Twitter, ese parlamento brutal y sumarísimo

La gente asume su propia representación en Twitter y define sin darle tiempo a la política de que lo haga por los métodos institucionales. Lo está viviendo el presidente Alberto Fernández justo ahora.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

La democracia ha explotado en el mundo de la mano de las redes sociales. Cualquiera se representa a sí mismo y denuncia, opina, repudia, ensalza y/o genera verdaderas acciones en cadena y en forma instantánea. Es una democracia emocional y espontánea, sin normas que la encaucen y por ello su poder es omnímodo. Un presidente que se mande una macana (un error, un desliz o un delito) cae antes víctima de este parlamento y hasta sin que el otro haya tenido tiempo de tener su propia reacción.

Pero si hay algo mejor/peor de este sistema abierto y de expresión exponencial es que no solo delibera, sino que dictamina: absuelve o condena en función de un levantamanos compuestos por faveos o retuits.

Algo de eso está pasando hoy en Argentina. Y lo sabe el presidente Alberto Fernández, más que nadie, tengan o no razón los que son parte del parlamento tuitero y sus resoluciones sumarísimas.

Políticos en red. Sobre lo que se dice del presidente Alberto Fernández en las redes sociales. 12 al 15 de agosto 2021. Más de 75.000 usuarios lo mencionan diariamente.

Tal vez por eso las encuestas fallan en gran medida: muchos se burlan de las posibilidades de opinión a través de intermediarios porque lo pueden hacer en forma directa.

A eso hay que estar atentos. A esta democracia desbocada, que lleva adelante una búsqueda de justicia por posteo propio y que, por actuar por la vía de la reacción y no del pensamiento y el debate, termina muchas veces resolviendo con injusticia.

Pero hay una razón para que esto pase: tanto cajonearon la posibilidad de innovar en las formas del ejercicio político, que la política evolucionó por fuera de los políticos y está en los celulares.

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