La Argentina pensante vs la Argentina mendicante

El Dr. Eduardo Da Viá desarrolla aquí su opinión en torno a lo que demuestra el resultado electoral del domingo pasado.

Eduardo Da Viá

Las recientes elecciones, me han dejado anonadado por cuanto el triunfo inapelable de LLA sobre el sempiterno peronismo, compitiendo ambos bandos en perfecta libertad de decisión, es claramente el paso de la mendicidad a la sensatez propia de aquel que piensa, basado en datos irrefutables e insoslayables.

La mendicidad, es una palabraoriginalmente derivada del vocablo latino ‘mendicus‘ que nombraba al que padecía un defecto físico, el cual le impedía poder ganarse la vida y, además, movía a la compasión, pasando después a significar el pobre que obtiene por súplica su sustento.

Mendicante es el que solicita o acepta limosnas.

La Argentina pensante vs la Argentina mendicante

Pero vivir de limosnas puede resultar muy cómodo cuando la recaudación alcanza y hasta sobra, con un cuanto de trabajo mínimo y sin responsabilidades laborables dado que no tiene patrones que les exijan ciertos requisitos para obtener el sustento, pero al advertir esta ventaja y la proclividad de los argentinos a adherir a esta forma degradante de vida, la perniciosa demagogia gubernamental rápidamente entrevió que se podía sacar buen provecho de esta inclinación tan generalizada en la población activa y con capacidad laboral.

Así nacieron las "ayudas" perfectamente aplicables cuando de problemas derivados de enfermedad, accidente o muerte del jefe de familia y hasta tanto se encuentre una vía sostenible de subsistencia que no puede ser otra que el trabajo digno con todos los beneficios que le otorga al trabajador en cuando aportes jubilatorios, obra social, vacaciones etc.

También los grandes capitales se aprovecharon de esa población cautiva que perdería las "ayudas" de conseguir trabajo regular, pero no les impidió ni a los unos ni a los otros llenar miles de puestos con trabajo en negro y con remuneraciones muy por debajo de los convenios colectivos de trabajo que regían los montos a percibir.

Pero claro, el argentino pronto le pareció mucho más fácil vivir de ayudas que de la labor cotidiana con las obligaciones y reglas que esta implica, y los políticos corruptos divisaron rápidamente la vulnerabilidad que significa vivir de la "ayuda" oficial.

Los beneficiarios constituyeron una población cautiva pero satisfecha y el voto listo para dárselo al benefactor de turno, total los dineros necesarios salían de la imprenta de la casa de la moneda.

En el tumultuoso comienzo político del siglo XXI encontramos un punto de inflexión: la masificación de los planes sociales destinados a desempleados. En 2002 se creó el Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocu pados (PJyJHD), cuyo alcance todavía hoy es inédito para un único plan social: lo percibieron 2.050.321 personas desocupadas.

Detengámonos en dos pasajes del Decreto 565/02 que lo formaliza:

Juan Pablo Hudson

Historia de los planes sociales en la Argentina 2002-2022: el mito del eterno retorno asalariado

Que, siendo de público y notorio conocimiento la gravísima crisis que afecta a nuestro país, que alcanza niveles de pobreza extrema, agravados por una profunda parálisis productiva, resulta obligatorio instrumentar las medidas necesarias y adecuadas para paliar la difícil situación por la que atraviesa un importante sector de la población. para ser aplicado mientras dure la emergencia ocupacional nacional, que por este decreto se ratifica, hasta el 31 de diciembre de 2002.

Lo primero a subrayar es la noción de provisionalidad, "mientras dure la emergencia ocupacional nacional", como consecuencia de una "gravísima crisis". Si lo destacamos es porque este mismo argumento se ha repetido en cada uno de los gobiernos sucedidos desde entonces hasta la fecha.

El expresidente interino Eduardo Duhalde (2002/2003) así lo ratificaba en 2006 (Río Negro, 2006): "En el plano originario [el PJyJHD] se planteaba como un plan de emergencia, también lo hizo el presidente Néstor Kirchner (2003/2007), con su lema "ni palos ni planes", en referencia a su negativa a que se reprimiera las movilizaciones callejeras y que progresivamente se reemplazara la "cultura de los planes sociales" por la "cultura del trabajo genuino".

En 2009, en ocasión del lanzamiento del Programa de Ingreso Social con Trabajo (desde ahora PRIST), conocido como Argentina Trabaja, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007/2011 y 2011/ 2015) afirmaba lo siguiente:

"Esto no es para trabajadores que ya tienen trabajo en los municipios, esto no es para trabajadores que ya tienen trabajo en empresas contratistas que están desarrollando obra pública; esto está destinado fundamentalmente a los desocupados, a los que todavía no tienen trabajo" (CFK, 2009).

Recién en 2013, Cristina Fernández de Kirchner, durante la presentación de una nueva línea del PRIST, evidenció un quiebre discursivo de relevancia:

"Por eso, hacemos hincapié en que esta Argentina Trabaja en referencia al PRIST también es para capacitar para el trabajo, para que el día de mañana puedan conseguir trabajo en el sector privado sin necesidad de que el Estado o el gobierno brinde ayuda económica"

El kirchnerismo desarrolló varios tipos de ayuda social, principalmente enfocados en programas de transferencia de ingresos, asistencia alimentaria directa y apoyo a la economía social. Estos incluyeron la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la Tarjeta Alimentar, la compra centralizada de alimentos y su distribución a través de organizaciones sociales o comedores, y la financiación de proyectos comunitarios, como los del programa Plan Trabajar, para brindar empleo temporal y capacitación.

