Violencia y custodia

Eduardo Da Via: "No me gustan los títulos largos por ello paso a explicar lo que pretendo decir en dos palabras titulares: violencia estará referida a la que provoca el fútbol y custodia a la brindada por los efectivos policiales destacados dentro de los estadios para prevención y o contención de los actos de violencia".

Eduardo Da Viá

"La violencia es el último recurso del incompetente". Isaac Asimov.

No me gustan los títulos largos por ello paso a explicar lo que pretendo decir en dos palabras titulares: violencia estará referida a la que provoca el fútbol y custodia a la brindada por los efectivos policiales destacados dentro de los estadios para prevención y o contención de los actos de violencia.

Este fenómeno casi universal de la violencia durante los encuentros de balompié, y muy especialmente en nuestro país donde pareciera formar parte ineludible de cada partido, ha motivado numerosos estudios desde el punto de vista sicológico, con algunos de los cuales coincido totalmente, por lo que no pudiendo ser original, y a la manera de introducción para luego entrar en el tema custodia policial, me limitaré a reproducir un artículo de la FIFA, modificado, que me resulta esclarecedor.

"Con demasiada frecuencia vemos en las noticias terribles enfrentamientos entre hinchadas rivales. El último acontecimiento violento se ha visto en la final de la Copa Libertadores que enfrentaba a los equipos argentinos River Plate y Boca Juniors.

Como consecuencia de la violencia que se generó entre varios grupos de aficionados, la final, en lugar de jugarse en Argentina, tuvo que jugarse en España. Mucha gente muestra su perplejidad y asombro ante este tipo de comportamientos colectivos y no entienden las razones que hacen que ocurran.

Una de las explicaciones es el proceso de desindividuación.

Este proceso no explica en sí la violencia, pero sí el comportamiento en grupo.

Se trata de la transformación que sufre el espectador potencialmente violento, al encontrarse en condición de mero integrante de un grupo muy numeroso de individuos con similares características lo que le hace perder la condición de individuo y ampararse en el anonimato, lo que a todas luces, por otra parte, es muestra indudable de cobardía.

Como señalan Moral, Gómez y Canto (2004), "en estas situaciones, el anonimato, el grupo y la auto-conciencia individual reducida llevarían a las personas a tener comportamientos desinhibidos, impulsivos y anti normativos".

Cuando gozamos de anonimato nos volvemos más proclives a realizar acciones violentas. Si nadie sabe que somos nosotros los que insultamos, lo haremos con más probabilidad que si somos el centro de atención. Por otro lado, al estar en grupo la auto-conciencia disminuye, esto es, nuestra responsabilidad la trasladamos al grupo. Dejamos de ser nosotros y nos volvemos el grupo, por lo que lo que se suele pensar es "no sólo insulto yo, sino el grupo".

Proceso de conformismo

Como señalan Paéz y Campos (2003), "el conformismo es el cambio de creencias o conductas debido a la presión de un grupo, que modifica las disposiciones previas del sujeto en la dirección de la norma establecida por el colectivo en cuestión".

En los grupos podemos encontrar varios tipos de normas, entre ellas: la norma descriptiva, que hace referencia a cómo se actúa dentro del grupo. Y la norma prescriptiva, que alude a cómo se espera que se actúe. El conformismo es un tipo de influencia normativa, ya que el individuo es capaz de cambiar su conducta personal para adaptarla a la del grupo. Es capaz hasta de llevar a cabo conductas totalmente opuestas a las que llevaría a cabo de forma individual.

El conformismo aumenta cuando existe similitud entre el grupo y el individuo. Si alguien se siente muy identificado con un equipo de fútbol y con la ideología violenta de un grupo de aficionados, estará más conforme en llevar a cabo conductas violentas.

La violencia en el fútbol es una realidad que vivimos de forma demasiado frecuente. Expectativas desmesuradas en estímulos externos provoca que depositemos nuestra felicidad en acontecimientos como un partido de fútbol.

La frustración que implica la derrota desata la violencia soterrada.

Si no hemos recibido una educación adecuada y estamos acostumbrados a resolver las diferencias por el camino de la violencia, no será difícil que ante una desavenencia actuemos con agresividad, en muchas ocasiones se esconde una falta de autoestima que intentamos paliar perteneciendo a un grupo.

El fútbol es un deporte que, de acuerdo con las hipótesis más apoyadas en historia y sociología del deporte, tuvo origen en rituales violentos, donde se tomaba la cabeza de una bestia sacrificial como pelota, en la Europa antigua (Dunning, 1994). De hecho se reportan prohibiciones en la Edad Media en Gran Bretaña, para juegos populares donde destaca el fútbol, ya conocido entonces bajo ese nombre, debido a los disturbios que provocaba entre los participantes y al desenfreno que motivaba su práctica (Dunning, 1994). El fútbol es un deporte colectivo de contacto que se ha caracterizado por la conducta agresiva mostrada dentro y fuera de la cancha, entre jugadores, técnicos, aficionados y los mismos árbitros. Dada la pasión que genera este deporte y las posibles implicaciones sociales de la agresividad manifestada en su contexto, es trascendental conocer sus causas y su efecto sobre la sociedad en general.

