Macri, entre la ilusión y el ilusionismo

Mauricio Macri articula mejor sus conceptos en torno a qué hay que hacer para que la Argentina salga de sus eternas arenas movedizas cuando está en el llano que cuando ejerció el poder. Al escucharlo en la muy buena entrevista que realizaron Ricardo Montacuto y Andres Gabrielli en Radio Nihuil, dejó en claro que es mejor el Macri teórico que el práctico. Un abismo separa a uno del otro, evaluado tras sus cuatro años como presidente de la Nación.

Su diagnóstico es claro y preciso, pero en el ejercicio se mostró proclive a resignar algunos de esos principios que ahora enumera. Claro, ofrece excusas por ello: las presiones, la tensión, el poco tiempo por el que se le evalúa y algo sustancial y que merece un análisis puntual: la inexperiencia para gobernar de sus equipos.

El porteñocentrismo del macrismo no es diferente al del peronismo, que además le suma el conurbanismo que atrasa e invita a imitarlo en su estancamiento.

Macri admitió que un empresario macrista de Mendoza fue visitado por Cristóbal López

Queda bastante claro que del otro lado de las opciones en las góndolas el minimarket electoral argentino hay un planteo de monarquía feudal de índole popular, en donde unos aceptan ser sujetos de dádivas y órdenes superiores, mientras desde arriba gozan del ejercicio de un capitalismo salvaje de élite, a que combaten cuando algunos de los gobernados manifiesta interés por disfrutarlo.

Pero al macrismo le falta el ejercicio del poder que el propio Macri tuvo en la Ciudad de Buenos Aires y el que muchos de sus socios actuales (y otros que debería sumar) han aplicado en las provincias.

Por ello, una cosa es que Macri genere ilusión con sus ideas y diagnóstico del país y otra, que resulte un ilusionista, que entusiasme para luego frustrar. 

Si una vez más el macrismo ejecuta con mala praxis el ejercicio del poder, será una condena a vivir en un populismo eterno, refrendado por la inexperiencia y errores de quienes pretendieron superarlo.