Estos programas de ayuda cayeron en la degeneración del surgimiento de los controladores que se quedaban con parte de los dineros, seguramente con conocimiento y participación de las autoridades, pero mientras nadie se queje es como si no existieran, y por cierto nadie se quejaba por la posibilidad de quedarse sin el pan y sin las tortas.

Además, el manejo administrativos de las ayudas significó la oportunidad para nombrar miles de empleados sin tarea significativa a realizar pero cobrando sueldos y vendiendo sus votos.

Los intermediarios de beneficios para los necesitados terminan siendo ricos, tal como los secretarios generales de los principales gremios, como paradigma Camioneros con Moyano a la cabeza uno de tantos secretarios multimillonarios.

Las ayudas por parte de la era cristinista fueron ensalzadas por la misma presidenta como demostración de su desinteresado amor por los pobres; claro, de nuevo el dinero lo ponía el sector trabajador y la emisión.

Explicado lo anterior, hay que decir que el ministro Sergio Massa y el BCRA fueron los campeones mundiales a la hora de emitir. Nadie en el siglo XXI emitió jamás lo que emitió Massa, ya sea para financiar déficit fiscal (canal menos importante), ya sea emitiendo Leliq y Pases (canal más importante). En los primeros cinco meses de 2023, Massa emitió $1.091.406 millones para financiar el déficit fiscal del Tesoro, lo cual es casi infinitamente mayor de lo que había emitido Martín Guzmán ($58.052 millones) en el mismo período de 2022.

Leer números a veces sirve para confundir, por eso escribiré con letras la cifra record del delincuente Massa: un billón noventa y un mil cuatrocientos seis millones.

Claro, en realidad el gobierno tambaleaba y la derrota electoral se tornaba una posibilidad muy cierta, de tal forma que había que comprar millones de votos a cambio de millones en "ayuda".

Sin embargo de nada valió y perdieron las elecciones.

De ahí en adelante y al comprobar que Milei sí tenía un plan en lo económico, del que carecía el Kirchnerismo, y que estaba dispuesto a llevarlo a cabo, no tenían otra salida que boicotear al nuevo gobierno, y lo hicieron de todas las maneras posibles, aprovechando al máximo los errores cometidos por Milei, que no fueron pocos, pero cuyos resultados en lo económico nunca soñamos los argentinos que se pudieran lograr, y pudo.

El rechazo a la aprobación de la Ley de Ficha Limpia es clarísimo referente de la corrupción de los legisladores, por cuanto muchos de ellos, la mayoría quizás, hubieran quedado inmersos en la norma.

Hoy la Argentina ha vuelto a ser protagonista dentro de los avatares de la economía mundial y reconocido nuestro ministro de economía actual como un idóneo en la materia, resultados a la vista: no hay déficit fiscal, siendo que Argentina no tuvo equilibrio fiscal de manera continua durante varias décadas. La falta de equilibrio se volvió más persistente a partir de 2008, hasta que se logró un superávit fiscal en 2024, el primero en 16 años. Aunque hubo un superávit fiscal entre 2003 y 2007, en la mayoría de los años desde 1961 hubo déficit fiscal.

La inflación, todos lo sabemos, se redujo del 20 o 25% mensual a 2%, irrefutable.

Que queda mucho por hacer nadie lo discute, que el ajuste duele tampoco, pero el primer paso era desbaratar la gigantesca red de corrupción político social que corroe a la Argentina.

Afortunadamente la gente dejó de creer en futuribles y se aferró a los acontecimientos recientes para cambiar radicalmente de criterio y pensando en vez de arrodillarse por falsas "ayudas", le dio el triunfo a LLA.

Una argentina pensante era inconcebible hasta las últimas elecciones, dado que la conducta obsecuente había sido el modus operandi de la masa kirchnerista, fielmente rastrera tras la cabra Amaltea que dulce y desinteresadamente los amamantaba con amor.

No nos olvidemos de los centenares de veces que tras las rejas del balcón dibujó corazones uniendo pulgar e índice de ambas manos, más el maternal gesto de brindarles su corazón, colocando la mano derecha donde la gente, incluida ella, cree que se proyecta el corazón, y seguido del gesto de arrojárselo a las multitudes enfervorizadas que rodeaban el edificio.

Pero claro, nunca esperó el tremendo revés en las urnas y ahora, transformada en el Basilisco que realmente es, cargó contra el pobre infeliz de Kicillof, culpable del fracaso electoral, mientras ella exenta total de responsabilidades sufre la "injusta condena" de estar presa por corrupción.

Esta es la Argentina que yo descartaba poder vivir dados mis 85 años, durante los cuales sufrí de peronismo gran parte de mi existencia.

Pueda ser que el ignoto resto de vida que me queda me permita hacerlo en medio del progreso serio y sostenido de este pobre país.

Pero cuidado, no bajar los brazos, que los retoños del mal pueden crecer y volver a la peana, son como los lagartos, si le cortan la cola, ésta vuelve a crecer.






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