Mendoza no necesita un banco estatal tradicional

La actual escasez de financiamiento es por las malas condiciones de la macro nacional. La provincia está bien direccionada potenciando sus sectores competitivos y rebajando impuestos. El capital llega de diversas formas, no necesariamente vía una estructura bancaria estatal tradicional.

Sebastián Laza

Lo importante son los proyectos, el capital luego llega si el plan de negocios es bueno, rentable. El problema actual de la economía mendocina no pasa por no tener un banco estatal, sino por la baja rentabilidad en un contexto macro inflacionario, de tipo de cambio incierto y de falta de previsibilidad en los negocios. Los financistas están temerosos, los negocios se vuelven muy riesgosos.

No debemos confundirnos poniendo el carro delante de los caballos: primero viene el proyecto o la oportunidad de negocio, luego el capital que lo financia. Es un error pensar que porque haya un nuevo Banco Mendoza van a surgir miles de emprendimientos para financiar. La clave es la competitividad, y es ahí donde no nos acompaña la macro nacional.

Hay miles de formas de fomentar financieramente los negocios sin necesidad de crear una nueva burocracia estatal bancaria, como fueron los fallidos Banco de Mendoza y Banco de Previsión Social, que quedaron con tendales de deudas incobrables.

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El Estado no pierde su rol de promocionar sectores estratégicos por no tener un banco, de hecho, Mendoza Activa y el Fondo de Transformación son dos instrumentos que hoy le sirven a la Provincia para financiar proyectos de inversión o empresas en marcha. 

Que sean insuficientes es otra cosa, pero eso sucede principalmente por la macro nacional, que espanta inversores de riesgo, ahorros de largo plazo, y no por falta de voluntad del gobierno provincial.

Crear burocracias bancarias estatales, fondeadas principalmente con las cajas de ahorro de los empleados públicos (típico mercado cautivo), no luce como una solución adecuada. Dichos fondos son de cortísimo plazo, y los proyectos de inversión tienen necesidades con plazos de 5 años mínimo. Además, crear un banco estatal implica diseñar una estructura comercial que compita con los bancos privados de la plaza para atraer a sus ahorristas, y así fondearse. Suena a algo alejado de los objetivos centrales de un gobierno.

Es verdad que en los mercados financieros existen algunas fallas de mercado, como las asimetrías de información, la selección adversa, y otras, que ameritan el ingreso estatal a corregirlas, pero no necesariamente creando una burocracia estatal bancaria, hay maneras más modernas de generar banca de fomento.

El mundo ya avanzó lo suficiente y hoy existen variadas formas de atraer o construir capital de riesgo para proyectos de inversión, fondeándose directamente en el mercado de capitales, donde están los verdaderos ahorros de largo plazo (hoy inexistentes en Argentina por el mal momento macro), creando Fondos Fiduciarios o Fondos de Inversión específicos con algún tipo de subsidio de tasa por parte del Estado Provincial, en su rol de direccionador estratégico. Esa solución es mucho más directa y efectiva que la del banco estatal tradicional, y mucho más eficiente en cuanto al calce de los plazos entre depósitos y créditos, el problema central del financiamiento para la inversión.

Para terminar, el capital hoy es abundante en el mundo (más allá de la suba coyuntural de tasas en EE.UU.), tan solo hay que tener proyectos de inversión rentables y el financiamiento llega. El Estado solo necesita fomentar con algún tipo de subsidio aquellos sectores que considere estratégicos, nacientes, del resto el mercado se puede encargar perfectamente. Pero claro... el mercado de capitales exige una sola condición, estabilidad macro, algo de lo que Argentina hoy está lejísimo. 

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