y de los que carece el socio

Raíces arbóreas interconectadas con microrrizas fúngicas.


La red de microrrizas e hifas pueden ocupar cientos de hectáreas como ocurre con el ser vivo más grande del mundo: Es el hongo Armillaria ostoyae, que habita el Bosque Nacional Malheur en las montañas Blue de Oregón en Estados Unidos; Mide 965 hectáreas, el equivalente a 1.350 canchas de fútbol, tiene una edad mínima de 2.400 años y pesa entre 6.800 y 31.750 toneladas.

. Casi todo el organismo se extiende debajo de la tierra, proyectando una red intrincada de estructuras filamentosas con forma de cuerda que se denominan rizomorfos o cordones miceliales y semejan una raíz y de la que eventualmente se desprende un cuerpo fúngico que asoma a la superficie.

Estoy seguro que mi jardín alberga una red similar en toda su extensión de 300 metros cuadrados, por cuanto las copas emergen aparentemente al azar, como ocurre en estos días debidos a las lluvias persistentes

.Pueden permanecer años en reposo subterráneo, esperando el momento propicio para asomar. Muchos de los hongos son comestibles, pero los hay venenosos y hasta mortales, siendo a veces, los más pintorescos y atractivos, los más peligrosos.

Y ahora la razón de ser de la inclusión de la tercera palabra del título:

La corrupción

En nuestra pobre Argentina, la corrupción ha logrado tal éxito en su desarrollo y progreso que, a guisa de rizomas, microrrrizas y cordones miceliales, forma una intrincada red subterránea que estimo abarca la totalidad de los 2.78 millones de kilómetros cuadrados, lo que lo hace el octavo país más extenso del mundo.

Semejante extensión territorial, albergando una malla viva de corrupción, le permite a ésta, aparecer en los lugares menos pensados.

El ejemplo más inesperado y a la vez más atemorizador, ha sido el descubrimiento por parte de la contaduría general de la provincia, de "irregularidades administrativas", eufemismo por latrocinio, nada menos que en la Dirección General de Escuelas, organismo rector de la educación básica, y punto de partida de los estratos superiores. Si se roba donde se enseña, qué se puede esperar de las inocentes víctimas, o sea los alumnos.

En el otro extremo del país y siempre a modo de ejemplo, en el NEA existe el denominado subsistema fronterizo argentino que involucra mercados ilegales y delito económicos organizados.

Se calcula que a través de las aduanas, se filtran al exterior unas 200.000 toneladas de soja al año.

Resulta obvio que si se puede calcular es porque hay quienes conocen cómo y cuándo se perpetra el delito y no hacen lo que corresponde para borrarlo del mapa, es decir quienes debieran hacerlo son corruptos que se benefician y optan por permanecer callados sabedores que no es solo soja la que pasa ilegalmente sino muchísimos más bienes que se fugan sin pagar impuestos.

La otra endemia que afecta seriamente a la sociedad argentina, es el enorme número de empleados estatales cuya designación, arbitraria, por cierto, obedece meramente a devolución de favores electorales.

En numerosas dependencias se ha comprobado reiteradamente que con frecuencia inusitada hay agentes que ni siquiera asisten a sus lugares de trabajo por cuanto no tienen nada que hacer y, especialmente durante el jolgorio kirchnerista pasaban sin medida disciplinaria alguna.

Para graficar lo dicho incluyo partes de un valiente artículo de Clarín de reciente publicación donde señala: "La Biblioteca del Congreso y un curioso récord: tiene más empleados que las principales del mundo". Su plantilla es de 1.558 empleados y destina más de 726.000.000 anuales para el pago de sueldos. Todo este ejército de "trabajadores" para manejar cantidades de ejemplares bibliográficos 10 o más veces menores que los que albergan las más nutridas bibliotecas del mundo.

Fabián Stecco aseguró a Clarín que solo la Dirección General de la Biblioteca conoce las cifras, así como las funciones que cumplen. Al cierre de esta nota, el director coordinador general, Alejandro Lorenzo César Santa no respondió al pedido de entrevista.

Para finalizar la enumeración de datos, la Universidad de Buenos Aires, la mayor del país, se niega a ser auditada, cuando, de tener los números correctos, tendría que dar el ejemplo abriendo de inmediato las puertas grandes para permitir el ingreso de los auditores. Saquen Uds. las conclusiones.

Además, la corrupción pareciera ser hereditaria, tal el caso de los hijos del juez Walter Bento que aparentemente participaban de los sucios negocios del padre.

La corrupción alcanza instituciones otrora señeras del país, tal el caso de la Marina con la saga del ARA San Juan; o los tan mentados Ferrocarriles Argentinos, tan mentados al momento de su nacionalización, para luego ser tremendamente deficitarios y albergar grupos como la Fraternidad que se considera dueña de ciertos espacios territoriales como es el que falta pavimentar para por fin establecer la conexión entre la Av. Godoy Cruz y Roque Sáenz Peña de ciudad, etc. etc.

Colofón

Los argentinos estamos parados y nos desplazamos sobre una intrincada red de corrupción mayormente soterrada, pero que florece por doquier, incluso afectando instituciones inicialmente destinas a la protección de la salud, la educación y la seguridad de los habitantes, muchos de ellos no partícipes por acción, pero sí por omisión, por cuanto conocen este devastador problema y no hacen nada aunque sea por denunciarlo.

La corrupción es un organismo vivo, tan vivo como el del agave o los hongos, extendiendo sus tentáculos sin encontrar resistencia alguna por parte de los responsables por cuanto están vinculados también a la red.

Mal pronóstico tiene mi querido país.

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