La violencia en el fútbol se nutre además por las siguientes causas: 1- No hay una ley que avale la detención y retención de un hincha por disturbios dentro de un estadio por un largo periodo. 2- La corrupción que existe dentro del fútbol sigue siendo alimentada por todos los que forman parte de este negocio. Fuente: FIFA

Si bien es cierto que en otros deportes suelen producirse actos de violencia, el fútbol se lleva el triste 90% de los mismos.

Descripto el problema que nos preocupa, veamos cómo reacciona la sociedad para su manejo: lo hace de manera equivocada; en vez de apelar a una solución definitiva que sólo puede brindar una correcta educación desde la niñez enseñándole a los niños normas de comportamiento que excluyan totalmente la agresividad y la violencia, procede a tratar de neutralizar la violencia mediante la presencia policial dentro de los estadios.

Estoy convencido que la mencionada presencia funciona exactamente al revés de lo que se pretende con ella, en vez de calmar los ánimos los exalta, dado que la multitud considera a las fuerzas del orden como un enemigo más que se suma al equipo e hinchada rival, por ello es que con gravísima frecuencia son blanco predilecto de las agresiones, que han llegado incluso a la muerte de algún agente.

La Policía como institución, es estatal y por lo tanto pertenece al pueblo al que el Estado es debido, y cuyos fondos de que se nutre tanto para equipamiento como para la remuneración de los agentes, surgen del bolsillo de los contribuyentes impuestos mediante.

Supuestamente es la Institución destinada a la protección de los ciudadanos tanto en lo físico de cada persona como en lo referente a sus bienes privados.

La violencia como modus vivendi en la Argentina de hoy, tal como me refiriera en un artículo anterior, (Ver Memo 27/08/21: "La violencia como modus vivendi) ha obligado al incremento permanente del número de agentes policiales, siendo en la actualidad según datos disponibles públicamente, de alrededor de 10.000 efectivos. Si tenemos en cuenta que la población a cargo es de alrededor de 1.200.000 personas, le "correspondería" a cada agente, la custodia de 120 ciudadanos.

Sin embargo, oh sorpresa, en este último encuentro entre Boca y Argentinos en el estadio Malvinas y siempre según fuentes publicadas, se asignó la friolera de 600 efectivos, vale decir uno cada 40 asistentes al evento, considerando el número total de 24000, como corresponde a la mitad de la capacidad total del estadio, según normas sanitarias actuales.

Resulta obvio que esta cantidad significativa de uniformados dedicaron sus esfuerzos a procurar evitar o por último a contener hipotéticas situaciones de violencia, en un ámbito PRIVADO, y en detrimento de la seguridad de alrededor de 72000 ciudadanos ajenos al espectáculo.

Aclaro lo de PRIVADO: así lo considero por tratarse de una confrontación deportiva entre dos clubes privados, con mucho dinero en juego y dentro de un recinto cerrado una vez iniciado el encuentro.

Los agentes del orden cobran por hora un valor sustancialmente mayor al que perciben como sueldo, pero no se les descuenta el mismo, según tengo entendido, inter tanto se encuentra en funciones en un ámbito privado.

Fácil resulta concluir que los ciudadanos todos, sufragamos parte de la seguridad privada.

Pero a mi juicio falta una disquisición a mi entender filosófica, cual es la razón de proteger a personas que se arriesgan voluntariamente a la posibilidad de ser víctimas o peor aún protagonistas de actos vandálicos que conllevan peligros claros para sus integridades físicas y eventualmente para sus vidas.

Por qué no dejar que los mencionados actos, de suceder, evolucionen espontáneamente hasta su inevitable agotamiento, y sí dedicar efectivos apostados fuera del estadio y en número mucho menor, para evitar que el vandalismo se extienda allende el campo de deportes afectando a terceros inocentes, tanto en lo físico como en lo patrimonial.

Los asistentes a este tipo de espectáculo deportivo, son conscientes de los riesgos que corren, pues que los corran y se atengan a las consecuencias sin pretender que el resto enormemente mayoritario de la ciudadanía, vele, impuestos mediante, por su seguridad.

Falta agregar a los gastos los correspondientes a los agentes motorizados asignados a escoltar los ómnibus en los que se desplazan los equipos desde y hacia los hoteles donde se alojan, más los que permanecen a las puertas de los mencionados alojamientos durante toda la estadía de los deportistas.

Con este criterio, los mendocinos deberíamos exigir la presencia policial DENTRO de los hogares donde son frecuentes los episodios de violencia familiar conocidos, denuncias mediante reiteradas, por la autoridad policial.

Son situaciones absolutamente similares, en ambas hay riesgo de violencia con fundamento cierto y por tanto ambas merecen iguales medidas tendientes a evitarlas, en este caso presencia policial.

Creo que por lo menos, vale la pena pensarlo.




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